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miércoles, 21 de junio de 2017

SADUCEOS



Los SADUCEOS, también conocidos como zadokitas, son los descendientes del Sumo Sacerdote Sadoq, de la época de Salomón. El nombre de Sadoq significa «justicia» o «rectitud», por lo que saduceos puede interpretarse como justos o rectos.
Podría ubicarse su génesis como un partido político en el siglo II a. C.; desaparece en algún momento después del siglo I a. C. Se dice de sus rivales, los fariseos, que se originaron en el mismo periodo, pero que sobrevivieron como posteriores agrupaciones del Judaísmo Rabínico. Caifás era saduceo. Desde su cargo de sumo sacerdote fue responsable –según el Nuevo Testamento– del enjuiciamiento y sentencia de Jesucristo.
Flavio Josefo ha proporcionado la mayor información disponible sobre los saduceos. Escribió que eran un grupo belicoso, cuyos seguidores eran ricos y poderosos, y que les consideraba groseros en sus interacciones sociales. Sabemos también algo de ellos por discusiones en el Talmud, el corazón del Judaísmo rabínico, fundamentado en enseñanzas del Judaísmo farisaico.
El origen de los saduceos probablemente se remonta a la protesta de muchos sacerdotes, cuando en el año 175 a. C. se interrumpió el ejercicio y la sucesión legal del Sumo Sacerdocio en el Templo de Jerusalén. El cargo fue comprado al rey seléucida Antíoco IV Epífanes y lo usurpó Jasón, hermano de Onías III y legítimo Sumo Sacerdote (2 Macabeos 4:7-20). La venta del Sumo Sacerdocio por el rey seléucida recayó luego en Menelao, hermano del administrador del Templo, quien logró derrotar a Jasón (2 Macabeos 4:24-26). El comercio del más alto cargo religioso tuvo como corolario la sustitución de las costumbres judías por las griegas, la imposición del culto a los dioses griegos y la persecución de los judíos que seguían fieles a la Ley.
El sacerdote Matatías, con su hijo Judas Macabeo y sus demás hijos desencadenaron una rebelión guerrillera, que finalmente logró en diciembre de 164 a. C. la Purificación del Templo (1 Macabeos 4:36-61; 2 Macabeos 10:1-8). Después de luchas contra Demetrio I Sóter, quien intentó imponer como Sumo Sacerdote a Álcimo, y tras la muerte en combate de Judas Macabeo, su hermano Jonatán fue designado etnarca o cabeza de la agrupación en 149 a. C.. Asesinado Jonatán, su hermano Simón Tasí asumió el cargo de etnarca y además fue confirmado en 142 a. C. como Sumo Sacerdote por el nuevo rey Demetrio II. En 141 a. C. se convirtió en gobernante independiente y desde ahí se afianzó la preeminencia en el Templo de un grupo de sacerdotes, que luego serían conocidos como partido saduceo. El anterior Sumo Sacerdote Onías III y un grupo de seguidores no habían reconocido las nuevas jerarquías y establecieron otro Templo en Leontópolis (Egipto).
Los saduceos apoyaron firmemente al hijo de Simón, Juan Hircano, quien además de ejercer como Sumo Sacerdote, en la práctica se hizo rey (134-104 a. C.) y logró convertir el nacionalismo defensivo macabeo, en un nacionalismo agresivo y expansivo, que le permitió conquistar a los países y pueblos vecinos, a los cuales obligó a judaizarse. De esta época data el enfrentamiento frontal de los saduceos con los fariseos, opositores a Juan Hircano. Las diferencias religiosas entre los dos grupos se plasmaron en choques políticos que se agudizaron durante el reinado de los dos hijos de Juan Hircano, Aristóbulo I (104-103 a. C.), quien encarceló a su propia madre y la dejó morir de hambre en prisión, y Alejandro Janeo (103-76 a. C.). Este último hizo crucificar a 3.000 fariseos que se habían rebelado.
La viuda de Alejandro Janeo, Alejandra Salomé, que reinó del 76 al 67 a. C., rechazó la hegemonía saducea y rehabilitó a los sacerdotes fariseos. Su hijo Hircano II, como Sumo Sacerdote, tuvo el apoyo fariseo. El hermano menor de éste, Aristóbulo II, se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a Hircano II, quien buscó refugio entre los nabateos, con cuyo rey Aretas III y con apoyo fariseo sitió a Jerusalén en 65 a. C., pero fue derrotado porque los romanos apoyaron a Aristóbulo II.
Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén en 63 a. C. y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antípatro ejercía de hecho como gobernante de Judea. En 40 a. C., Antígono, hijo de Aristóbulo II, con apoyo del Imperio Parto y de los saduceos, tomó el poder, detuvo y mutiló a Hircano II. Herodes, que había huido, y el general romano Socio reconquistaron Jerusalén en 37 a. C. El poder de los saduceos comenzó a decaer paulatinamente desde entonces, aunque se mantuvo, relegado al Templo, por un siglo.

lunes, 12 de junio de 2017

PONTÍFICE



PONTÍFICE. El Papa es Obispo de Roma, Vicario de Jesucristo, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolita de la provincia Romana, Soberano del Estado Vaticano, Siervo de los Siervos de Dios.

El más importante es el último, el de los Siervos de los Siervos de Dios, que fue un título que fue acuñado por primera vez por el Papa San León Magno.

Cuando Jesucristo instituye su Iglesia, hizo de Simón Pedro, el rudo pescador del lago de Bethsaida en Galilea, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella y lo instituyó pastor del rebaño. El Papa no tiene otro oficio que el de ser depositario de las llaves de la Iglesia y pastor del gran rebaño que forma la Iglesia Católica.

Esta sucesión de personas, desde San Pedro hasta nuestros días, se ha continuado a través de 21 siglos en la persona que todos conocemos hoy como Santo Padre, Papa, o Sumo Pontífice de la Iglesia Universal. San Pedro recibió de Jesucristo este poder de “atar y desatar” y se ha ido transmitiendo a través del tiempo. Él residió primero en Antioquia, después, de acuerdo a lo que dice el cronista del año 354, por 25 años residió en Roma en donde encontró el martirio en el año 64 o 67 de nuestra era. Muchos de sucesores han pagado con su sangre la fidelidad a esta sucesión. Desde esa época el Papa vive en Roma con excepción del período en que los Papas vivieron en la ciudad francesa de Avignon a finales del siglo XIV.

Roma es pues, la ciudad de los Papas. Existe una bella tradición que nos recuerda el por qué se ha tenido a Roma como la ciudad de residencia de los Papas. Se cuenta que una noche San Pedro huía de la ciudad de Roma, presa del miedo y el descorazonamiento. Huía por la via Appia, la avenida de los largos cipreses. Sería la madrugada cuando justo a las afueras de la puerta de San Sebastiano, habiendo ya burlado la guardia romana, se encuentra con Cristo que viene por el camino en dirección contraria a Pedro. Éste se sorprende y le pregunta sorprendido: “¿Adónde vas Señor?” (Quo vadis Domine, en latín). Y Jesús se dice que le respondió: “Voy a Roma a ser crucificado de nuevo” Y en uno de esos arranques de generosidad, muy propios del temperamento primario de aquel pescador de Bethsaida, Pedro desanda sus pasos y vuelve a la ciudad de Roma.

Hoy en día, la Iglesia de “Quo vadis?” nos recuerda este momento dramático en la vida de San Pedro. Además, algunos estudios arqueológicos han demostrado que justo debajo del Altar de la Confesión en la Basílica de San Pedro, se han encontrado los huesos de quien se cree fue San Pedro.

Al Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, le toca ser el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, tanto de los obispos, como de la muchedumbre de los fieles. A él le corresponde confirmar en la fe a todos sus hermanos, es decir a todos los católicos. “El Romano Pontífice goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral”.

Es para todos los católicos una gracia muy especial el saber que las enseñanzas del Papa son las mismas enseñanzas que las enseñanzas de Cristo. Los católicos no creemos simplemente en lo que dice el Papa. Sabemos que lo que dice el Papa es lo mismo que ha dicho Cristo. El Papa goza de esa asistencia especial de Cristo de forma que no pueda equivocarse en todo lo relacionado con la fe. Esta ayuda especial es lo que se llama la infalibilidad.

Junto con el oficio de Maestro está también el de Pastor que Cristo le da a Pedro al final del evangelio de San Juan. Por tres veces Cristo le pregunta a Simón Pedro si le ama y ante la respuesta afirmativa de Pedro, Jesús le ordena “Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas... Apacienta mis ovejas”. Tres veces le pregunta y tres veces le responde. ¿Mayor confirmación que ésta para darle el encargo de Pastor universal de los hombres? Y así lo entendieron los apóstoles desde aquellos tiempos. Sabían que Pedro tenía un lugar privilegiado entre ellos, por indicación del mismo Cristo. Por lo tanto, al Sumo Pontífice le corresponde también ser el Pastor Universal de la Iglesia Católica. Como Pastor debe guiar a las ovejas hacia los mejores pastos, debe ayudarlas en sus necesidades y dificultades.

viernes, 2 de junio de 2017

LAS MONJAS BRÍGIDAS



La Orden del Santísimo Salvador, también conocida como la Orden Brigidina es una orden religiosa católica fundada en la Edad Media en Suecia por Santa Brígida y aprobada por el papa Urbano V en 1370. Observa las reglas y cánones agustinos. Sus miembros portan un hábito gris y llevan una vida de estudio y oración basada en la pasión de Jesucristo y en alabanzas a la Virgen María
Originalmente fue una orden con monasterios mixtos, pero en la actualidad la gran mayoría de comunidades consiste únicamente de monjas, y sólo hay un monasterio de monjes. De gran relevancia en la Europa medieval, con la reforma protestante la orden fue severamente dañada. A partir del siglo XIX comenzó su restauración mundial.
Las reglas de la orden, contenidas en las Apariciones Celestiales de Santa Brígida, conservaba un carácter simbólico medieval. Cada monasterio debía albergar 60 monjas (de las cuales 4 hermanas legas), 13 presbíteros (en relación a los 13 apóstoles, incluyendo a San Pablo), 4 diáconos (en honor a los cuatro principales Doctores de la Iglesia: Agustín, Ambrosio, Gregorio y Jerónimo), y ocho hermanos legos. El número total de personas debía ser igual a los 13 apóstoles más los 72 discípulos.
Santa Brígida presentó las reglas de su orden al papa Urbano V en Roma. El pontífice aprobó la nueva orden, pero con modificaciones importantes a sus reglas.
Sus miembros tenían que llevar una vida de meditación, contemplación, estudio y predicación, basada en el sufrimiento de Jesucristo durante el viacrucis. El monasterio tenía que tener una rama femenina y una masculina, aisladas entre sí. Bajo la autoridad del obispo local, la directora del convento era una abadesa (en honor a la Virgen María). Las monjas se mantenían en encierro constante, dedicadas al estudio y a la oración. Los monjes, por su parte, eran los encargados de oficiar misa y servir en las confesiones en los conventos y de actuar como predicadores y misioneros itinerantes. El hábito de la comunidad era gris, lo mismo que el manto.
El primer convento de la orden fue el Convento de Vadstena, en la ciudad sueca de Vadstena, que no sería consagrado hasta 1384, después de la muerte de Brígida y su hija, Santa Catalina de Suecia. Al morir la abadesa Ingeborg Knutsdotter en 1412, nieta de Brígida, la comunidad monástica se nombró a sí misma "hijos espirituales de Santa Brígida".
Desde sus inicios, la orden contó con el apoyo económico y la protección de la casa real sueca, condición principal para su pronta extensión en Suecia y Noruega (en ese tiempo parte de Suecia). En Dinamarca, la reina Margarita I, educada por una hija de Santa Brígida, patrocinó la llegada de la orden a inicios del siglo XV. La Orden del Santísimo Salvador llegó a contar con 27 casas, distribuidas en Escandinavia, y contribuyó a la difusión de la literatura y la cultura en la región. Varios monjes brigidinos fueron profesores universitarios en Suecia.
En 1515, la orden se hallaba extendida en varios países europeos y el número máximo de casas monásticas llegó a 80. En Inglaterra, Syon Abbey fue la sede de la orden en el país y se convirtió en la abadía inglesa más rica y relevante.
Con la reforma protestante en Europa, la orden fue sometida a fuertes persecuciones y asesinatos en los países que la adoptaron. En Suecia, el Convento de Vadstena fue saqueado y las monjas se exiliaron a Polonia. La comunidad de Syon Abbey emigró durante el reinado de Isabel I hacia Francia, España y después a Portugal. La mayor parte de los conventos fue destruida en esa época, mientras que otros fueron abandonados.
Con la tolerancia religiosa, algunas comunidades brigidinas regresaron a sus países de origen. La comunidad de Syon Abbey regresó a Inglaterra en 1861. La orden regresó a Suecia, su país original, en 1935.

jueves, 1 de junio de 2017

MONJAS ADORATRICES



Las ADORATRICES Perpetuas del Santísimo Sacramento son una Orden  religiosa católica femenina monacal de derecho pontificio, fundada por la religiosa italiana María Magdalena de la Encarnación. Las religiosas de este instituto son conocidas popularmente como sacramentinas y cada monasterio es independiente.
María Magdalena de la Encarnación, siendo abadesa del monasterio franciscano de Ischia di Castro, con la ayuda del sacerdote Giovanni Antonio Baldeschi, pidió al papa la autorización para fundar una rama independiente, dedicada a la estricta clausura y a la adoración del Santísimo Sacramento. De ese modo el papa Pío IX, concedió a María Magdalena y once compañeras franciscanas, salir de su monasterio y fundar uno nuevo en Roma para cumplir el fin establecido. El primer monasterio de la congregación fue el de San Joaquín y Santa Ana alle Quattro Fontane, donde se establecieron el 8 de julio de 1809.
Las monjas fueron expulsadas del monasterio, durante la invasión de Roma de las tropas francesas. Las religiosas se establecieron en Porto Santo Stefano. Regresaron el 24 de mayo de 1814, cuando Pío VII recuperó el poder de Roma. El mismo papa aprobó la Orden el 13 de febrero de 1818.
Las monjas sacramentinas siguen la Regla de San Agustín y la administración es descentralizada, es decir, cada monasterio es independiente. Para unir esfuerzos se ha creado la Federación Italiana de Monjas Sacramentinas comprendiendo los de Austria, España y Kenia, conservando la autonomía monástica. Los monasterios presentes en América se mantienen fuera de la federación. Dichos monasterios se han levantado siempre al interno de las ciudades y no a las afueras como era la costumbre de las órdenes monásticas. La razón es que la fundadora pretendía con ello la santificación de los centros urbanos.
Las monjas se dedican a la adoración perpetua del Santísimo Sacramento siempre expuesto en el altar. Portan un hábito que se conforma de una túnica blanca con escapulario rojo y velo negro.
En 2015, la Orden contaba con unas 853 monjas y 60 monasterios, presentes en Austria, Chile, España, Estados Unidos, Italia, Kenia y México.

FARISEOS



Los FARISEOS era una comunidad judía que existió hasta el segundo siglo de la presente era. El grupo atribuía su inicio al período de la cautividad babilónica 587 a. C.-536 a. C. Algunos sitúan su origen durante la dominación persa o los consideraban sucesores de los jasídim, devotos. Se definieron como partido durante la revuelta de los macabeos contra los invasores seléucidas 167 a. C.-165 a. C. Fueron coetáneos de saduceos, esenios y zelotes. Este grupo es citado numerosas veces en los Evangelios del Nuevo Testamento.

A diferencia de los saduceos, los fariseos lograron que sus interpretaciones fueran aceptadas por la mayoría de los judíos. Por ello, tras la caída del Templo, los fariseos tomaron el control del judaísmo «oficial», y transformaron el culto. El más alto representante del judaísmo era el Sumo Sacerdote, cargo que debido a la destrucción del templo se volvió innecesario; así el culto pasó a la sinagoga. De los antiguos fariseos surgió la línea rabínica ortodoxa de los doctores de la ley que fue la que redactó los distintos Talmud. 
Los fariseos se opusieron a la política del Sumo Sacerdote Juan Hircano (134-104 a. C.), quien actuó apoyado por los saduceos. Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo, vivía más como un rey pagano que como un sacerdote judío, y los sectores tradicionalistas criticaban la identificación entre la realeza y el sacerdocio, reclamando una separación de ambas funciones. El líder fariseo Eleazar exigió que Juan Hircano renunciara al sumo sacerdocio. El enfrentamiento de los fariseos contra los saduceos se agudizó durante los reinados de los hijos de este, Aristóbulo I (104-103 a. C.) y Alejandro Janeo (103-76 a. C.) Este último reprimió un levantamiento popular e hizo crucificar a tres mil fariseos. La viuda de Alejandro Janeo, Alejandra Salomé reinó del 76 al 67 a. C., rehabilitó a los sacerdotes fariseos y los hizo parte del Sanedrín o senado judío, acrecentando su influencia política y religiosa. La reina nombró a su hijo Hircano II como Sumo Sacerdote, con el apoyo fariseo. El hermano menor de este, Aristóbulo II se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a Hircano II, que buscó refugio entre los nabateos, con cuyo rey Aretas III y con ayuda farisea sitió Jerusalén en el 65 a. C., pero fue derrotado debido a que los romanos apoyaron a Aristóbulo II.
Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén en el 63 a. C., y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antípatro ejercía de hecho como gobernante de Judea. El poder político y religioso de los fariseos se mantuvo así. Muerto Pompeyo, Julio César nombró a Hircano II etnarca de Judea y al hijo de Antipatro, Herodes, como gobernante militar de Galilea.
En el 40 a. C., Antígono Matatías, hijo de Aristóbulo II, con apoyo del Imperio parto y de los saduceos, tomó el poder, detuvo y mutiló a Hircano II. Herodes que había huido y el general romano Socio, retomaron Jerusalén en el 37 a. C. En connivencia con el Imperio romano, Herodes fue rey entre el 37 y el 4 a. C. y contrajo matrimonio con Mariana, hija de Hircano II, a quienes luego ejecutó, provocando la ruptura entre los fariseos y la dinastía herodiana.
En el 4 a. C. el fariseo Saddoq y Judas el Galileo se levantaron llamando a no pagar impuestos a Roma. El hijo de Herodes, Herodes Arquelao y el jefe militar romano Varo reprimieron el levantamiento: dos mil rebeldes fueron crucificados. Se considera que esta sublevación fue el origen de los zelotes, que consideraban que la única forma de quitarse el yugo romano: era a través de alzamiento en armas, tal como intentaron con fatal y trágico resultado. La rebelión acabó con el suicidio colectivo de la asediada Masada. 

martes, 9 de mayo de 2017

PAN Y VINO



La EUCARISTÍA, llamada también Sagrada Comunión, Cena del Señor, fracción del Pan, Santísimo Sacramento, Santos Misterios o Santa Cena, según la tradición de las iglesias católica, ortodoxa, copta, anglicana y algunas denominaciones luteranas, es el sacramento del cuerpo y de la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino, que por medio de la consagración se convierten en su cuerpo y sangre.
En la Iglesia católica, en las Iglesias ortodoxas y en la Iglesia copta, la eucaristía se considera la fuente y culmen de la vida de todo cristiano. De acuerdo al catecismo de la Iglesia católica la eucaristía representaría un signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da prenda de la vida eterna.
La teología católica considera a la eucaristía como un sacramento instituido por Jesucristo durante la Última Cena.          
La Iglesia católica afirma que la institución de la eucaristía por Jesucristo, tal como lo relatan los evangelios sinópticos, se realizó cuando tomando en sus manos el pan, lo partió y se los dio a sus discípulos diciendo:"Tomad y comed, este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros. Del mismo modo, tomó el cáliz y se lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y bebed todos de él, porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.
La Iglesia católica afirma que el pan y el vino al ser consagrados se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo, respectivamente, pese a que los dos elementos (pan y vino) conservan sus accidentes (color, olor, sabor, textura, etc.) Esta conversión es llamada «transubstanciación»
La Iglesia cree que todo Cristo, vivo y entero, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad, está presente en ella, de una forma verdadera, real y sustancial.
Por ello, al creer que la Eucaristía es Cristo mismo, la Iglesia adora a Cristo en este sacramento En virtud de esto, entiende que la eucaristía se destaca del resto de los sacramentos ya que mientras ellos tienen la misión de santificar, en la eucaristía se halla el autor mismo de la santidad
La Iglesia cree que esta presencia permanece mientras las apariencias de pan y vino se mantienen, y que Cristo está presente todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.
Las Iglesias de Comunión Anglicana, sostienen que el pan y el vino una vez consagrados, son el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sin analizar qué pasa con las substancias primarias, simplemente en las palabras del Señor Jesús: «Este pan es mi Cuerpo», «este vino es mi sangre», por eso se le considera, Jesucristo Sacramentado, Presencia Real del Señor Jesús en el Sacramento del Altar. La iglesia luterana, por su parte, confiesa que en el sacramento el cuerpo y sangre de Cristo subsiste junto con los elementos de pan y vino, denominándose esta teoría «consustanciación». La mayoría de iglesias reformadas (bautistas, pentecostales, etc), creen que el pan y el vino no cambian y solo utilizan la eucaristía como una rememoración de la Última Cena. 



lunes, 14 de noviembre de 2016

EL DIABLO



Según el cristianismo, el DIABLO es un ser sobrenatural maligno, y tentador de los hombres; en el Nuevo Testamento se identifica a este ser con el Satán hebreo del libro de Job, con el Diablo del Evangelio de Mateo, con la serpiente del Génesis y con el gran dragón del Apocalipsis, todos como un solo personaje.
Algunas corrientes de brujería moderna consideran que la figura del Diablo se ha tomado de la figura del dios pagano de los brujos, asimilada a Satán en los primeros siglos del cristianismo. Pero son rigurosos al establecer que no existe ninguna relación fuera de la etimológica entre su Diablo también llamado Divell y el Diablo cristiano. Gerald Gardner, el fundador de la Wicca, hace mención de este Divell convertido en Diablo en su libro Witchcraft today, como una forma mitológica del antiguo dios europeo de la Naturaleza. Desde el punto de vista del Satanismo laveyano no es una deidad, sino una representación de los instintos carnales.
La primera vez que aparece mentada la palabra diabolo en castellano es en las Glosas emilianenses del siglo X en una glosa marginal que dice: "Elo tercero diabolo". En los siglos siguientes de la Edad Media diabolo/diablo tiene un uso más extendido que su sinónimo demonio, aunque lo usa Gonzalo de Berceo con el significado de geniecillo o espíritu travieso y divinidad inferior. Precisamente es Berceo quien relata a principios del siglo XIII la leyenda griega de Teófilo en forma de clérigo judío que para alcanzar un mayor grado eclesiástico hace un pacto con Satán —que recibe los calificativos de "falso ángel", "sutil adversario", "mortal enemigo", "cativa bestia" y "maestro savidor"— aunque interviene la Virgen María que se apodera del papel que Teófilo había firmado. Referencias al diabolo/diablo aparecen en el Libro de Apolonio, en el Libro de buen amor del arcipreste de Hita —que también recoge la leyenda de Teófilo— y en el Conde Lucanor del infante don Juan Manuel.
Los nombres más comunes o conocidos con que se nombra al diablo en la Biblia son: Lucifer, Satanás, Belial, Samael, «antigua serpiente», «gran dragón», «Jaldabaoth», «el dios negro», «el dios de este siglo» y «el padre de la mentira». En la República Dominicana y al resto de América Latina, se ha adoptado algunos sinónimos como son: Diale, Diantre y Diache.
Es quien crea y dirige a la Bestia, estructura de poder imperial. El número del diablo, considerado la marca de la bestia, es el seiscientos sesenta y seis 666.
En cambio en el budismo, se le conoce como mara, quien intentó evitar que el Buda Siddhartha Gautama alcanzara la iluminación y destruyera el Ego.
En el hinduismo, se le conoce como lama o Yama, como es el dios de la muerte, el señor de los espíritus de los muertos y guardián del inframundo.
En las culturas andinas, en los Departamentos de Oruro y Potosí en Bolivia, los mineros lo conocen como el tío d la mina. Esta representado con la imagen del diablo, según sus creencias, es el guardián de las minas y su imagen es venerado por los mineros con ofrendas similar a los santos, aunque nada que ver con rituales satánicos. Según la fe de los mineros hacia el tío, es para que no les falten las riquezas.
La chicua en la llanura amazónica del Perú, según la mitología amazónica, es considerado un maligno “diablo” enviado por algún brujo malero, o uno de estos brujos que busca vengarse de alguien. Cuando canta cerca de una casa la gente se pregunta a quién habrá venido a buscar ese maldito pájaro.

martes, 8 de noviembre de 2016

LA GUERRA CRISTERA



La Guerra Cristera también es conocida como Guerra de los Cristeros o Cristiada. Fue una lucha armada entre el Gobierno y la Iglesia de 1926 a 1929. Se peleó entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que estaban en contra de las políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de la Iglesia Católica. Se estima que murieron 250 mil personas entre civiles y militares. 

En 1917 se promulgó una nueva Constitución, en la que se estableció una política de intolerancia religiosa, incluyendo la prohibición de la Iglesia para poseer bienes raíces, prohibición del culto público fuera de las iglesias, el Estado decidiría el número de iglesias y sacerdotes que habría en el país, al clero se le negó el derecho a votar, a la prensa religiosa se le prohibió referirse a asuntos públicos, la educación primaria debía ser laica y a las corporaciones religiosas y ministros de cultos se les prohibió establecer o dirigir escuelas primarias. 

En 1926, el presidente Plutarco Elías Calles promovió instrumentos sobre el artículo 130 de la Constitución para ejercer severos controles, buscando limitar o suprimir la participación de las iglesias en la vida pública. Algunas de estas reglas estaban claramente enfocadas contra el culto católico, como el obligar a los ministros a casarse y prohibir las comunidades religiosas. 

En señal de duelo, muchas iglesias del país suspendieron el culto y el clero convenció a los feligreses de boicotear al gobierno, como el no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno, no comprar billetes de la Lotería Nacional, ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto afectó de forma severa a la economía nacional e inspiró la radicalización de algunos grupos entre los católicos mexicanos. 

Los ciudadanos católicos formaron la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa en marzo de 1925. Su objetivo era lograr la libertad de culto por medios legales, pero fue declarada ilegal y operó de manera clandestina. 

Esta radicalización creció como movimiento social con el objetivo de reivindicar los derechos de libertad de culto en México. Este movimiento creyó en resolverlo a través de un conflicto militar y era independiente de los obispos. En enero de 1927, las primeras guerrillas, compuestas por campesinos, comenzaron el acopio de armas. Los grupos armados se conocían como cristeros y fueron creciendo ante las proclamas de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! Para agregar adeptos a la causa, fue muy eficaz el uso de símbolos religiosos profundamente arraigados en la cultura Mexicana como la Virgen de Guadalupe, anteriormente utilizada con el mismo fin por líderes de la Independencia y la Revolución.

Primero se comenzaron a alzar en los estados de Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán pero pronto se sumó todo el centro del país. Se estima que en 1929 había 20,000 miembros de las fuerzas cristeras. Los obispos mexicanos intentaron rápidamente distanciarse del movimiento armado e intentar negociar la paz solicitando al gobierno de Estados Unidos fungir como mediador. 

El carácter clandestino de los cristeros les impidió mecanismos formales de aprovisionamiento, reclutamiento, entrenamiento y atención médica; sólo podían depender de armamento anticuado, los excedentes de la Revolución de 1910.

Este levantamiento generó una grave ruptura entre los miembros de la Liga Nacional para la Defensa de Libertades Religiosas y los obispos mexicanos, cuya reacción fue una mayor centralización y control de los laicos católicos a través de la Acción Católica Mexicana. Comenzó una larga negociación, fungiendo como mediador el embajador de Estados Unidos en México, Dwight Morrow. Se llegó a un acuerdo de amnistía general para todos los cristeros que eligieran rendirse. Cifras aproximadas señalan que sólo 14 mil personas depusieron las armas, de entre las 50 mil personas que estaban involucradas. 

El Papa Pío XI, reaccionó publicando encíclicas criticando las políticas de los gobiernos de México, Alemania Nazi e Italia por sus políticas anti-católicas. 

El presidente de México anunció que la Iglesia Católica se sometería a la ley pero en realidad se aplicaron “relaciones nicodémicas” (en referencia a Nicodemo, el fariseo que se acercaba a Jesús de noche). En la práctica, el Estado renunció a aplicar la ley y la Iglesia renunció a disputar públicamente las condiciones impuestas. El arzobispo de México se convirtió en el único interlocutor con las autoridades federales, los obispos del país no harían ningún comentario acerca de la política nacional.

Así continuó la situación Estado-Iglesia de México hasta 1992, cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari reanudó relaciones diplomáticas con el Vaticano y promulgó una nueva ley de cultos. El Congreso reformó el artículo 130 de la Constitución, otorgándole personalidad jurídica a la Iglesia.