CHAPALA es una ciudad mexicana ubicada en el estado de Jalisco, junto al Lago de Chapala, al cual otorga su nombre, es cabecera del mismo nombre.
En sus orígenes Chapala o Chapallan
fue un asentamiento prehispánico cuya antigüedad más remota es encontrada en el
siglo XII de nuestra era, cuando una migración de tribus de origen náhuatl, cocas
provenientes del noroeste del país, tocaron estas latitudes, encontrando la
ribera norte del lago sumamente poblada, como lo refiere Fray Antonio Tello,
fraile y cronista franciscano.
Cuatro siglos más tarde, en el año
1524, con el contacto de los indígenas cocas y cazcanes con el franciscano Fray
Juan de Padilla y el soldado español Alonso de Avalos, el señorío de Chapallan
fue reconocido como parte del Nuevo Mundo.
Fruto de la labor de evangelización de
los franciscanos Fray Miguel de Bolonia, Fray Martín de Jesús o de la Coruña y
Fray Juan de Amolón, se construyeron en 1531 con zacate y adobes el Convento,
el Hospital – en el lugar que ocupa la capilla de Nuestra Señora del Rosario-
de Axixic, Ajijic, y la iglesia de Tlayacapan San Antonio; en 1548 el Convento
de Chapallan. Las Parroquias de Chapala y Ajijic así como la capilla de Nuestra
Señora del Rosario fueron levantadas en el siglo XVIII con motivo de la
secularización de los edificios religiosos a los franciscanos por parte de la
Arquidiócesis de Guadalajara.
Durante los siglos XVI al XVIII
Chapala fue una encomienda “a medias” con la Corona española poblada en su
mayoría por indígenas, apareciendo la colonización europea prácticamente a
finales del siglo XVII.
Durante la Independencia operó en esta
zona del Lago, José Encarnación Rosas, originario de Chapala. Rosas con 200
hombres y auxiliado por las fuerzas de José Santa
Ana, el 1º de noviembre de 1812 se enfrentó cerca de La Barca a José
Antonio Serrato al que derrotó y le quitó 300 fusiles.
Rosas en su correría independentista
actuó al lado del rico hacendado Luis Macías, conocido por los aborígenes como
“El Brigadier”, así como con el párroco de Ocotlán, Marcos Castellanos y el
aborigen José Santa Ana, originario de Mezcala.
En este último lugar sostuvieron una
de las más cruentas luchas de la insurgencia, que llenó de gloria a jefes y
soldados, siendo indios la mayor parte de estos, cuyo amor a la causa de la
liberación dio a esas huestes tantas victorias. El 25 de noviembre de 1816 se
firmó la capitulación, que vino a dar término a una de las hazañas más
gloriosas de la guerra de Independencia.
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