La antigua Tibur, o actual TIVOLI, es una ciudad del Lacio, en Italia, en la provincia de
Roma, con unos 55.500 habitantes. Está en la orilla izquierda del río Aniene antiguo Anio al noreste de Roma.
Fue una localidad romana de gran
belleza por su paisaje agreste, de bosques escalonados y cascadas, lo que le
daba un clima más fresco que en la sucia y populosa Roma. Se convirtió en
lugar favorito de veraneo en los tiempos del Imperio
romano. En ella tuvieron sus villas muchos personajes romanos, entre
los que cabe mencionar al emperador Adriano y al poeta Quinto Horacio Flaco 65–8 a. C. Las
modernas obras hidráulicas de captación de agua desecaron muchos de los viejos
manantiales y el paisaje del lugar ha variado sensiblemente.
Su nombre latino Tibur o Tiburis
originó el actual. Estaba a un lado del llamado Monte Ripoli y se extendía
desde el Anio hasta el Monte Catillo, en la parte norte del río donde se
formaba una famosa cascada, si bien la ciudad estaba principalmente en la parte
sur y quedaba rodeada por el Aniene Anio. La topografía de la zona cambió
después del desastre natural del año 105, mencionado por Plinio el
Viejo, cuando el río se salió de su cauce. Otra cascada destacada
era la de Cascatelle, al oeste de la ciudad.
En sus alrededores, entre otras
materias primas, había una piedra llamada actualmente Travertino,
que fue muy usada en Roma; aún existen restos de las antiguas canteras. El Coliseo y la Basílica de San Pedro de Roma están hechos con dicho
material.
Tibur fue fundada antes que Roma,
según Dionisio de Halicarnaso por los sículos, que supuestamente
fueron expulsados por Tiburtis, Coras y Catilus II, hijos de Catilus I y nietos
de Anfiarao, rey de Tebas y profeta que habría vivido unos cien
años antes de la guerra de
Troya. Tiburtis habría dado su nombre a la ciudad.
La ciudad tenía un territorio reducido.
Las poblaciones de Empulum actual Ampiglione a unos 6 km, y Sasula a unos 10
km, le pertenecían ambas en dirección noreste en el valle de Siciliano, y seguramente
alguna más. Tibur era (según Plinio el
Viejo una ciudad sabina y hacía frontera con otros territorios
sabinos, probablemente por el Aniene, que fue elegido como límite por Augusto,
pero según Tácito, la ciudad de Sublaqueum moderna Subiaco, más allá del río,
también pertenecía a Tibur.
La primera vez que se menciona Tibur
en la historia es en 446 a. C.,
cuando Claudio, instrumento del decenviro Appio, se exilió allí. En 357 a. C. los tiburtinos cerraron las puertas a
los cónsules
romanos C. Sulpicius y
C. Licinius Calvus, que volvían de una victoriosa expedición contra los hérnicos,
y eso fue aprovechado por Roma para declarar la guerra.
Las hostilidades duraron hasta la
invasión de los galos,
cuando se acordó una tregua temporal. Los galos cruzaron el Aniene y entraron
en territorio romano, con ayuda de los tiburtinos. Rechazados por Mali
Torcuato, el cónsul C. Potelio fue enviado contra Tibur al año siguiente, pero
los galos volvieron y ayudaron a los tiburtinos. Antes de esta emergencia Q.
Servilio Ahala fue nombrado dictador de Roma; los galos volvieron a avanzar
contra la ciudad y se libró una gran batalla en Porta Colina a la vista del
pueblo; los galos fueron derrotados y huyeron a Tibur donde se refugiaron. Allí
fueron atacados por el cónsul Potelio, y expulsados de la ciudad junto con la
población local. Potelio recibió los honores del triunfo, pero los tiburtinos
volvieron a la ciudad y alegaron que los romanos no les habían ganado en una
batalla noble en campo abierto; al año siguiente los tiburtinos atacaron Roma
de noche, pero fueron rechazados por los ejércitos romanos que salieron por
diferentes puertas. La guerra continuó unos años más.
En 350 a. C. el cónsul romano,
M. Popilius, devastó el territorio de Tibur y en 349 a. C. Valerius Poplicola ocupó Empulum. En348 a. C.,
M. Fabius Ambustus ocupó Sassula, y Tibur, que ya había perdido todo su
territorio, se sometió. Fabius obtuvo los honores del triunfo. No demasiados
años después los tiburtinos se unieron a la Liga latina contra Roma, y cuando la liga fue
derrotada, se aliaron con Praeneste y Velitres en
la defensa de Pedum. En 335 a. C. fueron completamente derrotados por el
cónsul L. Furius Camilus, bajo las murallas de Pedum, y rechazando una salida
de los defensores, la tomó escalando las murallas. Así todo el Latium quedó
dominado y Tibur ya no volvió a levantarse contra Roma. Camilus obtuvo los
honores del triunfo y una estatua ecuestre en el Foro honor poco frecuente en
la época. Seguidamente el senadoconsulto que decidió la suerte del Latium,
trató duramente a Tibur, Praeneste y sobre todo a Velitres, ciudades que habían
sido aliadas de los galos; parte de su territorio fue anexionado y no fueron
admitidos en la franquicia romana como el resto.
Continuaron nominalmente como ciudades
independientes y los romanos podían ir allí al exilio, como pasó en 310 a. C.,
cuando los tibicios se refugiaron allí huyendo de los censores que les habían
tomado el dinero que ellos dedicaban al templo de Júpiter; este exilio impedía los
sacrificios y otras ceremonias que no se podían hacer sin ellos. Roma envió
embajadores a Tibur pidiendo el retorno de los fugitivos, pero la nominal
independencia de la ciudad no fue puesta en cuestión. Los tiburtinos consideraron
prudente cooperar, pero no directamente, sino que emborracharon a los tibicinos
y mientras dormían les enviaron a Roma. Tibur disfrutó de un derecho de asilo
que se ejerció durante la república Cinna se refugió en Tibur después de la
muerte de César.
Durante la guerra social se cree por una inscripción, que Tibur
fue admitida en la franquicia romana junto con otras ciudades latinas y
etruscas y dejó de ser nominalmente independiente. Si Tibur fue admitida antes
de la guerra civil de Mario y Sila, este último seguramente la privó cuando lo
hizo con el resto de municipalidades, menos Anagnia, pero seguramente la
recuperó a la caída del dictador.
Octavio
Augusto se apoderó del
tesoro del templo de Hércules durante su guerra contra Lucio
Antonio, la misma suerte que corrieron otros templos de Roma y alrededores.
Durante el Imperio
romano vivió en la
ciudad la reina Zenobia después de su destronamiento.
Ya no se tienen noticias hasta el siglo VI, durante la
llamada guerra gótica, cuando, asediada Roma por Vitiges, Belisario situó una fuerza de 500 hombres en
Tibur, y después estableció allí una guarnición formada por montañeses
isáuricos. Durante el reinado de Totila, sucesor de
Vitiges, un grupo de tiburtinos introdujeron a los godos en la ciudad aprovechando la noche y
los isaurios huyeron y los godos hicieron una
matanza en la ciudad. Gran parte de la ciudad resultó destruida; Totila se
retiro a la ciudad, después de ser rechazado ante Roma, y reconstruyó la
fortaleza.
Quedan algunos restos de la antigua
ciudad. Dos templos, el de Sibila y el de Drusila están en el barrio llamado
Castro Vetere; quedan también restos de las murallas y la puerta hacia Roma. Se
decía que en Tibur había una sibila, que predijo al
emperador Augusto el nacimiento de un Mesías. Este suceso fue
representado con relativa frecuencia por artistas del Renacimiento,
como Parmigianino.
Desde la iglesia de la Annunziata
hacia la llamada Villa de Este,
hasta la puerta de Santa Croce, se halla la ciudadela que fue construida por
Pio II en el lugar del antiguo anfiteatro. En el Aniene había dos puentes;
desde la iglesia de San Clemente (fuera de la antigua ciudad) hasta la de San
Vicenzo, dentro de la ciudad, se hallan restos de baños.
La puerta de San Juan es mucho más
moderna y tiene cerca la iglesia de San Bartolommeo, cerca de la cual están los
restos de un sepulcro imperial. El puente de San Martino es relativamente
moderno. Quedan restos de la puerta Romana o del Colle, de tiempos de Sila. Los
nombres de las puertas no se conocen, excepto la puerta Reatina donde comenzaba
el acueducto Anio Vetus.
También hay que mencionar los restos
de los templos de Hércules, Vesta y Tussis este último fuera de la
ciudad, en la Vía tiburtina y que fue usado en la Edad Media como iglesia, y las villas de Mecenas y Varrón entre otros. Muy pocos restos más se
han conservado, y sólo cabe mencionar algún opus reticulatum et lateritium, cerca
de la iglesia de Santa Andrea con algunas columnas corintias y el pedestal de
la estatua de Furius Maecius Graccus con una inscripción que hace creer que
participó en el embellecimiento de los baños y que, por tanto, los baños
termales estaban allí.
Se sabe que el foro estaba cerca de la
catedral, y ocupaba el lugar de la Piazza dell'Ormo. El criptopórtico se llama
ahora Porto di Ercole y está en la calle del Poggio.
Hércules era el principal dios. En la
ciudad había también un oráculo.
Fuera de la ciudad se hallan restos de los acueductos del Anio Vetus, Aqua
Marcia, y Aqua Claudia. Las ruinas de la suntuosa Villa de
Adriano están a unos 3
km al sur de la ciudad. Otra villa importante es la de la Gens
Casia en el barrio hoy
llamado Carsiano, corrupción de Casiano, que es el nombre que la Gens
Casia tenía en el siglo X,
residencia esplendorosa con muchas estatuas, algunas de las cuales compradas
por Pío VI adornan hoy el Vaticano.
El templo de Vesta se encuentra al
final del camino que cruza Villa
Gregoriana, un parque encargado por el papa Gregorio
XVI en 1835 en el
cauce del río Aniene.
El parque está compuesto por senderos rodeados de bosques y las gargantas y
cascadas del río.
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