miércoles, 10 de julio de 2013

TATA CORIÑÍ



Le decían TATA CORIÑÍ y lo conocí en un rancho de San Antonio de la Sierra, descendiente de la tribu Pericú en la península de Baja California Sur y era considerado un Chamán. En México, los chamanes y/o psicólogos autóctonos son llamados Hombres de conocimiento y comandaban, uno o varios a la vez, cada tribu de los antiguos habitantes de ésta región de América. Esos hombres eran destacados por su inteligencia, intuición y capacidad de videncia. Al parecer, a partir de los toltecas, estos hombres de conocimiento comenzaron a fundar linajes, mediante los que, a través de una cadena de sucesores, transmitían de generación en generación, su particular forma de crear la realidad. Se desconoce el número de linajes que actualmente existen en México. Unos sobrevivieron a la conquista, mientras que otros fueron creados después de ella.

Se les encuentra en casi todo el pueblo formando una subcultura compleja de riqueza extensa. Se dedican a curar enfermedades, a pronosticar el futuro, a dar consejos y a aliviar angustias.

Los estudios sobre chamanismo indican que a veces, mediante hierbas, raíces, sustancias vegetales, sugestión o efecto placebo cumplen la función de curanderos, y realmente sanan. Por otra parte, se supone que su poder de sugestión produce efectos terapéuticos en quienes padecen pánico, angustia y otros desequilibrios psíquicos. Los estudios revelaron que tribus dominadas por los incas de América del Sur poseían conocimientos que les permitían controlar la depresión mediante el uso de fármacos obtenidos con una química rudimentaria.

El Chamán convierte a los espíritus de la naturaleza y de los hombres en sus "Familiares". Los antropólogos que estudiaron el fenómeno del chamanismo, que se encuentra tanto en pueblos siberianos como entre los sintoístas de Japón, las tribus indígenas del Norte, Centro y Sur de América y las de Australia y Nueva Zelanda, aunque con nombres diversos, señalaron que pueden realizar "Viajes" al mundo espiritual mediante estados modificados de conciencia y para recibir conocimientos. Con todo, el prestigio del chamán en la tribu deriva muy directamente de su poder de sanar.

Los Chamanes cumplen un papel central en las comunidades cazadoras y recolectoras, como depositarios de sabiduría. Su don es recibido por herencia, ocasionalmente por vocación, pero suele exigir siempre pasajes de iniciación, consistentes en largos ayunos, retiros y, en ciertos casos, ingestión de alucinógenos. Suelen ser elegidos por familias y posteriormente por los espíritus, y deben someterse a un riguroso entrenamiento. Entre sus funciones están comunicarse con los espíritus para corregir los errores de la comunidad a la que pertenecen, por lo cual también restauran la armonía entre el hombre, su mundo espiritual y el mundo físico.

No se atribuye a los chamanes el papel de sacerdotes, ya sea porque está asignado a otros individuos o porque no existe una clase sacerdotal. En este caso, toda la religiosidad tiene su centro en la figura del chamán, el único intermediario con los espíritus.

El Chamán, es un individuo al que se le atribuye la capacidad de modificar la realidad o la percepción colectiva de esta, de manera que no responden a una lógica causal. Esto se puede expresar finalmente, por ejemplo, en la facultad de curar, de comunicarse con los espíritus y de presentar habilidades visionarias y adivinatorias. Es el término usado para indicar a este tipo de persona, presente principalmente en las sociedades cazadoras y recolectoras de Asia, África, América y Oceanía y también en culturas prehistóricas de Europa. En algunas culturas se cree también que el chamán puede indicar en qué lugar se encuentra la caza e incluso alterar los factores climáticos.

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