Los SADUCEOS, también conocidos
como zadokitas, son los descendientes del Sumo Sacerdote Sadoq, de la época de Salomón. El nombre de Sadoq significa
«justicia» o «rectitud», por lo que saduceos puede interpretarse como justos o rectos.
Podría ubicarse su génesis
como un partido político en el siglo
II a. C.; desaparece en algún momento después del siglo
I a. C. Se
dice de sus rivales, los fariseos,
que se originaron en el mismo periodo, pero que sobrevivieron como posteriores
agrupaciones del Judaísmo Rabínico. Caifás era saduceo. Desde su cargo de sumo
sacerdote fue responsable –según el Nuevo Testamento– del enjuiciamiento y
sentencia de Jesucristo.
Flavio Josefo ha proporcionado la mayor información
disponible sobre los saduceos. Escribió que eran un grupo belicoso, cuyos
seguidores eran ricos y poderosos, y que les consideraba groseros en sus
interacciones sociales. Sabemos también algo de ellos por discusiones en el Talmud,
el corazón del Judaísmo rabínico, fundamentado en enseñanzas del
Judaísmo farisaico.
El
origen de los saduceos probablemente se remonta a la protesta de muchos
sacerdotes, cuando en el año 175 a. C. se interrumpió el ejercicio y la
sucesión legal del Sumo Sacerdocio en el Templo de Jerusalén. El cargo fue comprado al
rey seléucida Antíoco IV Epífanes y lo usurpó Jasón, hermano de Onías
III y legítimo Sumo Sacerdote (2 Macabeos 4:7-20). La venta del Sumo Sacerdocio
por el rey seléucida recayó luego en Menelao, hermano del administrador del
Templo, quien logró derrotar a Jasón (2 Macabeos 4:24-26). El comercio del más
alto cargo religioso tuvo como corolario la sustitución de las costumbres
judías por las griegas, la imposición del culto a los dioses griegos y la
persecución de los judíos que seguían fieles a la Ley.
El sacerdote Matatías, con
su hijo Judas Macabeo y sus demás hijos desencadenaron una
rebelión guerrillera, que finalmente logró en diciembre de 164 a. C. la Purificación del Templo (1 Macabeos 4:36-61; 2 Macabeos
10:1-8). Después de luchas contra Demetrio I Sóter, quien intentó imponer como
Sumo Sacerdote a Álcimo, y tras la muerte en combate de Judas Macabeo, su
hermano Jonatán fue designado etnarca o cabeza de la agrupación en 149 a. C..
Asesinado Jonatán, su hermano Simón Tasí asumió el cargo de etnarca y además
fue confirmado en 142 a. C. como Sumo Sacerdote por el nuevo rey
Demetrio II. En 141 a. C. se convirtió en gobernante
independiente y desde ahí se afianzó la preeminencia en el Templo de un grupo
de sacerdotes, que luego serían conocidos como partido saduceo. El anterior
Sumo Sacerdote Onías III y un grupo de seguidores no habían reconocido las
nuevas jerarquías y establecieron otro Templo en Leontópolis (Egipto).
Los saduceos apoyaron
firmemente al hijo de Simón, Juan Hircano,
quien además de ejercer como Sumo Sacerdote, en la práctica se hizo rey (134-104 a. C.)
y logró convertir el nacionalismo defensivo macabeo, en un nacionalismo
agresivo y expansivo, que le permitió conquistar a los países y pueblos
vecinos, a los cuales obligó a judaizarse. De esta época data el enfrentamiento
frontal de los saduceos con los fariseos,
opositores a Juan Hircano. Las diferencias religiosas entre los dos grupos se
plasmaron en choques políticos que se agudizaron durante el reinado de los dos
hijos de Juan Hircano, Aristóbulo I (104-103 a. C.),
quien encarceló a su propia madre y la dejó morir de hambre en prisión, y Alejandro
Janeo (103-76 a. C.).
Este último hizo crucificar a 3.000 fariseos que se habían rebelado.
La viuda de Alejandro
Janeo, Alejandra Salomé, que
reinó del 76 al 67 a. C.,
rechazó la hegemonía saducea y rehabilitó a los sacerdotes fariseos. Su hijo
Hircano II, como Sumo Sacerdote, tuvo el apoyo fariseo. El hermano menor de
éste, Aristóbulo II, se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a
Hircano II, quien buscó refugio entre los nabateos,
con cuyo rey Aretas III y con apoyo fariseo sitió a Jerusalén
en 65 a. C.,
pero fue derrotado porque los romanos apoyaron a Aristóbulo II.
Gracias a las gestiones de
su canciller, el idumeo Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano
Pompeyo, quien tomó Jerusalén en 63 a. C. y lo reinstaló como Sumo
Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antípatro ejercía de hecho
como gobernante de Judea. En 40 a. C., Antígono, hijo de Aristóbulo
II, con apoyo del Imperio Parto y de los saduceos, tomó el poder,
detuvo y mutiló a Hircano II. Herodes, que había huido, y el general romano
Socio reconquistaron Jerusalén en 37 a. C. El poder de los saduceos
comenzó a decaer paulatinamente desde entonces, aunque se mantuvo, relegado al
Templo, por un siglo.
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