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miércoles, 10 de mayo de 2017

TARIÁCURI



TARIÁCURI es considerado el fundador del imperio purépecha, el cual se desarrolló durante el Período Posclásico mesoamericano. Los límites del imperio se extendieron en la zona noroeste de Mesoamérica, territorio que ocupa actualmente el estado mexicano de Michoacán.

Tariácuri nació en el siglo XIV, su madre fue una isleña de Janitzio y su padre fue Pauácume quien era un axamiecha, es decir un "enviador" o sacerdote sacrificador. Pero éste murió cuando Tariácuri era muy pequeño, por lo que estuvo al cuidado de tres sacerdotes cuyos nombres eran Chupítani, Nuriuan y Tacaqua. Por tal motivo, Tariácuri fue educado desde pequeño para ser curití o sacerdote al servicio del dios del fuego Curicaveri.
Siendo aún joven, Tariácuri se enfrentó a varios pueblos que lo derrotaron y obligaron a abandonar Pátzcuaro. Se refugió en las montañas en Hoata-Pexo para huir muy pronto a Upapohuato. Se relacionó con Zurumban quien era el señor de Tariaran, éste lo envió a un bosque desde el cual realizó incursiones a Tierra Caliente. Paralelamente los uacúsecha intentaban retomar la posesión de Pátzcuaro, fue entonces cuando Tariácuri aprovechó el momento y guio a su pueblo para conseguir el anhelado objetivo.
Tras la reconquista de Pátzcuaro, Tariácuri planeó extender su dominio y cuando lo logró, decidió dividir su territorio. A su hijo Hiquingare le otorgó Pátzcuaro, a su sobrino Hiripan le asignó Ihuatzio, y a su sobrino Tangaxoan le correspondió Tzintzuntzan. Dichas localidades fueron las cabeceras del imperio purépecha. Tariácuri murió en el siglo XV.

lunes, 5 de enero de 2015

ARCA DE NOÉ



El ARCA DE NOÉ es un relato de la Biblia hebrea, en el que se cuenta como, por orden de Yahvé, el patriarca Noé construye una embarcación para su salvación y la de su familia quienes, preservados del diluvio universal, luego repoblarían la Tierra con su descendencia. Se encuentra tanto en los textos sagrados del judeocristianismo la Torah y el Antiguo Testamento como en el Corán de los musulmanes. Su origen puede remontarse al mito sumerio de Ziusudra, incluido en un poema épico de la Mitología Caldea llamado Atrahasis, y al contacto de los hebreos con la cultura mesopotámica después de la caída de Jerusalén.

Aunque en el pasado se aceptaba el diluvio universal como un hecho histórico, actualmente la tendencia de los estudiosos es hacia el escepticismo respecto a su literalidad, dada la falta de evidencia geológica para tal evento. Sin embargo, varios literatos bíblicos siguen explorando el monte Ararat, donde la Biblia dice que el arca descansa.

La historia del Arca de Noé, según los capítulos 6 al 9 del libro del Génesis, comienza como sigue:

Yahvé observó que los hombres se estaban multiplicando sobre la faz de la Tierra y la violencia y la maldad crecía en ellos, por lo que decidió destruir esa generación.

Sin embargo, uno de sus habitantes era un hombre justo llamado Noé. «Un hombre justo y recto entre sus contemporáneos», y decidió advertirle para que se salvara con su familia. Yahvé dijo a Noé que construyera una embarcación, y que llevara con él a su esposa, a sus hijos Sem, Cam y Jafet, y a las esposas de éstos.

Adicionalmente, tenía que llevar de ciertos tipos de animales, hembra y macho, y en distinta cantidad: de los puros kosher, ritualmente "apropiados" debía tomar siete y de los impuros, no kosher una sola pareja; y para suministrarles alimentos, le dijo que tomara y almacenara la comida necesaria.

El período que Noé tuvo para la construcción del arca es indeterminado. Algunos interpretan los 120 años mencionados en el relato como el plazo hasta el diluvio, y para otros solo es una reducción del promedio de vida de la humanidad.

Luego acontece e diluvio: Génesis 7:4: "Porque dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y exterminaré de sobre la haz del suelo todos los seres que hice".

Cuando Noé completó el arca, entraron con él su familia y los animales que le habían mandado. «Aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas del cielo fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches».

Según el relato el diluvio cubrió hasta las montañas más altas. Génesis 7:20 y todas las criaturas de la Tierra murieron; sólo Noé y los que estaban con él en el arca sobrevivieron.

Finalmente, después de muchos días, el arca se asentó en el monte Ararat, y las aguas retrocedieron por algunos días hasta que emergieron las cimas de las montañas. Entonces Noé envió a un cuervo que «salió, y estuvo yendo y volviendo hasta que las aguas se secaron sobre la tierra».

Luego Noé envió una paloma, que regresó porque no tuvo donde posarse. Noé envió de nuevo a la paloma y regresó con una hoja de olivo en su pico, y entonces supo que las aguas se habían retirado. Noé esperó siete días más y envió a la paloma una vez más, y esta vez el ave no regresó. Pero tuvo que esperar unos días más, entonces él, su familia y los animales salieron del Arca, y Noé ofreció un sacrificio a Yahvé, y Dios decidió que no volvería a exterminar a todos los seres vivos con aguas de diluvio, ni habría más diluvio para destruir la tierra.

Para recordar esta promesa, Yahvé puso el arcoíris en las nubes, y dijo: “Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne" Vivió Noé después del diluvio 350 años más y, finalmente, a la edad de 950 años, murió.

La Biblia en Génesis 6:14, aunque no da detalles, si dice que esta embarcación era una "teba" canasto, cesto, caja, arcón. Eso, junto a las medidas dadas en el relato, deja como resultado que la embarcación era solo una gran "arca" o caja rectangular de fondo plano sin proa ni popa, sin quilla, remos, timón, anclas o velas, diseñada solo para flotar al garete y no para navegar. El texto hebreo dice que fue hecha de madera de "gofer", que es un tipo de árbol no identificado con certeza, pero basándose en la similitud existente entre este vocablo y el correspondiente a la palabra “alquitrán” hay quienes lo han relacionado con un tipo de árbol "resinoso", tal vez el roble blanco o el ciprés, cuyas maderas son muy duraderas y de extrema resistencia a la putrefacción. El arca habría sido Calafateada por dentro y por fuera con betún brea. Fue detallado especialmente el que se hiciera un "tsohar" del hebreo "brillante": tragaluz o ventana a un codo por sobre el arca, una puerta al costado, celdillas y tres cubiertas superpuestas.

Las medidas del arca figuran en el capítulo 6, versículo 15, del libro del Génesis: trescientos codos de longitud 150 m de largo, cincuenta codos de ancho 30 m de ancho y treinta codos de altura 15 m de alto.

Respetando las medidas mencionadas resulta el equivalente a un buque de carga de 14.450 toneladas de arqueo bruto, unos 40 mil metros cúbicos de espacio interior, algo muy difícil de cohesionar con la escasa tecnología de ese tiempo, lo que haría que se desarmara en cuanto llegara al agua. Las tres cubiertas suministrarían una superficie total de 9.100 m². Las instrucciones que recibió Noé fueron conservar representantes de cada “género” de animal terrestre y criatura voladora, los biólogos modernos clasifican a los animales en más de un millón de especies, y dado que el arca tenía solo unos 40.000 m.3 de superficie utilizable, es claramente insuficiente para cumplir literalmente esa misión, según el siguiente cálculo: 40.000m3/1.000.000 especies = 0.4m2 por pareja de cada especie.

viernes, 19 de diciembre de 2014

EL ORIGEN DE LA HUMANIDAD



Para conocer el ORIGEN DE LA HUMANIDAD debemos dirigirnos a la genética y el estudio de los fósiles dice que el Homo sapiens apareció en África hace unos 200.000 años, después de un largo período de evolución biológica a lo largo del Paleolítico. En aquella época, la Tierra se encontraba inmersa en una glaciación, con un clima mucho más frío del que se vive hoy en día.

Mucho antes, otras especies de homínidos, como por ejemplo el Homo erectus, ya utilizaban herramientas y, con el transcurrir del tiempo, estos utensilios fueron cada vez más elaborados y complejos. Es también en el paleolítico cuando se desarrolla el lenguaje y se generaliza el entierro de los muertos. Probablemente los entierros tuvieron como uno de sus objetivos ocultar la descomposición de los cuerpos, e indicar una comprensión más avanzada del concepto de la muerte.

En un determinado momento, los humanos comenzaron a hacer uso del fuego tanto para calentar como para cocinar sus alimentos. En esta fase, los seres humanos dependieron de la carroña, la caza y la cosecha; eran nómadas, y no tenían la capacidad de producir su propio alimento. También se adornaban con diversos objetos y es en este periodo cuando aparecen las primeras manifestaciones artísticas.

Hace unos 50.000 años, los seres humanos comenzaron a establecerse por todo el planeta. Primero, en África, después llegaron a Asia Central, desde donde se dirigieron, por un lado, hacia Europa, y por el otro, hacia América cruzando el Estrecho de Bering.

La rápida colonización humana de América del Norte y de Oceanía tuvo lugar durante la glaciación, en una época en que las actuales zonas templadas eran extremadamente inhóspitas. Al final de la última glaciación, hace aproximadamente unos 12.000 años, el hombre ya habita casi la totalidad de las zonas libres de hielo del mundo. Las últimas áreas colonizadas fueron las islas de la Polinesia, que fue ocupada a lo largo del primer milenio de nuestra era.

Las sociedades de cazadores-recolectores eran, en general, de pequeñas dimensiones, y ya desarrollaban un tipo de estratificación social; también establecieron contactos con otras sociedades recorriendo, en algunos casos, grandes distancias, como es el caso de los aborígenes australianos.

Con el tiempo, la mayor parte de estas sociedades o se transformaron en estados agrícolas más poderosos, o fueron exterminadas o absorbidas por otros grandes estados; algunos grupos continuaron sobreviviendo aislados del resto y, en la actualidad, todavía siguen existiendo en algunas regiones muy remotas.

sábado, 8 de noviembre de 2014

OLIGARQUÍA



La OLIGARQUÍA, en la ciencia política, es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social. Los escritores políticos de la antigua Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia literalmente, gobierno de los mejores. Estrictamente, la oligarquía surgirá cuando la sucesión de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los mejores surjan como mérito reconocido por la comunidad, siendo esta definición muy cercana a la de monarquía.

Los oligarcas dueños de propiedades, de tierras o de grandes acumulaciones de dinero, son los poseedores de fuerza en la dirección política gracias a sus fuertes influencias económicas.

La oligarquía es un grupo minoritario de personas, pertenecientes a una misma clase social, generalmente con gran poder e influencia, que dirige y controla una colectividad o institución.

Los gobiernos oligárquicos, y la oligarquía como tal, tienen una historia antiquísima, casi desde el comienzo de las estructuraciones sociales de los primeros seres humanos.

Aunque como tal se ha usado para adjetivar diversos sistemas sociales, sin que este apelativo fuera más allá de una calificación del sistema político.

Escritores políticos de la Antigua Grecia como Platón ya citan en su época gobiernos oligarcas como el de los Treinta Tiranos gobernantes en la propia Atenas del filósofo.

El sistema oligárquico gobernante tras la democracia, fue derrocado para volver a implantarla en la Atenas de la época.

El comercio internacional y el enriquecimiento demasiado concentrado hacen surgir una oligarquía como fue el caso de la familia Médici de Florencia.

Estos esquemas sociales oligárquicos se han dado a lo largo de la historia en multitud de civilizaciones.

En general obviamente evidenciado en la Europa de la antigüedad y más recientemente en civilizaciones africanas y amerindias, en las cuales los dirigentes del pueblo solían ser consejos de sabios ancianos.

Se puede considerar que no es la aplicación de la democracia como tal, ya que ésta se define como el poder de todos y si este tan sólo está concentrado en manos de unos pocos, tiene más similitud a las dictaduras que a las democracias. Un ejemplo de ello es la forma del manejo del poder actualmente en los Emiratos Árabes Unidos.

Aunque como tal es cuestionable cualquier sistema supuestamente democrático si hay dirigentes que deciden por la ciudadanía aunque hayan sido votados por ésta, pueden llegar a ser considerados como oligárquicos, y al no ser sistemas de democracia directa en cuyo caso no sería cuestionable.

miércoles, 29 de octubre de 2014

LA MATANZA DE HUITZILAC



El general se paseaba nervioso, caminaba impaciente en uno de los salones del hotel Bellavista esperando noticias de la ciudad de México. Se detení­a por momentos, salió para darle un sorbo a la copa de coñac, pero en su rostro asomaba la preocupación. Sobre Cuernavaca habí­a caído la noche del 2 de octubre de 1927. 

En las semanas previas, el candidato a la presidencia Francisco R. Serrano decidía cambiar los votos por las balas. En los últimos meses habí­a logrado disfrazar su ambición enarbolando la bandera del antirreeleccionismo en contra del candidato oficial, su antiguo jefe y viejo amigo, el general Álvaro Obregón quien, de 1920 a 1924, le habí­a tomado tal gusto a la silla presidencial que se empecinó en regresar a Palacio Nacional a como diera lugar. 

Muy respetuosos de la ley, los diputados obregonistas le abrieron la puerta al invicto general, modificando la Constitución y suprimiendo el principio de la no reelección para permitir su regreso al poder el cual había dado origen a la revolución de 1910-. Serrano sabí­a que el candidato oficial, Obregón, contaba con el apoyo de todo el aparato del estado revolucionario, encabezado entonces, por el presidente Plutarco Elí­as Calles. Sabía también, que no habí­a manera de ganar en las urnas. Salió quedaba el camino de las armas. 

A finales de septiembre de 1927, dos dedos de frente bastaban para saber que la campaña electoral serí­a interrumpida por un baño de sangre. Serrano habí­a encontrado un aliado en otro aspirante a la presidencia, el general Arnulfo R. Gómez, cuyo discurso en contra de Obregón se reducí­a a la frase: Para mi rival solo hay dos alternativas o las islas Marí­as o dos metros bajo tierra. 

Como buenos revolucionarios, Serrano y Gómez pensaron que el camino más corto para llegar al poder era por medio de las armas y decidieron abandonar el de las instituciones. El plan era sencillo. El 2 de octubre, Obregón, Calles y Amaro presidirí­an una serie de maniobras militares en los llanos de Balbuena. En el transcurso de la exhibición, la guarnición de la ciudad de México tenía la orden de aprehender a los tres caudillos. Consumado el golpe, se designarí­a un presidente interino para convocar a elecciones y listo. 

Confiado en que todo saldrí­a de acuerdo con lo planeado, Gómez marchó a Veracruz. Si fracasaba el movimiento en la ciudad de México, tení­a la posibilidad de movilizar rápidamente varios miles de hombres. Serrano por su parte, informó a la prensa que viajaba a Cuernavaca con la intención de festejar su santo anticipadamente. Si el golpe resultaba exitoso, la celebración de San Francisco serí­a magna. 

Obregón y Calles estaban acostumbrados a madrugar, no a que los madrugaran. Como buenos revolucionarios, ambos sonorenses suponían lo que sus opositores preparaban. La intentona golpista era ya, un secreto a voces, en la capital del país. Así, el 2 de octubre, Amaro se movió con rapidez, puso mil hombres a custodiar el Castillo de Chapultepec -donde se encontraban el presidente Calles y el candidato Obregón- y desarticuló el movimiento golpista en la ciudad de México. Las maniobras militares en Balbuena se llevaron a cabo en medio de un ambiente, incluso, festivo y al terminar, Calles, Obregón y Amaro, regresaron al Castillo para decidir la suerte que debían correr sus adversarios. 

La noche del 2 de octubre, el general Serrano se paseaba nervioso en uno de los salones del hotel Bellavista. Esperaba noticias halagüeñas de la ciudad de México, pero en su fuero interno sabí­a que su destino se precipitaba hacia el vacío. 


Todo un bon vivant
Le gustaba el coñac Hennesy 5 estrellas. Era un hombre simpático, ocurrente y dispendioso. Aunque se lamentaba de su baja estatura Obregón le llamaba mi dedo chiquito, sabí­a portar el uniforme militar con garbo, y siendo bien parecido, hací­a suspirar a más de una mujer. Débil frente al sexo femenino, no había francachela nocturna en que no buscara los brazos de una mujer de cintura estrecha y amplias caderas. Sin más, el general Francisco R. Serrano era un bon vivant. 

Originario de Sinaloa pero sonorense por conveniencia, Serrano acompañó a Obregón durante los años más violentos de la revolución. Se ganó la confianza del caudillo quien lo nombró jefe de su estado mayor. El bueno humor y ciertas ocurrencias --como haberle concedido grado militar a un civil para acusarlo de insurrección y poder fusilarlo conforme a la ley le ganó las simpatí­as de los sonorenses. Acompañaba a Calles en la defensa de Agua Prieta en 1915 donde asestaron el golpe final a la División del Norte y se sumó a la rebelión contra Carranza, encabezada por Calles y Adolfo de la Huerta en 1920.

La lealtad tuvo su recompensa. Serrano fue subsecretario y secretario de Guerra durante el cuatrienio de Obregón (1920-1924) y no tuvo empacho en sumarse a la purga revolucionaria ordenada por Obregón, que vio sus momentos más cruentos durante la rebelión delahuertista. De esa forma, el régimen acabó con viejos revolucionarios como Francisco Murguí­a, Salvador Alvarado, Rafael Buelna y Manuel M. Diéguez, entre otros. 
Entre 1926 y 1927, Calles le entregó a Serrano la gubernatura del Distrito Federal y desde su posición le dio rienda suelta a sus pasiones: las parrandas, el coñac y las mujeres. La estrella de los vencedores habí­a iluminado su camino desde los primeros años de la revolución, siempre junto a los sonorenses. Pero sin lí­mite alguno, de pronto se vio a sí mismo, sentado en la silla presidencial. Serrano prestó oí­dos al canto de las sirenas de la política y sin medir las consecuencias, de la noche a la mañana firmó su sentencia de muerte al aceptar la candidatura en contra de la reelección de su antiguo jefe, el invicto Álvaro Obregón. 

A sangre y fuego

Ataron sus manos con cable eléctrico. Un metro para cada uno. Al cabo de unos minutos, las muñecas de los catorce detenidos comenzaron a sangrar. Entre gritos y protestas, cada prisionero fue puesto bajo la custodia de tres soldados. Serrano le reclamó airadamente al coronel Hilario Marroquí­n --un siniestro oficial a quien no le temblaba la mano-- el trato que le estaban dando a sus compañeros. Como única respuesta obtuvo un brutal golpe en el rostro con la cacha de una pistola. El general Claudio Fox, aún más siniestro que su lugarteniente, observaba complacido a unos metros de distancia. Sobre Huitzilac caí­a la tarde del 3 de octubre de 1927. 

Las horas habí­an transcurrido con irritante lentitud desde los primeros minutos del día. Muy temprano por la mañana, Serrano y sus acompañantes fueron aprehendidos en el domicilio de un amigo suyo, en Cuernavaca. Instruido desde lo alto del castillo de Chapultepec donde viví­a y despachaba el presidente Calles, el gobernador de Morelos envió un batallón a detener a Serrano. La súbita llegada de las fuerzas armadas fue el mejor indicador de que el golpe en la ciudad de México habí­a fracasado por completo.

Varios soldados catearon el interior de la casona y no encontraron armas o documentos que comprometieran a los detenidos con la fallida intentona golpista del dí­a anterior. Las únicas armas halladas fueron las que portaban reglamentariamente Serrano y tres generales más, nada como para hablar de una rebelión. 

Hasta la otrora recámara de Carlota en el castillo de Chapultepec, donde se encontraban deliberando Calles, Obregón y el secretario de Guerra, Joaquín Amaro, llegó un despacho procedente de Cuernavaca donde se informaba que Serrano y trece individuos más, estaban finalmente en poder del gobierno. 

Los tres hombres guardaron algunos minutos de silencio. Obregón se atusaba el bigote con la mano izquierda y a pesar de la gravedad del momento, no perdí­a el buen humor. Estaba a punto de liquidar a su opositor y la silla presidencial, reluciente, lo esperaba. Su dedo chiquito lo había traicionado y tení­a que hacerlo pagar. Para nadie era un secreto que el invicto general llevaba la voz cantante en aquella reunión, casi todos los oficiales que llegaban al salón de acuerdos, se dirigí­an en primera instancia a él, y luego, al presidente Calles. 


Sin mucho meditarlo, Obregón expresó lo que se convertirí­a en una orden: ¿Para qué traerlos a México, si de todos modos se ha de acabar con ellos? Es preferible ejecutarlos en el camino. Calles y Amaro asintieron. El presidente pensó en el general Roberto Cruz, para desempeñar tan delicada encomienda meses después sería el encargado de ejecutar al padre Pro, pero Cruz pidió ser relevado debido a su amistad con Serrano. Entonces Amaro, sacó sus ases bajo la manga y mandó llamar a su incondicional Claudio Fox que tenía cuentas pendientes con Serrano. 

Cerca del mediodía, Fox se presentó en el castillo y recibió la orden por escrito: Sírvase marchar inmediatamente a Cuernavaca acompañado de una escolta de 50 hombres para recibir a los rebeldes Francisco R. Serrano y personas que lo acompañan, quienes deberían ser pasados por las armas sobre el propio camino a esta capital por el delito de rebelión contra el gobierno constitucional de la república. La orden estaba firmada por el presidente Plutarco Elías Calles y llevaba la bendición de Álvaro Obregón. 

Serrano quiso creer que su vieja amistad y la lealtad de otros tiempos hacia el caudillo, serían suficientes para ayudarlo a sortear el trance mortal en que se hallaba pero conforme transcurrieron las horas se dio cuenta que había cruzado el punto sin retorno. A Cuernavaca llegaron las órdenes de trasladar a los prisioneros a Tres Marí­as donde debían ser entregados al general Claudio Fox. 

La carretera fue cerrada entre el poblado de Tres Marías y Huitzilac. En este último sitio, los prisioneros fueron bajados de los automóviles que les habí­an servido de transporte. Serrano estaba acompañado por los generales Carlos A. Vidal, Miguel A. Peralta y Daniel Peralta; por los licenciados Rafael Martí­nez de Escobar ex diputado constituyente y Otilio González, el ex general Carlos V. Araiza y los señores Alonso Capetillo, Augusto Peña, Antonio Jáuregui, Ernesto Noriega Méndez, Octavio Almada, José Villa Arce y Enrique Monteverde. En total sumaban catorce individuos que esperaban ser devorados por la revolución. El sol se ocultaba entre las montañas de la vieja carretera a Cuernavaca, un viento frío anunciaba el desenlace y la muerte preparaba su festín. 

Varios de los prisioneros pidieron clemencia o cuando menos unos minutos para escribir algunas lí­neas a sus familias, a sus esposas o hijos. El general Fox se alejó de la escena dejando a cargo de las ejecuciones al coronel Marroquín, que con una pistola en una de las manos y una ametralladora Thompson en la otra, proferí­a toda clase de insultos. 

Serrano volvió a increparlo y Marroquí­n le disparó a quemarropa en el pecho. A pesar de las heridas mortales, el general mostró una fortaleza inaudita y permaneció de pie observando fijamente a Marroquí­n quien volvió a dispararle. Una vez en el suelo pateó su rostro, antes de darle el tiro de gracia. Aprovechando la confusión, el ayudante de Serrano, Noriega Méndez, logró zafarse del cable que lo ataba y se lanzó sobre Marroquí­n para abofetearlo y escupirle. El coronel le disparó con la pistola y la ametralladora. 

Al ver la dramática escena, el resto de los prisioneros intentaron darse a la fuga. Algunos fueron cazados como animales; otros permanecieron estoicamente en su lugar en espera de la muerte. Las balas expansivas atravesaban los cuerpos, los tiros de gracia sacudían por última vez los cadáveres, las bayonetas atravesaban todo lo que encontraban a su paso, haciendo correr la sangre a unos metros de la carretera federal. 

Como buenos revolucionarios, una vez cumplida su misión, los asesinos tomaron su tiempo para saquear los cadáveres. Antes de llevarlos al Hospital Militar, los cuerpos fueron trasladados al Castillo de Chapultepec. Se dice que Obregón vio uno por uno y señalaba: a esta rebelión ya se la llevó la chingada y cuando se detuvo frente al cadáver de Serrano, dijo: Pobre Panchito, mira como te dejaron. 

Fieles a la costumbre, al otro día los diarios capitalinos dieron a conocer el parte oficial entregado por el gobierno que nada tenía que ver con la realidad: El general Francisco R. Serrano, uno de los autores de la sublevación, fue capturado en el estado de Morelos con un grupo de sus acompañantes por las fuerzas leales que guarnecen aquella entidad y que son a las órdenes del general de brigada Juan Domí­nguez. Se les formó un consejo de guerra y fueron pasados por las armas. Los cadáveres se encuentran en el Hospital Militar de esta capital. 

Serrano fue sepultado en el panteón Francés y tiempo después, casi de manera clandestina, catorce cruces fueron colocadas a un costado de la carretera vieja a Cuernavaca, dando testimonio, aun hoy en día, del lugar donde se perpetró la terrible matanza de Huitzilac.

martes, 13 de mayo de 2014

LOS CONQUISTADORES

LOS CONQUISTADORES es la denominación que suele definir a los generales que extendieron el dominio de los imperios a los que pertenecían. Algunos de los conquistadores más destacados de la historia universal han sido: Ciro II el Grande, Alejandro Magno, Julio César, Atila, Gengis Kahn, Tamerlán, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Napoleón Bonaparte y Adolf Hitler.

También se suele utilizar la denominación genérica de conquistadores, sobre todo en los idiomas no españoles, para denominar a los exploradores y guerreros españoles que conquistaron gran parte de América durante el siglo XVI.

Ciro II el Grande 590 a. C. a 530 a. C. fue el fundador del Imperio Aqueménide. Sus conquistas se extendieron sobre Media, Lidia y Babilonia, desde el Mar Mediterráneo hasta la cordillera del Hindu Kush, creando así el mayor imperio conocido hasta ese momento. El imperio fundado por Ciro mantuvo su existencia durante más de doscientos años, hasta su conquista final por Alejandro Magno 332 a. C.
Alejandro III de Macedonia, transliterado como Megas Alexandros; Pella, 21 de julio de 356 a. C. - Babilonia, 13 de junio de 323 a. C., rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte. Es considerado uno de los líderes militares más importantes de la Historia, por su conquista del Imperio Aqueménide.

Tras la unificación de múltiples ciudades-estado de la antigua Grecia bajo el dominio de su padre, Filipo II de Macedonia tarea que el hijo tuvo que repetir dos veces a causa de la rebelión de los griegos del sur tras la muerte de Filipo, Alejandro conquistó el Imperio Aqueménide, incluyendo Anatolia, Siria, Anatolia, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia, y amplió las fronteras de su propio imperio hasta la región de Panyab. Antes de su muerte, Alejandro había hecho planes para girar hacia el oeste y conquistar Europa. También quería continuar la marcha hacia el este para encontrar el fin del mundo, ya que su tutor durante su niñez, Aristóteles, le había contado historias sobre el lugar donde la Tierra acababa y empezaba el Gran Mar Exterior. Alejandro integró extranjeros en su ejército y administración, lo que ha sido definido por algunos académicos como una "política de fusión". Favoreció el matrimonio entre miembros de su ejército y extranjeras, y lo practicó él mismo. Tras doce años de campañas militares continuas, Alejandro murió, posiblemente de malaria, fiebre tifoidea o encefalitis vírica.
Con ello, su dinastía, encarnada en individuos incapaces o de corta edad, llegó a su fin, y su imperio fue repartido entre sus generales, los llamados diadocos sucesores, pero sus conquistas resultaron en siglos de dominio y colonización griegas sobre áreas lejanas, conocido como período helenístico, una combinación de las culturas griega y mesoriental.
Roma vivió su período de máximo crecimiento territorial bajo la República romana 509-27 a. C. Bajo dicho régimen, Roma se vio envuelta en una serie de guerras que hacia el 290 a. C. la habían hecho dueña de Italia. Con el fin de expandir su influencia y garantizarse el control sobre la rica isla de Sicilia y posteriormente el de Hispania, el primer gran conflicto internacional en el que se vio envuelta fue el de las tres Guerras Púnicas contra Cartago. El general más célebre de la primera guerra 264-241 a. C., desarrollada en Sicilia, fue del bando enemigo, el general cartaginés Amílcar Barca. Con su derrota, Roma ganó Sicilia y Cerdeña, y se convirtió en una gran potencia mediterránea.

En la Segunda Guerra Púnica 219-201 a. C. Roma se enfrentó a Cartago por el dominio de Hispania y del Mediterráneo. En el conflicto, el más célebre de los tres, se enfrentaron los dos generales del momento: el romano Publio Cornelio Escipión el Africano, considerado uno de los mejores generales de la edad antigua, destacado por su ingenio y perspicacia para engañar al enemigo y motivar a su tropa, y que fue el único general romano capaz de derrotar al audaz Aníbal. Escipión ganó para Roma toda la costa mediterránea de Hispania, y, mediante la Batalla de Zama, se hizo con el control efectivo del África mediterránea occidental. Tras esta guerra, Roma pasaría a ser la principal potencia mediterránea. En la Tercera Guerra Púnica 149-146 a. C. Cartago fue destruida por Publio Cornelio Escipión Emiliano, famoso por haber ganado el interior de la Península Ibérica a Roma al vencer las Guerras Celtíberas 182-133 a. C.

Afianzado su dominio occidental, Roma se centró en el mediterráneo oriental, donde destacaron Lucio Emilio Paulo Macedónico, que anexionó Macedonia 168 a. C. Mario y Sila, que se hicieron con Numidia en la Guerra de Jugurta 112 a. C.-105 a. C. y que afianzaron la presencia romana en Asia Menor Sila, en la Primera Guerra Mitridática, 88-85 a. C. y en el sur de la Galia Mario en la Guerra Cimbria, 101 a. C.

Pompeyo Magno 106-48 a. C. fue uno de los generales más destacados de la siguiente generación, ganándose el sobrenombre Magno a semejanza de Alejandro de Macedonia. Primeramente reconquistó la Hispania revelada de Quinto Sertorio 77-73 a. C. y, comandó junto a Lucio Licinio Lúculo las tropas en la Tercera Guerra Mitridática 75-65 a. C. partió hacia Asia Menor, donde conquistó el Reino del Ponto, Siria, Judea, y toda Asia Menor. También Marco Licinio Craso se destacó por entonces venciendo a Espartaco

Socio político y después enemigo de Pompeyo fue Julio César, sin duda el conquistador romano más célebre, y una de las personalidades históricas de mayor renombre. De gran inteligencia, sagacidad y con una gran capacidad de previsión, Julio César destacó por haber ganado la Guerra de las Galias 58-51 a. C. en la que se enfrentó y derrotó a centenares de tribus galas. En su informe de las mismas, De Bello Gallico, César relata la conquista mediante una serie de astutas estratagemas y unas pocas batallas que lo colocaron en el primer plano como uno de los militares de más éxito y economía de medios de la historia. También provocó, mediante su famoso cruce del Río Rubicón, la Segunda Guerra Civil de la República de Roma 49-45 a. C., en la que venció a los republicanos encabezados por Pompeyo, y estableció su dictadura personal sobre Roma, al tiempo que convertía a Egipto en un cliente romano.

Tras su asesinato 44 a. C., sus sucesores, Marco Antonio y Octavio Augusto, se enfrentaron entre sí en un conflicto del que salió vencedor el segundo, quien se hizo con el control definitivo del Estado romano y fue proclamado príncipe y emperador que en conflictos anteriores había sido fieles aliados de Roma, Roma controlaba todas las costas mediterráneas, y se adentraba hasta el Danubio y el Rin en el norte, y hasta el río Tigris en el este. Dentro del régimen imperial, destacarían por sus conquistas Claudio, que anexionó Britania y Mauritania (aunque no dirigió personalmente a las tropas, sino que se encargó de la logística y la estrategia general); Vespasiano, que participó en las campañas británicas de Claudio y aplastó una gran revuelta en Galilea.

Trajano 53-117, en 106 d. C. pacificó las regiones germánicas por los próximos 200 años; en 115 suprimió la gran revuelta judía en todo Oriente próximo, conquistó Dacia, Arabia Pétrea, Armenia, Mesopotamia, y Asiria, derrotando así al imperio parto, y llevó al imperio romano a su máxima extensión territorial.

Aureliano, que heredó un imperio fragmentado él sólo controlaba Italia y África occidental y lo reconquistó; Diocleciano, que aplastó a los germanos y reunificó el Imperio; Juliano el Apóstata, que derrotó a los germanos en la Galia, y luego invadió Germania, haciéndoles pagar tributo; Aecio, llamado «el último de los romanos» que derrotó a Atila en la Batalla de los Campos Cataláunicos 451 d. C. y recobró los territorios conquistados por aquél.

Atila 406-453 fue el último y más poderoso líder de los hunos. Gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo desde el 434 hasta su muerte. Sus posesiones se extendían desde Europa Central hasta el Mar Negro, y desde el Danubio hasta el mar Báltico. Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos de los Imperios romanos Oriental y Occidental: invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla en la segunda de las ocasiones. Marchó a través de Francia hasta llegar incluso a Orleans antes de que le obligaran a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos Châlons-sur-Marne, y logró hacer huir al emperador Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452.

Su imperio murió con él y se convirtió en una figura legendaria de la historia de Europa. En gran parte de la Europa Occidental se le recuerda como el paradigma de la crueldad y la rapiña. Algunos historiadores, en cambio, lo han retratado como un rey grande y noble, y tres sagas escandinavas lo incluyen entre sus personajes principales.

Genghis Khan fue un conquistador mongol que, al mando de una confederación de pueblos nómadas con un ejército de arqueros a caballo, se caracterizó por conquistar un territorio que se extendía desde Europa Central hasta el sur de Asia, probablemente el más extenso de la Historia conquistado por un solo hombre. Entre los reinos conquistados se encontraban el de la Imperio Jin en el norte de China 1211-1216, el Imperio tanguta, el Kanato de Kara-Kitai y el Imperio corasmio. Gengis Kan significa en lengua mongol «el emperador de todos los hombres».

Túpac Yupanqui nació en el Cuzco, como hijo del inca Pachacútec y de su esposa la coya Anahuarque. Su nombre se traducía el Resplandeciente y desde temprano fue señalado por su padre Hatun Auqui o príncipe heredero. Tenía 16 años aproximadamente cuando su padre lo designó como correinante. Fue un guerrero nato y expandió las fronteras del Imperio reforzó las fortalezas en el Reino del Cuzco. Fue uno de los mayores conquistadores que haya producido la raza amerindia, aunque su propio hijo Huayna Cápac y posteriormente Atahualpa expandieron las fronteras imperiales más allá de sus dominios. En el siglo XV Túpac conquisto el reino Cañari Ecuador, llegando a los límites del reino de Quito, siendo otra de sus famosas conquistas, la del Imperio Chimú, integrando al Tahuantinsuyo toda la costa norte del Perú, conquisto casi toda Bolivia y las dos terceras partes de Chile, llegó al este hasta el país de los Mojos. Cruzó dos veces la línea ecuatorial y cuatro el Trópico de Capricornio.

Existe también cierta fábula acerca de una supuesta expedición a la Oceanía, que habría zarpado de Manta en procura de dos islas: Ninachumbi, la isla del Fuego, y Ahuachumbi, la isla Alejada, pero la arqueología no apoya tal elucubración. Murió en su palacio de Chinchero, luego de veintidós años de reinado. Sus vasallos lo llamaron Túpac Yaya, Padre de todos los Hombres, por ser el "Señor que tanto los amaba y tanto bien les hacía". También lo nominaron el Grande y el Justiciero.

En 1519 Hernán Cortés al mando de un ejército español-totonaca-tlaxcalteca guerreo al Imperio azteca derrotándolo en 1521. El hecho es conocido como la Conquista de México y dio lugar a la formación de un reino, el Virreinato de Nueva España.

En 1531, después de dos expediciones fallidas, Francisco Pizarro dio inicio a la Conquista del Perú, también afectada por entonces por una gran epidemia de viruela, que al igual que en México había diezmado el Inca y llevado al imperio a una guerra civil. Pizarro emboscó al Inca Atahualpa para luego asesinarlo y comenzar a tomar control del imperio, que nunca llegó a ser completo, pues durante toda la etapa de implantación de colonias continuarían los focos de resistencia, las zonas libres y las insurrecciones quechuas.

Simultáneamente con la conquista se produjo una notable reducción de la población indígena, llegando a desaparecer completamente en algunos casos. Distintos investigadores y sectores han planteado el fenómeno mientras la comunidad científica lo resuelve como un dilema historicista: genocidio o enfermedades traídas de Europa, o a una combinación sincrética de ambos factores.

A diferencia de otros países Europeos los conquistadores Españoles no tuvieron prejuicios para mezclarse con la población nativa. Una práctica habitual de los pueblos nativos por ejemplo, era ofrecer, tras una derrota militar, como signo de amistad y en señal de paz, a sus mujeres para "hacer generación", es decir, tener descendencia, inaugurar un nuevo linaje, con sus nuevos aliados.

Napoleón Bonaparte 1769-1821 fue emperador de Francia y Rey de Italia después de la Revolución francesa.

Es considerado un genio militar,[cita requerida] habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con derrotas igual de estrepitosas. Sus guerras de conquista se convirtieron en las mayores guerras conocidas hasta entonces en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos hasta entonces. Durante el periodo de poco más de una década, adquirió el control de casi todo el occidente y parte central de Europa por conquistas o alianzas y solo fue tras su derrota en la Batalla de las Naciones cerca de Leipzig en octubre de 1813 que se vio obligado a abdicar unos meses más tarde. Regresó a Francia en lo que es conocido como los "Cien Días" y fue decisivamente derrotado en la Batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815.

Adolf Hitler (1889-1945), político alemán de origen austriaco, estableció un régimen nacionalsocialista en el que recibió el título de Reichskanzler canciller imperial y Führer caudillo, líder o guía. En esa condición apoyó el franquismo en España y el fascismo en Italia, y conquistó primero Austria y los Sudetes y luego Checoslovaquia, en 1938. Al año siguiente conquistó Polonia en 1939, desencadenando la Segunda Guerra Mundial, en cuyo transcurso conquistaría también Holanda, Bélgica, Francia , Crimea , Noruega , Dinamarca y países del este y ordenaría el Holocausto del pueblo judío. La expansión de sus conquistas fue frenada por la Unión Soviética en la Batalla de Stalingrado en 1942-1943. El ingreso de Estados Unidos a la guerra debido al ataque de Japón, lo llevó también a integrar el grupo de aliados contra Hitler. Terminó suicidándose pocas horas antes de que su refugio en Berlín cayera en manos soviéticas.