Abrió una escuela en los suburbios de Alejandría,
y algunos de los más distinguidos gramáticos y poetas fueron sus alumnos,
destacándose Apolonio de
Rodas.
Recibió de Ptolomeo II el encargo de ordenar la Biblioteca de Alejandría, cargo que
ejerció hasta su muerte. De tal envergadura es su tarea que es considerado el
padre de los bibliotecarios o, por lo menos, de los catalogadores.
Sus Pinakes tablas, 120 volúmenes conteniendo el
catálogo completo de la Biblioteca ordenado cronológicamente, fueron de enorme
valor para los posteriores estudios bibliográficos y literarios realizados
sobre el período clásico.
De su obra poética se han conservado
algunos fragmentos, seis Himnos y 63 epigramas, así como un breve poema épico, Hecale, con el que
se reafirmó en su particular concepción de la epopeya,
sobre la cual polemizó con Apolonio de
Rodas, discípulo suyo.
Su obra más conocida es el poema La cabellera de Berenice, que ha
llegado a nosotros, sin embargo, no en su versión original, sino a través de
una imitación de Cayo Valerio Catulo.
CALÍMACO tenía una especial visión de la
literatura, lo que le sitúa dentro del Helenismo como uno de sus máximos
exponentes. Apreciaba a Homero y llegó a considerarlo como inimitable; sin
embargo rechazaba la épica y otros géneros heredados en los que se intentara
por extenso y con el lenguaje pretencioso de la alta poesía desarrollar un
argumento unitario y orgánico. La escuela de CALÍMACO era antiaristotélica al rechazar la unidad, la perfección
y la extensión defendidas por Aristóteles.
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