Se denomina HACIENDA a una finca agrícola, de gran tamaño, generalmente una explotación de
carácter latifundista, con un núcleo de viviendas, normalmente de alto valor arquitectónico.
Sistema de propiedad de origen español, concretamente andaluz, el modelo fue exportado a América durante la época colonial
Es la forma de mayor monumentalidad
entre las diferentes formas de hábitat rural de Andalucía,
con frecuencia confundida con los cortijos. En los términos
de la distinción metodológica que hace Ackerman, entre residencia señorial
campestre, asociada a una gran explotación agraria, y la granja o hábitat de
carácter puramente agrícola, en la que el dueño puede tener, o no, vivienda, la
Hacienda pertenece clarísimamente al primer
grupo.
La hacienda andaluza se asienta, como modelo, a
partir de la ocupación del Valle del Guadalquivir por los castellanos, entre los siglos XIV y XVI,
muy influida por la adopción de la idea social de la
nostalgia por el campo, propia de la transición al Renacimiento.
En ese proceso, la hacienda se conformó con unas características
concretas, condicionada por los procesos históricos del régimen de tenencia de la tierra y
de la estructura de la propiedad, aunque diversos
autores, Nicolás Torices y Eduardo Zurita, por ejemplo entienden que, en la
conformación de las características de la arquitectura rústica
andaluza, tuvo un importante papel, precisamente, la adopción del ideal social
de la nostalgia del campo por
parte de las clases terratenientes,
que hizo que la explotación agropecuaria asumiera
la forma arquitectónica de villa campestre.
El proceso conceptual se completa,
según las tesis de David Vassberg, debido a que los
terratenientes castellanos, al contrario que los toscanos o venecianos, tenían en baja
estima la vida en el campo,
por lo que solían no ocuparse directamente de sus explotaciones, considerando
sus tierras más como un factor de prestigio social, que respaldaba su estatus,
que como una inversión.
Así pues, la hacienda acaba concibiéndose como una poderosa
factoría agraria, no sólo de producción aceitera, sino vitivinícola, de cereal y ganadera,
complementándose entre sí. En el contexto social e ideológico del Barroco, especialmente en
las tierras del Bajo
Guadalquivir, se afianza además como residencia temporal de una
acaudalada clase social, que hace de ella un centro de recreo y exhibición. Por
tanto, la Hacienda es
también una expresión de poder y posición social
Hay tres tipos básicos de haciendas,
en función de la disposición de los edificios que las forman:
a) Haciendas cuyos edificios forman
una unidad, es decir, que están integrados entre sí. Generalmente agrupados en
torno a un patio, al que daban la casa principal, así como las áreas
administrativas, los trojes y tinacales. Por lo usual, incluían una
capilla, con acceso directo desde el patio. Las casas de los trabajadores, se
situaban fuera de este núcleo principal.
b) Haciendas conformadas por edificios
dispersos. Era frecuente que el área ocupada por los mismos se delimitara
mediante una tapia perimetral, en la que se abría un
portón con zaguán, para controlar las
entradas y salidas. Al conjunto, se le denomina casco
de la hacienda.
c) Haciendas mixtas, es decir, que
poseen un conjunto agrupado de construcciones principales y, a la vez,
edificios aislados del mismo.
Las haciendas mexicanas suelen
disponer de una Casa Señorial, llamada usualmente "Casco",
dispuesta en forma de cuadro, L o U, alrededor del patio; muy a menudo, estos
cascos o viviendas señoriales son edificios arquitectónicamente muy relevantes,
de buen tamaño, normalmente con dos plantas y cuidada ornamentación, incluyendo jardines y otros elementos vinculados al lujo.
Disponen también de otras edificaciones auxiliares: Las Calpanerías el equivalente a las casas de gañanes andaluzas; las Trojes o almacenes de grano y semillas; las Eras,
situadas usualmente junto a la troje, normalmente delimitadas por un
murete; los Macheros para los animales de tiro y Establos para las vacas, en forma de cobertizo que daba a un patio secundario; los Tinacales,
edificios destinados a la producción de pulque; además de los
edificios administrativos y la ya citada capilla. Estas haciendas,
particularmente las de tipo ganadero, por su extensión, contaban con
determinado número de ranchos, pueblos o estancias, donde los vaqueros podían
pernoctar debido al trabajo de cuidado del ganado que podía llegar a tener
miles de cabezas, que requería la presencia del caporal y sus vaqueros en las
llanuras de la propiedad durante varias jornadas.
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