Existieron desde hace aproximadamente 4,8 millones de años
hasta hace apenas 3700 años antes de Cristo, en las épocas Plioceno,
Pleistoceno y Holoceno Cuaternario. Se han descrito
numerosas especies,
siendo el mamut lanudo la más conocida de
todas. Se han hallado fósiles de mamut en
Norteamérica, en Norteamérica, Eurasia y África.
El nombre ruso de los mamuts, del cual deriva su
nombre en otras lenguas, es мамонт. Se deriva del antiguo ruso маммот y este a
su vez es probablemente provenga de la expresión en lengua
mansi mang ont, con el significado "Cuerno de la tierra". Los mansis se referían a los
mamuts como "Topos de tierra” o "excavadores",
ya que pensaban que eran criaturas vivientes que vivían en túneles subterráneos
y que morían si les tocaba la luz del Sol. Según los mansis,
ésta era la razón por la que nunca se encontraban mamuts vivos.
En castellano se conocen con el nombre
vulgar de mamuts, que no debe confundirse con el género Mammut, que
incluye los mastodontes y que pertenecen a otra familia Mammutidae.
Igualmente, es importante no confundir a estos seres con otros proboscídeos
hallados en España, muy especialmente con el Elephas
antiquus animal del
que se han conservado copiosos restos, destacando, muy
especialmente, los yacimientos de Torralba y Ambrona.
Los mamuts eran proboscídeos de gran tamaño, de dimensiones iguales
y en algunos casos superiores a los elefantes modernos. Las especies más
grandes conocidas son
sungari, mamut del río
Songhua, con una altura en la cruz de 5,3 metros y una longitud de 9,1 metros;
y el mamut
imperial, tenía una altura mínima de 5 metros en cruz. Entre las especies
más pequeñas se encuentran el
exilis mamut pigmeo, la marmorae mamut de Cerdeña, o la raza enana de M. primigenius mamut lanudo, que tenían una altura en
la cruz de 1 a 2 metros. Los mamuts probablemente tenían un peso de entre 6 y 8
toneladas, pero algunos machos excepcionalmente grandes podrían haber
sobrepasado las 12 toneladas.
Los mamuts se caracterizaban
principalmente por su cabeza abombada, probóscide musculosa y largos colmillos curvados. Las especies norteñas se
encontraban recubiertas de pelo para soportar los fríos glaciares de su ecosistema.
El colmillo de mamut más grande del que se tiene registro es de un mamut
lanudo, cuya longitud alcanzó los 5 metros. Al igual que el elefante asiático, su espalda era arqueada y sus
orejas relativamente pequeñas, pero a diferencia de éste, su trompa poseía a su
extremo dos lóbulos y sus patas delanteras se dotaban de 5 dedos mientras las
traseras de 4. En el 2,005 se descubrió un colmillo de mamut de
3,3 metros de longitud en Illinois..
De todas maneras, la mayoría de
especies de mamut no eran más grandes que el elefante asiático actual. Se han encontrado fósiles de especies de mamuts enanos en la Isla Santa Bárbara y en Cerdeña la
marmorae. También existía una raza de mamuts lanudos enanos en la Isla
de Wrangel, al norte de Siberia, dentro
del Círculo Polar Ártico.
Los mamuts que vivían en las regiones
más frías poseían unas orejas que sólo medían la quinta parte de la de los
elefantes asiáticos. Esta adaptación al frío permitía reducir la pérdida de
temperatura gracias a la menor superficie expuesta al ambiente. Los mamuts que
vivían en regiones más cálidas debían de tener las orejas más grandes.
Como en los elefantes actuales, la trompa de los mamuts era móvil y prensil y
estaba muy bien adaptada para realizar movimientos precisos como arrancar
plantas del suelo y llevarlas a la boca. También
las utilizaban para mojarse con agua, para bañarse o con barro para protegerse
de los mosquitos y otros insectos.
Utilizando su trompa, los mamuts
adultos ingerían unos 180 kg de alimentos diarios. Ingerían casi cualquier
tipo de vegetal, aunque su alimento preferido era la hierba.
Comían otras partes de las plantas,
como las hojas y la corteza de los árboles, en invierno, cuando la nieve cubría
la hierba. La dificultad para masticar hierba, debido a su riqueza en silicio, que
desgasta la dentadura hizo que los mamuts, al igual que los elefantes
desarrollasen dientes molares especializados con una superficie de pequeñas
crestas de esmalte. Los
dientes anteriores de los mamuts, eran los premolares, ocho en su infancia y
los molares, eran 24 en total a lo largo de su vida. Aunque en edad infantil
había 12 al juntarse los molares y premolares. Los molares llegaban a pesar
hasta 2 kilos. A medida que los dientes se desgastaban, eran sustituidos por
dientes que crecían más atrás. Al llegar a la edad adulta solo quedaban los
molares en número de cuatro El
examen de sus molares también ha permitido saber que eran animales de
crecimiento lento que no llegaban a la madurez sexual hasta aproximadamente los
20 años de edad. Cuando los 6
conjuntos de molares que un mamut tenía a lo largo de su vida se habían
desgastado, el animal moría ya que no podía alimentarse. Este proceso solía
producirse entre los 60 y 70 años.
Como los elefantes actuales, los
mamuts estaban dotados de colmillos formados por 2 dientes incisivos
superiores. Los colmillos de los mamuts eran más grandes que los de sus
parientes actuales y su forma también era diferente. Estos colmillos solían
medir unos 2 metros y medio y pesar cerca de 50 kilos. Cuando nacían, las crías
de mamut no tenían colmillos. A los 6 meses de edad les crecían unos dientes de
leche de sólo 5 centímetros de largo que era sustituidos por colmillos
permanentes un año más tarde. Estos colmillos permanentes no dejaban de crecer
hasta la muerte del animal.
Las pinturas
rupestres permiten saber
algunas cosas sobre los mamuts que nunca se habrían podido descubrir a partir
de sus esqueletos: las pinturas prehistóricas presentan los mamuts con la
espalda curvada, mientras que los fósiles parecen indicar que la espalda de estos
proboscídeos era plana. Esta curvatura de la espalda se debía a una joroba de grasa, músculo o pelo que los
mamuts tenían en la espalda. La cola de los mamuts era más corta que la de los elefantes.
Basándose en estudios realizados en
sus parientes próximos, los elefantes actuales, los mamuts probablemente tenían
un periodo de gestación de 22 meses y daban a luz a una sola
cría en cada embarazo.
La estructura social de los mamuts era
probablemente la misma que la de los elefantes asiáticos, con manadas compuestas de
hembras encabezadas por una matriarca, y los machos que vivían solos o en
grupos pequeños después de llegar a la madurez sexual. Una vez que abandonaban
la manada donde se habían criado, los machos se dedicaban a buscar hembras de
otros grupos para aparearse. Tanto
el apareamiento como los nacimientos tenían lugar durante una época corta del
año debido a la corta estación estival de la estepa del mamut, permitiendo que
las crías naciesen en la época del año que había más abundancia de alimentos.
Las trompas del mamut, un ejemplo de dimorfismo
sexual, ya que eran más grandes en los machos que en las hembras y estaba
adaptadas para las luchas entre machos. Estos libraban unos combates por las
hembras en los que intentaban herir al oponente las partes vulnerables de la
espalda y el tórax con sus colmillos. Es probable que la posibilidad de quedar
gravemente herido hiciese que no hubiese combates desiguales. Se conoce un caso
en que dos mamuts estaban tan igualados que sus colmillos quedaron encastrados
unos con otros e, incapaces de separarse, los dos mamuts murieron de hambre.
Sin embargo, al contrario de lo que se
creía hasta ahora, no emigraban al sur en los periodos más duros del año.
Ninguno de los animales analizados recientemente en Siberia salió de una zona
de entre 700 y 800 km de diámetro.
En la época de transición entre el Plioceno y el Pleistoceno,
los continentes se encontraban prácticamente en la misma posición que en la
actualidad. Las placas tectónicas sobre las que reposan probablemente no se han
movido más de 100 km las unas en relación a las otras desde
principios del Pleistoceno.
El clima del Pleistoceno se
caracterizaba por ciclos glaciales repetidos en los que los glaciares
continentales llegaban hasta el paralelo 40 en algunos puntos. Se calcula que
durante el máximo glacial, el 30% de la superficie de la Tierra estaba cubierta de hielo. Además, una
zona de permafrost se extendía hacia el sur desde el
límite de la capa de hielo, unos pocos centenares de km en Norteamérica y más
lejos en Eurasia. La temperatura media anual en los límites del hielo era de
-6º C; en el límite del permafrost, de 0º C.
Al sur de las capas glaciales se
acumulaban grandes lagos, porque las vías de drenaje estaban bloqueadas y el
aire más frío reducía la evaporación. El centro-norte de Norteamérica estaba
completamente cubierto por el lago
Agassiz. Más de cien cuencas, ahora secas o prácticamente secas estaban
llenas en el oeste americano. El lago
Bonneville, por ejemplo, estaba donde se encuentra actualmente el Gran
Lago Salado. En Eurasia se desarrollaron grandes lagos como resultado del
drenaje de los glaciares. Los ríos tenían un caudal mayor y se entrelazaban.
Los lagos africanos estaban más llenos, supuestamente debido a una menor
evaporación.
Debido al clima, más frío y seco que
en la actualidad, los desiertos eran más secos y extensos. Las precipitaciones
eran menores debido a la reducción de la evaporación oceánica y continental,
por lo que los bosques eran raros. El ecosistema terrestre predominante era las
llanuras de hierba, prados y sabanas de sauces. Las estepas cubrían gran parte de la
zona subglacial en Eurasia.
Las condiciones climáticas permitían
una diversidad vegetal que soportaba muchas especies diferentes de animales que
normalmente habitarían en zonas distintas. Especies que actualmente viven en el
norte, como los lemmini convivían con especies que actualmente
viven en el sur, como las mofetas. R. Dale
Guthrie argumenta que la larga temporada de crecimiento de las plantas del
Pleistoceno era más favorable a la diversidad que a la homogeneidad. Esto se
debe por que estos ecosistemas eran mejores para los animales no
especializados, que necesitaban comer diferentes tipos de animales para
alimentarse correctamente.
La vasta región que se extendía desde
el este de Europa, a través de Siberia hasta Alaska y el Yukón recibía el nombre de la
estepa del mamut. La abundancia de hierba, forbias y lamiáceas creó un ecosistema de estepa
especialmente favorable para los grandes mamíferos como el mamut. La flora del
Pleistoceno era especialmente nutritiva debido a que el duro clima obligaba a
la plantas a acumular fibras y carbohidratos para poder sobrevivir.
La mayoría de los mamuts se
extinguieron a finales de la última glaciación.
Aún no se ha encontrado una explicación definitiva de su extinción. Una pequeña
población sobrevivió en la isla de Saint Paul hasta
el año 6,000 a. C. aproximadamente y los mamuts enanos de la isla de Wrangel no se extinguieron hasta el año 2,000 a. C.
aproximadamente. Hay diversas
teorías para explicar la extinción de los mamuts en concreto y la extinción de
la Mega fauna del Pleistoceno en general, pero lo más probable es
que la extinción no se deba a una sola causa, sino a una combinación de varios
factores.
En Norteamérica la extinción de los
mamuts, según los últimos descubrimientos científicos, está datada de hace,
entre 10,500 y 7,500 años. Para llegar a esta conclusión, los científicos se
han basado en hallazgos de ADN encontrados en muestras de tierra del permafrost,
en la tundra que esta en Alaska junto al río Yukón. Las muestras
analizadas de tierra contenían restos de orina y heces de mamut.
En cambio en Inglaterra la extinción del mamut se remonta a
hace 14,000 años, según el descubrimiento de huesos en Shropshire,
siendo en Europa occidental los restos más recientes de mamut lanudo.
Hace unos trece mil años, la temperatura y la humedad global
comenzaron a aumentar, permitiendo la migración de vegetales comestibles hacia
el norte. Durante un tiempo, los grandes mamíferos del norte pudieron
aprovechar este incremento del alimento disponible, pero eventualmente el
cambio climático se volvió perjudicial para ellos. Las nuevas condiciones
climáticas favorecían a los árboles, que prosperaron a costa de los pequeños
arbustos y matorrales de las que se alimentaban los mamuts y los otros grandes
mamíferos. Algunos de los animales como los bisontes y los alces, se adaptaron a esta
nueva situación, pero otros como los mamuts, quedaron diezmados y acabaron
extinguiéndose
Además del cambio en la vegetación y en los ecosistemas,
el incremento de la temperatura de 6 °C entre el 13,000 a. C. y
el 8,000 a. C. habría añadido mucha presión a los mamíferos adaptados
al frío, causando la extinción. En el caso de los animales como el mamut
lanudo, su espeso pelaje, que contribuye a conservar el calor corporal en
climas glaciales, podría haber evitado la expulsión del exceso de calor
causando la muerte del animal por hipertermia.
Los mamíferos grandes, que tienen una menor relación área de
superficie-volumen, habrían sufrido más que los mamíferos pequeños.
Además, investigaciones recientes han
demostrado que la temperatura media anual del periodo interglaciar actual que
se ha experimentado en los últimos 10 000 años no es más alta que la de
otros periodos interglaciares anteriores, de manera que los mismos mamíferos
grandes habían sobrevivido a aumentos de temperatura similares. Por lo tanto,
el incremento de la temperatura por sí solo no es una explicación suficiente.
Nuevos datos derivados de los estudios
hechos en elefantes vivos sugieren que, aunque la caza por
parte de seres humanos podría no ser la causa principal de la extinción del
mamut, probablemente contribuyó de manera importante. Se sabe que Homo Erectus ya consumía carne de mamut hace 1,8
millones de años.
Los impulsores de esta teoría,
postulada por primera vez por Paul S. Martin de la Universidad de Arizona en los años sesenta, señalan la
aparente coincidencia de la expansión de los humanos por todo el mundo con la
extinción de numerosas especies de animales. La evidencia más convincente de
esta teoría es el hecho de que el 80% de las especies de grandes mamíferos de Norteamérica se extinguieron en los mil años
siguientes a la llegada del hombre al continente. Otro ejemplo es Madagascar,
colonizado desde hace unos 1,500 años, y donde se extinguieron durante los
siglos siguientes a la llegada del hombre, los hipopótamos que habitaban la isla, además de
grandes primates como el lémur gigante Megaladapis edwardsi. En cuanto a los
mamuts, esta hipótesis se ha visto reforzada por los descubrimientos de mamuts
con puntas de proyectiles clavadas en los esqueletos.
En cambio, los contrarios a esta
teoría argumentan que los métodos de caza primitivos de los humanos
prehistóricos no pueden haber tenido un impacto tan profundo sobre las
poblaciones de los mamíferos, y ponen el ejemplo de África, donde
el hombre llegó mucho antes y no hubo ninguna extinción significativa. Otro de
los argumentos en contra de esta hipótesis es que, en la naturaleza, los
depredadores no tienden a hacer una caza excesiva de sus presas, ya que las
necesitan para alimentarse y reproducirse. Aun
así, los humanos podrían ser una excepción gracias a su capacidad de cambiar a
otro tipo de presa o incluso a una alimentación a base de vegetales si una
determinada especie se extingue.
La primera expedición occidental que
fue a Siberia para estudiar los enormes huesos que
se encontraban allí fue la del anatomista británico Hans Sloane,
que en 1,728 examinó restos de fósiles de dientes y
colmillos y determinó que pertenecían a una especie de elefante. Para explicar
la presencia de animales tropicales en latitudes tan altas, sugirió que su
extinción se debió a un enorme cambio climático y al Diluvio
Universal. Diez años más tarde, Philosophical Magazine publicó la obra del alemán Johann Breyne, incluyendo sus
análisis de fósiles e ilustraciones que le había enseñado Daniel Messerschmidt.
Breyne corroboró la teoría de Sloane de que los huesos pertenecían a un tipo de
proboscídeo.
Georges
Cuvier revisó la información
disponible sobre el mamut en 1796 y, con la ayuda de las ilustraciones
de Messerschmidt, llegó a la conclusión de que el mamut era diferente de los
elefantes actuales. En 1,799, Johann Friedrich Blumenbach definió el mamut lanudo como Elephas
primigenius. Algunos años más tarde, en 1,806, el escocés
Michael Adams encontró un cadáver de mamut que todavía conservaba parte del
pelo y la piel, y con el esqueleto prácticamente intacto. Este mamut, que recibió
el nombre de mamut de Adams fue montado en el Museo Zoológico de San
Petersburgo.
También se hicieron descubrimientos de
mamuts en Norteamérica. En 1,743, esclavos negros
identificaron unos molares en el este de los Estados
Unidos como propias de un
elefante. Otro diente molar enorme fue el tema de un informe enviado por David
Rittenhouse a la American Philosophical Society en 1786. La expedición de
Jefferson y Clark de1,807 recuperó diversos molares que tanto
Clark como Caspar Wistar identificaron como pertenecientes a un mamut.
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