WIRIKUTA es, dentro de la cosmogonía de los indígenas Wixarika, se
pronuncia wirrarica huicholes, uno de los Territorios más sagrados de
su cultura. Comprende un espacio de aproximadamente 140 mil hectáreas que
pertenece a la entidad mexicana de San Luis Potosí, en
los municipios de catorce, Charcas, Matehuala, Villa de Guadalupe, Villa de La Paz y Villa de Ramos. El
territorio es sagrado para los Wixaricas ya que la creación del mundo ocurrió
en dicho sitio según sus creencias.
Según la cosmogonía Wixarika,
cada uno de los cuatro puntos cardinales y el centro de la región Wixarika,
poseen un territorio sagrado en la que habitan las deidades más importantes:
Teakata Santa Catarina, Jalisco, al centro,
Huaxamanaka Cerro Gordo, Durango, al norte.
Haramara San Blas, Nayarit, al oeste.
Xapawleyeta Isla de los Alacranes del Lago Chapala,
Jalisco, al sur.
Wirikuta, en el este.
En dicha zona los Wixarika creen
salió por vez primera el sol y habitan las deidades y espíritus ancestrales, por
tanto, consideran que cada elemento natural que habita en Wirikuta es
igualmente sagrado. Uno de los ritos más sagrados es la peregrinación a
Wirikuta. Entre los meses de octubre y marzo, se recrea el caminar de las
deidades desde el mar en Haramara, al este, hasta el lugar en donde salió el
sol Reunax, el actual Cerro Quemado Leunaxü. Los
dioses fueron guiados por Tatewari, el abuelo fuego. Hasta ahí llegó un venado maxa que con sus cuernos elevó el
disco solar al cielo, dándole luz al mundo. Cada año, los maraka'ames chamanes huicholes
peregrinan desde la región Wixarika en Jalisco hasta San Luis Potosí, a unos
400 kilómetros de distancia, como forma de recrear dicho caminar mítico.
Actualmente el recorrido se realiza apoyado por diversos medios de transporte.
La primera parte de la peregrinación es caminar hasta Takata, un territorio
sagrado en la Sierra Madre Oriental, en donde los jicareros xuxuricare o guardianes de los
templos que peregrinarán pedirán que tengan buen camino. De ahí partirán hacia
un kalihuey, un templo
mayor en donde prepararán junto a otras autoridades Wixarika el caminar hasta
Wirikuta.
En el grupo de peregrinación guía
un maraka'ame con un grupo de jicareros. En el trayecto deben caminar dos niños
con los rostros cubiertos. Durante la marcha, se consume solo agua y se realiza
la marcha en silencio y en estado contemplativo. En Wirikuta el primer ritual
es la confesión de los peyoteros de sus pecados de índole sexual ante una
fogata que evoca a Tatehuari.
Mientras, otro maraka'me golpea las piernas de los confesantes con una vara
para que no omitan ningún detalle.
La última parte del rito es la
recolección del hikuri,
el cual llevarán de regreso a sus comunidades, haciendo la recreación
cosmogónica del ciclo de la vida.
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