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domingo, 9 de noviembre de 2014

FIESTA DE LA CANDELARIA



La FIESTA DE LA CANDELARIA o Fiesta en Honor a la Virgen de la Candelaria, es una fiesta popular celebrada por los católicos, en honor de la Virgen de la Candelaria, advocación mariana aparecida en Tenerife Islas Canarias, al suroeste de España, a principios del siglo X. Tiene lugar el 2 de febrero, Día de la Candelaria, y en algunos lugares Canarias, Campillos, Palencia... se extiende durante variados días generalmente por ser la patrona del lugar.

Inicialmente la fiesta de la Candelaria o de la Luz tuvo su origen en el Oriente con el nombre del Encuentro, posteriormente se extendió al Occidente en el siglo VI, llegando a celebrarse en Roma con un carácter penitencial. Aunque según otros investigadores, esta fiesta tuvo su origen en la antigua Roma, donde la procesión de las candelas formaba parte de la fiesta de las Lupercales. Esta celebración se unió más tarde a la liturgia de la Presentación de Jesús en el Templo, asociada a los cirios, antorchas y candelas encendidas en las manos de los fieles.

Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral católico, el 2 de febrero en recuerdo al pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc 2;22-39) y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento (Lev 12;1-8).

La fiesta es conocida y celebrada con diversos nombres: la Presentación del Señor, la Purificación de María, la fiesta de la Luz y la fiesta de las Candelas; todos estos nombres expresan el significado de la fiesta. Cristo la Luz del mundo presentada por su Madre en el Templo viene a iluminar a todos como la vela o las candelas, de donde se deriva el nombre de Candelaria.

Tras la aparición de la virgen en Canarias y a su identificación iconográfica con este acontecimiento bíblico, la fiesta empezó a celebrarse con un carácter mariano en el año 1497, cuando el conquistador de Tenerife, Alonso Fernández de Lugo celebró la primera Fiesta de Las Candelas ya como Virgen María de La Candelaria, coincidiendo con la Fiesta de la Purificación. Más tarde esta advocación mariana y su fiesta sería llevada a varias naciones americanas de mano de los emigrantes canarios.

En México, el Día de la Candelaria se acostumbra que, quien obtuvo el niño oculto en la rosca de reyes, haga una fiesta tradicionalmente basada en tamales y atole, ambos productos de maíz. Esta tradición tiene raíces prehispánicas; en muchos pueblos los habitantes llevan a la iglesia mazorcas para que sean bendecidas a fin de sembrar sus granos en el ciclo agrícola que inicia, pues el 2 de febrero coincide con el undécimo día del primer mes del antiguo calendario azteca, cuando se celebraba a algunos dioses tlaloques, según fray Bernardino de Sahagún.

En el centro de México se acostumbra vestir al niño Dios del nacimiento navideño y llevarlo a oír misa, después de lo cual, es colocado en un nicho donde permanecerá el resto del año.

La festividad en honor a la Virgen de la Candelaria venerada en el pueblo de La Candelaria, Coyoacán se ve distinguida por el colorido de sus andas que se remontan a la época prehispánica. Elaboradas con flores naturales sostenidas por una estructura de madera, son su mayor vista de manera folklórica.

Así mismo los habitantes de esta zona, elaboran tapetes de aserrín pintado, lo que marca un alto talento en el manejo de matea, acompañada de salvas de cohetes, castillos multicolores, su tradicional atolada llamada así por la cantidad de atole de pinole, que es obsequiado a toda la gente para mitigar el frío de la noche pueblos vecinos que al igual que las comparsas en Europa, realizan caravanas con imágenes religiosas de los pueblos circunvecinos.

viernes, 7 de noviembre de 2014

PIÑATA



Una PIÑATA es una olla de barro o de cartón, o una estructura de alambre cubierta de papel maché y adornada de papel de colores, que en su interior contiene frutas, dulces u otros premios, y que se cuelga de una cuerda o algún sitio alto para ser rota con un palo o garrote por una persona, y que al romperse libera su contenido sobre los participantes en el juego.

Las piñatas constituyen un elemento central de los cumpleaños y otros eventos festivos de celebración como la Navidad.

Según lo narra Marco Polo en su libro Il. millione, también conocido como Los viajes de Marco Polo, las piñatas son originarias de China, en donde se utilizaban para las celebraciones de año nuevo. Posteriormente, Marco Polo llevó esta tradición a Italia en donde se adaptó a las festividades de la cuaresma. De allí pasaron a España, desde donde se difundió la práctica de la piñata en México, donde se hizo muy popular. Sin embargo, también existe evidencia de que los mexicas realizaban una festividad similar para celebrar al dios Huitzilopochtli.

Pronto utilizaron la piñata como herramienta de evangelización en el Nuevo Mundo.

A principios del siglo XVI, los misioneros españoles que fueron a América atrajeron a los habitantes locales a sus ceremonias utilizando piñatas. Los frailes hábilmente transformaron la ceremonia tradicional de la olla de barro en sesiones de instrucción religiosa. Lo hicieron al cubrir la olla con papel de color, y darles tal vez, un aspecto impresionante.

La tradición de la piñata moderna se dice que se originó en el mismo momento en que se originaron las posadas de la Navidad en Acolman de Netzahualcóyotl, en el estado actual de México, cerca de la zona arqueológica de Teotihuacán.

En 1586 los frailes agustinos de Acolman recibieron la autorización del Papa Sixto V para celebrar lo que se llamó “misas de aguinaldo”, que más tarde se convirtieron en las posadas.

Fue en esas misas que tuvieron lugar en los días previos a la Navidad que los frailes introdujeron la piñata.

Ellos usaron la piñata como una alegoría para ayudarse en sus esfuerzos por evangelizar a los pobladores de la región. La piñata original tenía la forma de una estrella con siete picos. Los picos representaban los siete pecados capitales y los brillantes colores de la piñata simbolizaban la tentación.

La piñata se transformaba en una representación de la fe ciega y de la virtud o la voluntad para vencer el pecado. Los caramelos y otras golosinas dentro de la piñata representaban las riquezas del reino de los cielos, por lo tanto la enseñanza que se acompañaba con fe y una sola virtud podía vencer el pecado y recibir todas las recompensas de los cielos.

Una vez en México, los misioneros agustinos recurrieron a esta tradición como parte de la evangelización, convirtiendo a la piñata en un elemento con sentido religioso. Decían que los adornos de oropel, o sea las láminas de latón que imitan el oro, simbolizaban las vanidades y engaños del mundo.

La fe está representada por la venda con que se cubren los ojos de los que van a romperla; el palo que utilizan para tal fin, es la fuerza de la virtud que destruye la falsedad y engaños, mientras que el contenido de dulces y frutas representan la verdad y los dones que la naturaleza nos concede como premio de la fe y la perseverancia.

Elementos que encontramos en común en los orígenes de la piñata son la olla de barro y el relleno de dulces y frutas. Pegarle a la piñata es una diversión que encuentran principalmente los niños, y cuando los dulces caen, todos corren en su búsqueda.

Se incorporó como parte de las posadas, extendiéndose esta costumbre con mucha rapidez dentro de la sociedad mexicana, aunque con la desaprobación de la iglesia, que veía como durante estas celebraciones había cantos festivos llenos de picardía que devaluaban el sentido solemne y religioso de esta fiesta.

El clero prohibió terminantemente las piñatas entre 1788 y 1796, pero ante el escaso éxito que se tuvo para erradicarlas del ánimo popular, la prohibición tuvo que levantarse en 1818.

lunes, 6 de octubre de 2014

TAUROMAQUIA



La TAUROMAQUIA se define como «el arte de lidiar toros», tanto a pie como a caballo, y se remonta a la Edad de Bronce. Su expresión más moderna y elaborada es la corrida de toros, una fiesta que nació en España en el siglo XII y que se practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de Hispanoamérica: como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Costa Rica. Es también espectáculo de exhibición en China, Filipinas y Estados Unidos. Las corridas de toros han despertado diversas polémicas desde sus comienzos entre partidarios y detractores.

En sentido amplio, la tauromaquia incluye además todo el desarrollo previo al espectáculo como tal, desde la cría del toro a la confección de la vestimenta de los participantes, además del diseño y publicación de carteles y otras manifestaciones artísticas o de carácter publicitario, que varían de acuerdo a los países y regiones donde la tauromaquia es parte de la cultura nacional.

Esta actividad tiene antecedentes que se remontan a la Edad de Bronce, y se ha desarrollado a lo largo de siglos como una forma de demostración de valentía, al estilo de algunas tribus que aún practican ritos de paso de la niñez a la edad adulta.

En la antigua Roma se presentaban espectáculos con uros raza bovina extinta que eran arrojados a la arena del circo para su captura y muerte por parte de algunos representantes de familias nobles, quienes mostraban así sus dotes de cazadores. También se arrojaban en manadas a los cristianos durante las ejecuciones públicas efectuadas en la época de la persecución; y además, se utilizaba a estos animales durante los enfrentamientos de gladiadores como entretenimiento adicional.

En época medieval comienza la práctica taurina del lanceo de toros, a la que se sabe eran aficionados Carlomagno, Alfonso X el Sabio y los califas almohades, entre otros. Según crónica de la época, en 1128 «...en que casó Alfonso VII en Saldaña con Doña Berenguela la chica, hija del Conde de Barcelona, entre otras funciones, hubo también fiestas de toros

Estos espectáculos se presentaban en plazas públicas y lugares abiertos como parte de celebraciones de victorias bélicas, patronímicos y fiestas, con el consecuente riesgo que esto suponía para los espectadores Goya ha retratado una de estas tragedias en su obra sobre la muerte del alcalde de Torrejón, arrollado y corneado por un toro.

Los primeros tratadistas dieron por buena una creencia popular y pensaron que los moros de España fueron los primeros en utilizar sus capas como instrumento de distracción durante la práctica de alancear a las reses. Sin embargo, esta opinión no cuenta hoy día con respaldo académico. Durante el siglo XVI evoluciona la tauromaquia hacia los encierros de varas predecesora de las actuales corridas de rejones, en los que participaba la realeza; incluso Carlos I de Inglaterra y su lugarteniente Lord Buckingham participaron en este evento durante su estancia en España, tan a su gusto que repitieron luego la experiencia en su país, invitando a los embajadores de los reinos de Francia y España. Carlos I de España no nacido en este país lanceó un toro en la celebración del nacimiento de su hijo Felipe II.

Durante esta época la nobleza comienza a utilizar a sus peones y escuderos para distraer al toro mientras cambiaban algún caballo cansado o herido, o para rescatarlos de una caída. Con la aparición de los picadores en sustitución de las lanzas, para dar a los nobles, a lomo de caballo, el privilegio de matar al toro, estos peones y auxiliares adquieren la responsabilidad de llevar al toro al picador, con lo que evoluciona la faena de capote y adquiere valor estético. En muchas ocasiones, si el de a caballo no podía matar al toro, se delegaba la responsabilidad en los de a pie.

La tauromaquia es la evolución de los trabajos ganaderos de conducción, encierro y sacrificio en los macelos o mataderos urbanos que comenzaron a construirse en España durante el siglo XVI. Estos profesionales de la conducción del ganado vacuno, entonces toro bravo, y los matarifes aportaron creatividad y virtuosismo a las tareas más arriesgadas, que inmediatamente fueron de interés para los más diversos espectadores. Las primeras noticias sobre estas suertes prodigiosas son del Matadero de Sevilla, en el cual además está documentada la presidencia encarnada por un representante de la autoridad municipal, situado en una torre mirador o palco proyectado por el arquitecto Asensio de Maeda y conocido por una importante cantidad de óleos que recogen la actividad taurina en ese momento. En el matadero sevillano también se proyectaron las primeras tribunas para espectadores en la segunda mitad del siglo XVI A partir del siglo XVII comienzan a surgir nombres entre los toreros de a pie, por su estilo y valor, además de la simpatía que a estos se les tenía por ser parte del mismo pueblo y no de la nobleza, siendo solicitados por el público para presentarse como evento principal.

Paulatinamente, el gusto del público se inclina por los toreros de a pie, y, si bien con extrañas variaciones, se van estableciendo a lo largo del siglo XVIII todos los elementos de las corridas modernas. De esta época son algunas de las primeras figuras conocidas del toreo, como Costillares, Pepe-Hillo y Pedro Romero.

Ya en el siglo XIX, toreros como Paquiro, Cúchares, Lagartijo y Frascuelo, fueron quienes dieron a la corrida la estructura definitiva que tiene hasta la actualidad.

En la década de 1910 a 1920 se desarrolla la llamada Época Dorada de la tauromaquia, protagonizada por la rivalidad profesional entre Juan Belmonte y José Gómez conocido como Gallito o Joselito, que inauguraron el camino hacia el toreo moderno.

Posteriormente a la Guerra Civil Española se produce un auge en el mundo taurino, especialmente gracias al surgimiento de la figura de Manolete, para muchos el más vertical de los toreros en la historia; a este auge siguen figuras como Luis Miguel Dominguín, el mexicano Carlos Arruza, Pepe Luis Vázquez, Antonio Bienvenida, Pepín Martín Vázquez, Silverio Pérez, Miguel Báez «El Litri», Julio Aparicio y Agustín Parra "Parrita". Si bien esta época se cierra con el fallecimiento de Manolete en la llamada Tragedia de Linares, surge entonces otra famosa rivalidad que apasiona al mundo taurino, la de Dominguín y Antonio Ordóñez.

Ya en los años cincuenta se alza la figura de particular elegancia del venezolano César Girón, quien lidera en dos ocasiones 1954 y 1956, el escalafón taurino en España, hazaña que repetiría su hermano Curro en 1959 y 1961. Destacan en los años sesenta, además del mencionado Curro Girón, toreros como Curro Romero, Paco Camino, El Viti, Diego Puerta, y Manolo Martínez, además de la sensación que causó el surgimiento del poco ortodoxo y revolucionario, pero muy triunfador, Manuel Benítez, el Cordobés. Los años setenta y ochenta son los de mayor expansión comercial del mundo de los toros, llegando a haber corridas incluso en el Astrodome de Houston, con la participación de Manuel Benítez «el Cordobés». Las grandes figuras de esta época son: José Mari Manzanares, Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea, Dámaso González, Morenito de Maracay, Francisco Rivera «Paquirri», El Yiyo, Nimeño II, Antoñete y Juan Antonio Ruiz "Espartaco", líder de la estadística en forma consecutiva desde 1985 hasta 1991.

En la actualidad, la actividad más conocida de la tauromaquia es la corrida de toros. En consecuencia, con la consideración de cómo se lleve la responsabilidad de la lidia y muerte del toro si el torero va a pie o a caballo, existen dos tipos de corridas de toros; de toreros a pie y de toreros a caballo, de rejones o rejoneadores.

Normalmente, una corrida se desarrolla en tres partes, llamadas tercios, en las cuales el toro es lidiado respectivamente por los picadores, «que, montando un caballo protegido por un peto, utilizan una vara con una puya para preparar al toro para el tercio de muleta»; los banderilleros, «quienes se encargan del auxilio al matador, bregan al toro y adornan al toro colocando pares de banderillas generalmente son tres pares»; y el último tercio, y el más importante, el de muerte, en el que el torero lidia al toro manejando la muleta y el «ayudado» espada de madera o de aluminio, que sostiene con la mano derecha. El torero principalmente empieza a medir la distancia del toro, lo que se llama «terreno», para empezar a cuajar su faena, hasta empezar a meterle la cabeza en cada suerte o engaño; después coloca al burel con los cuartos delanteros parejos, para que se abra y no pinche en hueso; eso es para asegurar la estocada, y, si es correcta, a petición del presidente y el respetable, se cortan los trofeos.

El presidente es quien recompensa la actuación del torero. Al término de la lidia, el presidente enseña un pañuelo de color blanco, si el premio de la faena es para una oreja, y dos pañuelos para dos trofeos. Al principio de ella también puede enseñar un pañuelo verde si el toro no es apto para torear cojo, cuerno mal, etc. o uno naranja para indultarlo si el toro es de gran calidad. La opinión del público es posiblemente de más peso para los participantes: ha habido corridas en donde el público saca en hombros al torero sin que el juez haya concedido siquiera la oreja, o por el contrario: premios del presidente a pesar del descontento de los asistentes.

Las plazas de toros, conocidas también como cosos taurinos y anteriormente como circos taurinos, son estructuras arquitectónicas cerradas, con estilos arquitectónicos diversos, de acuerdo a su antigüedad. En general, se trata de un recinto cerrado de forma circular, con tendidos y servicios que rodean un espacio central, llamado ruedo o arena, en donde se realiza el espectáculo taurino. El ruedo es un terreno de tierra batida, rodeado por una valla o barrera, y con varios burladeros, en donde se preparan y refugian los matadores y subalternos. El callejón está separado del ruedo por una estructura o pared, generalmente de madera y de aproximadamente 140 centímetros del altura, que posee estribos hacia el ruedo y en ocasiones también hacia el callejón para facilitar el acceso de los alternantes en caso de emergencia. Dispone de puertas de acceso batientes para la entrada y salida de los participantes puerta de cuadrilla y los toros puerta de toriles, aunque la cantidad y disposición de estos accesos varía de un recinto a otro. La plaza de toros más grande del mundo se encuentra en México, con una capacidad aproximada de 41000 personas sentadas.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

CARNAVAL



El CARNAVAL es una celebración que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable entre febrero y marzo según el año, y que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle. Por extensión se llaman así algunas fiestas similares en cualquier época del año. A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol.

En la noche del Carnaval todo vale y dice la leyenda que por eso se ponen máscaras.

El origen de su celebración parece probable de las fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del toro Apis en Egipto. Según algunos historiadores, los orígenes de esta festividad se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5000 años, con celebraciones muy parecidas en la época del Imperio Romano, desde donde se expandió la costumbre por Europa, siendo llevado a América por los navegantes españoles y portugueses a partir del siglo XV.

El carnaval está asociado principalmente con los países de tradición católica, y en menor medida con los cristianos ortodoxos orientales; las culturas protestantes usualmente no celebran el carnaval o tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés.

Según el libro Guinness de los récords, la celebración del carnaval más grande del mundo es la de Río de Janeiro; y la mayor agrupación carnavalesca (comparsa), Galo da Madrugada de la ciudad de Recife, sitio de otro carnaval muy importante. Otros carnavales internacionalmente famosos son los de Santa Cruz de Tenerife y Cádiz en España, Colonia en Alemania, Oruro en Bolivia, Venecia en Italia, carnaval de Barranquilla y el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto en Colombia, Veracruz y Mazatlán en México. Los más largos son el Montevideo, que se extiende por 41 días y los de Gualeguay y Gualeguaychú en Entre Ríos, Argentina, ya que duran desde el primer fin de semana de enero hasta el primer fin de de semana de marzo . Los carnavales de La Habana y Santiago de Cuba en Cuba han gozado de igual reputación internacional, comparándoseles con los de Río Janeiro durante la época republicana 1902-1959.

Los etnólogos encuentran en el carnaval elementos supervivientes de antiguas fiestas y culturas, como la fiesta de invierno Saturnalia, las celebraciones dionisíacas griegas y romanas Bacanales, las fiestas andinas prehispánicas y las culturas afroamericanas. Algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el cristianismo, el tiempo de «carnestolendas» ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma.

A comienzos de la Edad Media la Iglesia Católica propuso una etimología de carnaval: del latín vulgar carne-levare, que significa 'abandonar la carne' lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma.

Posteriormente surgió otra etimología que es la que actualmente se maneja en el ámbito popular: la palabra italiana carnevale, que significaba la época durante la que se podía comer.

Pero a fines del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el origen pagano del nombre. Carna es la diosa Celta de las habas y el tocino. También estaría conectada con fiestas indoeuropeas, dedicadas al dios Karna que en el Mahabharata aparece como un ser humano, hermano mayor de los Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí.

Actualmente el carnaval se ha convertido en una fiesta popular de carácter lúdico. El término «Carnaval» se aplica también a otros tipos de festividades que no están situadas en el tiempo de las carnestolendas tiempo previo a la cuaresma, pero que comparten elementos similares, tales como los desfiles de las comparsas.