El ÁMBAR, árabe o succino es
una piedra hecha de una resina vegetal fosilizada proveniente principalmente de restos de coníferas y
algunas angiospermas. Etimológicamente su nombre proviene del árabe, que significa cachalote, ya que de este animal se saca el ámbar gris. Normalmente es de color marrón claro.
Los árboles producen la resina como
una protección contra enfermedades e infestaciones de insectos, cuando la
corteza de un árbol es herida debido a rotura o a un ataque por escarabajos de madera u otros insectos, bacterias u hongos. Después de exudar
al exterior, la resina se endurece por polimerización en el
interior de rocas arcillosas o arenosas, algunas veces calizas, que se formaban
en zonas deltaicas de ríos, generalmente con mucha materia orgánica asociada, y
se han conservado en su interior durante millones de año
El ámbar es un resto fósil, ya que es una sustancia orgánica y su estructura no es definida. Su composición varía dependiendo del árbol del que proviene, aunque todos tienen terpenos o compuestos que son comunes en las resinas endurecidas.
En Europa, el ámbar se forma
a partir de la resina del Pinus succinifera, en tanto que en América proviene de la leguminosa Hymenaea courbaril, conocida en Chiapas como Guapinol, y en Nicaragua y República Dominicana como algarrobo, perteneciente al período geológico terciario.
Los colores del ámbar son muy variados:
amarillo el más común, naranja coñac, rojo cherry, blanco, café cajeta, verde
azulado y "negro" o musgo tonos oscuros de otros colores, que son
menos frecuentes que el amarillo. De estos colores se desprende una amplia gama
de tonalidades. El ámbar rojo de Chiapas es uno de los más hermosos.
El primer lugar que se tiene
registrado como fuente original del ámbar es la región del Mar Báltico. La pieza de ámbar más antigua trabajada
por el hombre data de hace 30,000 años y se encontró en Hannover, Alemania.
En España está presente desde el
Solutrense de la cueva de Altamira.
En Europa se encuentra ámbar en
España, Francia, Lituania, Polonia, Alemania, Letonia y Rusia, y en América
Latina se encuentra en
México, República Dominicana, Nicaragua y Colombia.
En la Antigüedad se pensaba que el ámbar poseía
propiedades místicas o mágicas, siendo utilizado por muchas culturas como un talismán o remedio medicinal. En Chiapas, México, el ámbar
aún se usa para proteger a los niños contra el "mal de ojo".
Los griegos se percataron de sus propiedades eléctricas producidas al rozar ámbar con otros
objetos. De ahí la etimología de la palabra electricidad que viene del griego que quiere decir ámbar.
Aunque hay muchos lugares donde se ha
encontrado el ámbar, este se encuentra en grandes cantidades en sólo veinte
depósitos alrededor del mundo y principalmente en la Europa Oriental Báltico,
México, la República Dominicana, y últimamente se ha encontrado en Cantabria España
el mayor yacimiento europeo de ámbar del Cretácico.
La gran belleza del ámbar es la
responsable de que haya sido considerado una sustancia preciosa, y por su
origen misterioso era estimado como protección divina contra diversos daños
para el portador de joyas ambarinas. Como tal, llegó también a usarse como un
ingrediente en las medicinas y para propósitos religiosos.
Ya los fenicios trocaban el ámbar como una mercancía
de primera importancia con los pueblos bálticos antiguos. Desde aproximadamente
3,000 a. C.,
el ámbar báltico era cambiado por las mercancías de la Europa meridional y
existían "Carreteras" o rutas de comercio que cruzaban Europa y
terminaban en el lejano Oriente.
Alrededor de 58 a. C., el
emperador romano Nerón envió a un caballero romano en una
búsqueda de este "Oro del norte" y trajo cientos de libras de
ámbar a Roma.
En épocas posteriores, desde 1,283 en adelante, los caballeros teutones, después de regresar
de las cruzadas, se convirtieron
en gobernadores absolutos de Prusia y de las fuentes bálticas de ámbar,
así como de la manufactura de los objetos ambarinos, castigando a los
transgresores con la muerte por ahorcamiento. Durante los siguientes 500 años,
el ámbar fue usado de nuevo con propósitos principalmente religiosos, como por
ejemplo en la fabricación de las sartas de cuentas de rosarios.
Aunque el ámbar se halla por todo el
planeta, solo existen veinte regiones con las cantidades necesarias para que la
explotación minera sea rentable. En la actualidad, la mayor parte se
extrae en la región báltica de Europa oriental, en la República Dominicana y en
algunos estados de México. La extracción es una ardua tarea. A juicio de
numerosos científicos, para que la resina se transforme en ámbar, ha de
permanecer enterrada, normalmente en arcilla húmeda o sedimentos arenosos.
Muchas de las minas de la República Dominicana se hallan en elevaciones
escarpadas cubiertas de exuberante bosque subtropical, accesibles solo a pie o
en burro y a las que se llega por empinados senderos de montaña. Algunas minas
son pozos anchos y profundos, mientras que otras son galerías estrechas de
hasta 200 metros de longitud. Como la maquinaria y los explosivos quiebran
el ámbar, los mineros han de extraerlo cuidadosamente a mano —con cinceles,
picos y palas— de la dura arenisca y la arcilla compacta, a menudo con una vela
por única iluminación.
En muchas ocasiones, la resina, al escurrir sobre
la corteza de troncos y ramas, llegó a atrapar burbujas de aire, gotas de agua,
partículas de polvo o pequeños seres vivos como plantas orquídeas, hongos, musgos, líquenes, semillas y un sinfín de flores diminutas, insectos, gusanos y otro tipo de animales que van
desde diminutas hormigas, arañas, mosquitos, abejas, termitas, mariposas y libélulas
hasta lagartijas, ranas y escorpiones,
quedando guardados y preservados como inclusiones fósiles deshidratadas, pero sin el
encogimiento que normalmente causan las deshidrataciones, conservándose de tal
forma que su estructura celular y hasta fragmentos de su ADN pueden encontrarse en la actualidad.
Estas inclusiones agregan no sólo
belleza a una pieza de ámbar, sino una gran cantidad de información de suma
importancia para los científicos, pues de esta manera se tiene conocimiento de la
vida de hace millones de años, disponiendo, incluso, de especies ya desaparecidas. Existen muestras de
ámbar de gran valor desde el punto de vista paleo ambiental, lo que permite que
científicos reconstruyan un modelo de un ecosistema de milenios pasados desaparecido hace
ya mucho tiempo. El tamaño, el tipo de espécimen, su visibilidad, la cantidad y
hasta la posición son factores importantes que intervienen en la evaluación de
una inclusión.
La extracción del
ámbar se realiza principalmente de dos formas: a cielo abierto y de manera
subterránea. Las minas son túneles de tiro y están abiertas en escarpadas
laderas; los hombres van excavando el cerro hasta encontrar la capa de carbón que contiene "El corazón del ámbar", para lo
cual perforan hoyos por donde algunas veces entran arrastrándose. El ámbar de
la República Dominicana fue originado a partir de una especie del género Hymenea, una especie extinta de árboles tropicales de hojas anchas de la familia de
las leguminosas, cuyo pariente más cercano todavía se encuentra
en el este de África. Sin embargo, en el Caribe y en Centro y Sudamérica crece todavía otro pariente
de esta especie antigua llamado "Algarroba".
Existe un comercio ambulante de falsificaciones de ámbar, que pueden ser de vidrio o variantes de plástico.
En realidad es sencillo determinar si
el ámbar es real o falso. La forma más fácil y rápida es poner la pieza de
ámbar en luz negra, que hará brillar el ámbar verdadero de un color fosforescente,
y la segunda forma es poner las piezas de puro ámbar sin metal ni
incrustaciones en agua salada, el cual flotará, y cualquier pieza falsa de
plástico o vidrio se hundirá.
Hay que tener cuidado con las buenas
imitaciones, que mezclan ámbar molido con plásticos, y que brillarán bajo la
luz negra, aunque de forma distinta. Otra forma de distinguirlas es que se
hundirán en agua salada.
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