PIGMALIÓN es una figura legendaria de Chipre. Aunque Pigmalión es la versión griega del nombre real
fenicio Pumayyaton, es más familiar a partir de Las metamorfosis de Ovidio, obra
en la que se presenta a Pigmalión como un escultor enamorado de una estatua que
había hecho él mismo.
Pigmalión, rey de Chipre, buscó
durante muchísimo tiempo a una mujer con la cual casarse. Pero con una
condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no
casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia.
Una de estas, Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua.
Mediante la intervención de Afrodita, Pigmalión soñó
que Galatea cobraba vida.
En la obra “Las metamorfosis” de Ovidio, se relatan así el
mito:
“Pigmalión se dirigió a la estatua y,
al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que,
deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del Sol y se deja manejar con los dedos,
tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo,
Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba.
Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible
y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.
Al despertar, Pigmalión se encontró
con Afrodita, quien, conmovida
por el deseo del rey, le dijo "mereces
la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina
que has buscado. Ámala y defiéndela del mal". Y así fue como
Galatea se convirtió en humana”
La historia de Pigmalión básica ha
sido ampliamente transmitida y representada en las artes a través de los
siglos. En una fecha desconocida, autores posteriores dan tal nombre a la
estatua de la ninfa del mar Galatea o
Galathea. Goethe la llama Elise, basándose en las
variantes en la historia de Dido / Elissa. Una variante de este tema también
puede verse en la historia de Pinocho, en el que un muñeco de
madera se transforma en un niño de verdad, aunque en este caso el títere posee
sensibilidad antes de su transformación, es el títere quien implora el milagro
y no su creador, el tallador de madera Geppetto.
En la escena final de Cuento de invierno de William Shakespeare una estatua de la reina Hermíone que
cobra vida y se manifiesta como Hermíone misma, lo cual lleva la obra a una
conclusión de reconciliaciones.
En la obra de teatro Pigmalión de George Bernard Shaw, que es una versión
moderna del mito con un sutil toque de feminismo, la florista de clase baja
Eliza Doolittle es metafóricamente "Traída a la vida" por un
profesor de fonética, Henry Higgins, quien le enseña a perfeccionar su acento y
conversación en situaciones sociales.
La historia ha sido objeto de notables
pinturas de Agnolo Bronzino, Jean-Léon Gérôme, Honoré Daumier, Edward Burne-Jones cuatro
obras mayores de 1868-1870, más adelante de nuevo en grandes versiones de
1875-1878 con el título de Pigmalión y la Imagen, Auguste Rodin, Ernest Normand, Paul Delvaux, Francisco Goya, Franz von Stuck, François Bouchery Thomas Rowlandson, entre otros. También se han producido numerosas
esculturas del "Despertar".
Pigmalión de Ovidio ha inspirado
numerosas obras de la literatura. La popularidad del mito de Pigmalión surgió
en el siglo XIX.
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