La POESÍA ÉPICA es un género literario en
el cual el autor presenta hechos legendarios, elementos imaginarios y que generalmente quiere
hacerse pasar por verdaderos o basados en la verdad o lo cierto, o ligados en
todo caso a un elemento de la realidad, o ficticios desarrollados
en un tiempo y espacio determinados. El autor usa como forma de expresión
habitual la narración, aunque pueden darse también la descripción y
el diálogo. En algunos casos, la épica no es escrita, sino
contada oralmente por los rapsodas.
El género
épico se encuentra en todas las literaturas, pues es un género esencial, y se
puede dar y se ha dado históricamente en formas muy diferentes.
Los sumerios: Epopeya de Gilgamesh, griegos: Ilíada, Odisea, romanos: Eneida e
hindúes: Mahabarata, Ramayana
compusieron epopeyas en torno a las hazañas de un héroe
arquetípico, que representaba los valores tradicionales colectivos de una
nación, y otros personajes como dioses y hombres, incluyendo además elementos
fantásticos.
En la Edad Media la epopeya se
denominó cantar de gesta, y en ella empezaron a escasear los
elementos divinos y fantásticos. En Francia se compusieron la mayoría de ellas,
y la más influyente fue la Chanson de
Roland o Cantar
de Roldán. En España se compuso el Cantar de Mío Cid, entre otros. Los
alemanes compusieron el Cantar de los Nibelungos, y los
sajones el Beowulf. En
Inglaterra, no llegaron a reunirse leyendas dispersas en torno a Robin Hood,
pero se escribieron en prosa historias sobre un hipotético rey llamado Artus o Arturo.
En Islandia, las sagas, aunque tienen un marcado
carácter histórico, se emparentan con esta tradición narrativa, sobre todo en
las sagas arcaicas como
la Volsunga Saga.
Con el paso a los tiempos modernos, la
epopeya empezó a estar protagonizada no por héroes y dioses, sino únicamente
por personas vulgares y corrientes, cuya única hazaña era la supervivencia o
conseguir una mejor condición social; de igual manera, las hazañas fantásticas
fueron sustituidas por una tendencia realista. Ésa fue la gran
contribución de novelas como la anónima novela picaresca española El lazarillo de Tormes y, sobre todo, las dos partes del El
ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha de Cervantes, que desacreditaron por completo
los restos de epopeya que venían de la Edad Media, encarnados por los llamados libros
de caballerías. El Quijote supone, pues, el nacimiento de la
novela moderna realista y polifónica, escrita en prosa, y cuyos
protagonistas son personas vulgares y corrientes que se mueven en ambiente
realista, sin hechos sobrenaturales y sin que intervengan los dioses. Este tipo
de novela se desarrolló extraordinariamente en el siglo XIX,
cuando la burguesía lo tomó como modelo para exponer sus
inquietudes y como espejo de su nueva ideología materialista.
La novela realista del siglo XIX es la epopeya de la clase media o burguesía.
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