Immanuel Kant, Filósofo alemán. Hijo de un modesto guarnicionero, fue educado en el pietismo. En 1740 ingresó en la Universidad de Konigsberg como estudiante de teología y fue alumno de Martin Knutzen, quien lo introdujo en la filosofía racionalista de Leibniz y Wolff, y le imbuyó así mismo el interés por la ciencia natural, en particular, por la mecánica de Newton.
Su
existencia transcurrió prácticamente por entero en su ciudad natal, de la que
no llegó a alejarse más que un centenar de kilómetros cuando residió por unos
meses en Arnsdorf como preceptor, actividad a la cual se dedicó para ganarse el
sustento luego de la muerte de su padre, en 1746. Tras doctorarse en la
Universidad de Königsberg a los treinta y un años, ejerció en ella la docencia
y en 1770, después de fracasar dos veces en el intento de obtener una cátedra y
de haber rechazado ofrecimientos de otras universidades, por último fue
nombrado profesor ordinario de lógica y metafísica.
La
vida que llevó ha pasado a la historia como paradigma de existencia metódica y
rutinaria. Es conocida su costumbre de dar un paseo vespertino, a diario a la
misma hora y con idéntico recorrido, hasta el punto de que llegó a convertirse
en una especie de señal horaria para sus conciudadanos; se cuenta que la única
excepción se produjo el día en que la lectura del Émile, de Rousseau, lo
absorbió tanto como para hacerle olvidar su paseo, hecho que suscitó la alarma
de sus conocidos.
En
el pensamiento de Kant suele distinguirse un período inicial, denominado
pre crítico, caracterizado por su apego a la metafísica racionalista de Wolff y
su interés por la física de Newton. En 1770, tras la obtención de la cátedra,
se abrió un lapso de diez años de silencio durante los que acometió la tarea de
construir su nueva filosofía crítica, después de que el contacto con el
empirismo escéptico de Hume le permitiera, según sus propias palabras,
«Despertar del sueño dogmático».
En
1781 se abrió el segundo período en la obra kantiana, al aparecer finalmente la
Crítica de la razón pura, en la
que trata de fundamentar el conocimiento humano y fijar así mismo sus límites;
el giro copernicano que pretendía imprimir a la filosofía consistía en concebir
el conocimiento como trascendental, es decir, estructurado a partir de una
serie de principios a priori impuestos por el sujeto que permiten ordenar la
experiencia procedente de los sentidos; resultado de la intervención del
entendimiento humano son los fenómenos, mientras que la cosa en sí, el nóumeno
es por definición incognoscible.
Pregunta
fundamental en su Crítica es la
posibilidad de establecer juicios sintéticos es decir, que añadan información,
a diferencia de los analíticos y a priori, con valor universal, no
contingente, cuya posibilidad para las matemáticas y la física alcanzó a
demostrar, pero no para la metafísica, pues ésta no aplica las estructuras
trascendentales a la experiencia, de modo que sus conclusiones quedan sin
fundamento; así, el filósofo puede demostrar a la vez la existencia y la no
existencia de Dios, o de la libertad, con razones válidas por igual.
El
sistema fue desarrollado por Kant en su Crítica
de la razón práctica, donde establece la necesidad de un principio moral
a priori, el llamado imperativo categórico, derivado de la razón humana en su
vertiente práctica; en la moral, el hombre debe actuar como si fuese libre,
aunque no sea posible demostrar teóricamente la existencia de esa libertad. El
fundamento último de la moral procede de la tendencia humana hacia ella, y
tiene su origen en el carácter a su vez nouménico del hombre.
Kant
trató de unificar ambas "Críticas" con una tercera, la Crítica del juicio, que estudia el
llamado goce estético y la finalidad en el campo de la naturaleza. Cuando en la
posición de fin interviene el hombre, el juicio es estético; cuando el fin está
en función de la naturaleza y su orden peculiar, el juicio es teleológico. En
ambos casos cabe hablar de una desconocida raíz común, vinculada a la idea de
libertad. A pesar de su carácter oscuro y hermético, los textos de Kant
operaron una verdadera revolución en la filosofía posterior, cuyos efectos
llegan hasta la actualidad.
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