MARCO TULIO CICERÓN nació en Arpino, actual
Italia, 106 a. C. murió en Formies, en 43 a. C. Orador, político y filósofo
latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango ecuestre, desde muy joven
se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de famosos oradores y
jurisconsultos y, finalizada la guerra civil inició su carrera de abogado, para
convertirse pronto en uno de los más famosos de Roma.
Posteriormente, se embarcó
rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su formación filosófica y política.
Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del epicúreo Fedro y del estoico
Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a encontrar a Rodas al maestro
de la oratoria, Molón de Rodas, y al estoico Posidonio.
De vuelta en Roma,
prosiguió su carrera política, y en el lapso de trece años consiguió las más
altas distinciones. Empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a. C. y en el 70 a.
C. aceptó defender a los sicilianos oprimidos por el antiguo magistrado Verres,
para quien sus alegatos supusieron la condena, lo cual lo hizo muy popular
entre la plebe y contribuyó a consolidar su fama de abogado.
Decidido partidario del
republicanismo, admitía la necesidad de un hombre fuerte para dotar de
estabilidad al Estado, figura que reconocía en Pompeyo; sus simpatías por él,
sin embargo, no fueron siempre correspondidas.
Su carrera política fue
fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor, cargo desde el
que propulsó un acercamiento entre caballeros y senadores, y dos años después
obtuvo la elección de cónsul del Senado. Desde esta posición, hizo fracasar la
reforma agraria propuesta por Rullo, hizo frente a los populares, liderados por
Craso y César, y llevó a cabo una de las batallas más dramáticas y peligrosas
de su carrera: su oposición a la conspiración de Catilina.
Derrotado en las
elecciones, éste se disponía a promover levantamientos para instaurar una
dictadura. Los cuatro discursos (Catilinarias)
pronunciados por Cicerón ante el Senado a fin de conseguir la ejecución de los
conspiradores constituyen la muestra más célebre de su brillante oratoria, de
gran poder emotivo. Sin embargo, su actuación acabó por significarle el exilio
años más tarde, cuando Clodio, elegido tribuno de la plebe 58 a. C. gracias a
César, consiguió el reconocimiento de una ley que sancionaba con la pena de
muerte a todo ciudadano romano que hubiera hecho ejecutar a otro sin el previo
consentimiento del pueblo.
Tras buscar, sin éxito, el
apoyo de Pompeyo, Cicerón marchó al exilio. Regresó a Roma apenas un año y
medio más tarde, pero para entonces su carrera política estaba prácticamente
acabada, situación que pareció hacerse definitiva con la dictadura de Julio César 48-44 a. C.
Sólo cuando éste fue asesinado, Cicerón volvió a la escena política para
promover la restauración del régimen republicano. En un principio, mientras Marco Antonio aún no se
había afianzado en el cargo, gozó de cierto poder y consiguió la amnistía para
los asesinos de César, pero apenas aquél se sintió seguro, Cicerón se encontró
con una fuerte resistencia, a la que hizo frente verbalmente con las catorce Filípicas.
En vano intentó entonces
aliarse con Octavio Augusto, hijo
de César, contra Marco Antonio: tras la batalla de Módena, Octavio se
reconcilió con Marco Antonio y unió sus fuerzas con las de éste y con el
ejército de Lépido para la formación del segundo triunvirato 43 a. C. Ese mismo
año, Cicerón fue apresado y ejecutado.
Formado en las principales
escuelas filosóficas de su tiempo, mostró siempre una actitud anti dogmática y
recogió aspectos de las diversas corrientes. La originalidad de sus obras
filosóficas es escasa, aunque con sus sincréticas exposiciones se convirtió en
un elemento crucial para la transmisión del pensamiento griego. Al final de su De
Republica contrasta su probabilismo con una exaltación religiosa de
signo neoplatónico. Como literato, se convirtió en el modelo de la prosa latina
clásica, con un estilo equilibrado y de largos y complejos períodos, aunque
perfectamente enlazados.
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