La Orden de los CARTUJOS, es una orden contemplativa de la Iglesia católica, fundada por San Bruno en el año 1084. Su lema es en
palabras latinas Stat
Crux dum volvitur orbis La
Cruz estable mientras el mundo da vueltas, o, Cruz constante mientras el mundo
cambia.
Los cartujos son la orden que profesa
más austeridad en la práctica y a lo largo de su existencia han permanecido en
pobreza sin caer en lujos. Los monasterios de los cartujos son llamados cartujas y
allí buscan estos monjes una vida de contemplación y oración.
La regla o regula de los cartujos recibe el nombre de Statutos y difiere de la regla de San Benito practicada por las otras órdenes
monacales.
El fin de un cartujo es la contemplación en
una vida monástica de oración pura y continua. La primera característica de un
monje cartujo es la búsqueda de Dios en la soledad. La soledad del cartujo es
encontrada en tres niveles:
La
separación del mundo
La guarda
de la celda
La
soledad interior, o la soledad del corazón
Los monjes cartujos guardan los
tres votos de pobreza, castidad y obediencia, pero además guardan dos votos
extras, que son el de estabilidad en el monasterio y el voto de conversión de
costumbres, en el cual se busca un crecimiento de entrega hacia el Señor.
Hay dos clases de monjes: los
padres cartujos, que reciben la ordenación sacerdotal, y los hermanos cartujos,
que no la reciben. Dentro de los hermanos, pueden ser hermanos conversos, que hacen la profesión de votos, igual que
los padres, y los hermanos
donados, que no hacen votos solemnes de por vida.
Dentro de la cartuja puede haber,
aunque es poco frecuente, el estatus de familiar, personas que llevan vida semi-monástica, y ejercen
funciones similares a las de criados.
La vida
diaria de un monje cartujo incluye varias actividades sugeridas que varían en cada
cartuja, pero en general siguen el mismo patrón que incluye los oficios como
Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Estos oficios dan el ritmo fundamental a la
jornada de un cartujo. Cada hora del oficio del día es precedida o seguida del
oficio de la Santísima Virgen.
Descontado el tiempo de sueño, comida,
aseo y trabajo manual, el padre cartujo dedica 14 horas a la oración y el
estudio, de ellas 6 en la iglesia y 8 en la celda.
El hermano cartujo, cartujo sin
ordenar dedica 7 horas diarias a los trabajos u oficios manuales, que se
denominan obediencias. El reparto del trabajo lo hace el procurador. Como
no tienen tanto tiempo para los oficios como los padres, están dispensados para
algunos de ellos. Todos los hermanos hacen cada año un retiro de 8 días en sus
celdas.
Los
cartujos no comen carne. En Adviento y Cuaresma prescinden también de los alimentos lácteos. Una vez a
la semana, generalmente los viernes, toman sólo pan y agua. Desde el 14 de
septiembre hasta la pascua, hacen una comida diaria, más un panecillo para
cenar. El resto del año tienen dos comidas diarias, una a media mañana y otra
por la tarde.
El silencio
se considera fundamental para lograr la contemplación. Por eso, la palabra se
utiliza solamente en el canto o en lo estrictamente necesario para llevar a
cabo las tareas cotidianas. Sin embargo, como compensación, los domingos hay un
recreo que dura de una hora a hora y media, y los lunes un paseo de tres horas
fuera del monasterio, durante el cual se puede hablar libremente. Una vez al
año, toda la comunidad disfruta del llamado «gran paseo», que dura todo el día.
La liturgia de los cartujos está basada en la
escrita por San Bruno y sus compañeros, la cual se distingue por una gran
simplicidad y sobriedad. Esta liturgia incluye muchos tiempos de silencio,
ningún instrumento musical, si bien está informada con el canto cartujano,
parecido al canto gregoriano, pero más austero.
La pureza del canto cartujano se ha
preservado celosamente durante siglos. Más lento que el benedictino, de tonos
menos agudos, y menos melismático, está
considerado como más profundamente espiritual por quienes han escuchado ambos.
Para entrar
a un monasterio cartujo se recomienda meditar sobre la vocación que
debe ser orientada a un fuerte deseo a la oración. Cualquiera que se sienta
atraído por la vida cartujana, puede hacer una experiencia para comprobar su
vocación: para ello debe contactar con el prior de una cartuja. A todo
aspirante serio se le invitará a pasar unos días en la hospedería del
monasterio para conocer un poco la vida de cartujo. Se entrevistará con el
prior y con el maestro de novicios, quienes estudiarán la conveniencia de
aceptarle a prueba como postulante. La aptitud para la orden cartujana se
determina, no sólo por la espiritualidad del candidato, sino también por su
salud y equilibrio mental. La tendencia actual es que los candidatos sean
examinados por un psiquiatra, para cerciorarse de que no hay desviaciones
religiosas, ni ocultas obsesiones en el subconsciente, que podrían aparecer más adelante.
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