Viaje al centro de la Tierra, Voyage au
centre de la Terre, es una novela de Julio Verne,
publicada el 25 de noviembre de 1864,
que trata de la expedición de un profesor de mineralogía,
su sobrino y un guía al interior del globo.
Guardado en el manuscrito original de la Heimskringla
de Snorri Sturluson, que ha encontrado en la
tienda de un judío, el profesor alemán Otto Lidenbrock descubre un pergamino
con un texto cifrado; el autor es un sabio islandés
del siglo XVI
que afirma haber llegado al centro de la Tierra: Arne
Saknussemm.
El profesor Lidenbrock pretende seguir los pasos de
Saknussemm, y emprende una expedición acompañado por su escéptico sobrino Axel
y el impasible guía islandés Hans.
El grupo ingresa por un volcán
hacia el interior del globo terráqueo, en donde vivirán innumerables
peripecias, incluyendo el asombroso descubrimiento de un mar interior y un
mundo mesozoico
completo enterrado en las profundidades, así como la existencia de iluminación
de carácter eléctrico.
En esta novela, Verne utiliza uno de los inventos
existentes en la época: la lámpara del minero, creada por los físicos franceses
Dumas y Benoit a partir de la bobina de Ruhmkorff y del tubo de
Geissler.
Es infundada, pues, la idea de que fue el mismo Verne quien inventó esta fuente
muy luminosa.
Axel describe a su tío Otto Lindenbrock, profesor de mineralogía,
como un hombre temido por su fuerte carácter pero muy original. El profesor
llama a su sobrino Axel a su despacho. Allí le enseña un manuscrito
de gran valor. Dentro hallan un pergamino de origen rúnico. El profesor
intenta descifrarlo y dice que nadie volverá a comer hasta descifrarlo. Axel es
quien logra descubrir la clave del pergamino. Arne Saknussemm, un alquimista,
dice cómo llegar al centro de la tierra. El profesor, eufórico, decide ir al
lugar indicado en el pergamino junto con su sobrino Axel. Éste se niega, pues
piensa que es una hazaña irrealizable, ya que la temperatura aumenta 1º
por cada 60 pies de profundidad bajo la superficie del
Globo. Pero el profesor decide que deben ir:
Axel está aturdido pensando en viajar con su tío al
centro de la Tierra. Tiene miedo y no quiere ir, pero no tiene otra opción, y
salen hacía el punto indicado en el pergamino: Islandia.
Viajan en carruaje,
en tren
y en buque,
y así llegan a Reikiavik, ciudad cercana al Sneffels, volcán
por el que tendrán que introducirse para alcanzar el corazón terrestre.
Contratan a Hans, un guía que les acompañará a lo largo
de su odisea. Equipados con víveres, herramientas, armas, instrumentos y un
botiquín, emprenden el viaje hacia el volcán. Axel y su tío viajan montados en
caballo, y el guía los precede a pie. La mayor preocupación de Axel es saber
qué ocurriría si el volcán se despertase mientras ellos estuvieran dentro de
él. Emprenden el asalto del Sneffels por caminos difíciles. La marcha es
penosa, pero al fin alcanzan la cumbre del Saefellsjokull.
Comienzan el descenso dentro del cono del
volcán. En el fondo del cráter, se abren tres chimeneas. Siguiendo las instrucciones dejadas
por el alquimista en el pergamino, averiguan cuál de las tres chimeneas es por
la sombra del pico Scartaris, que durante las calendas de julio acaricia la que conduce al
centro de la Tierra. Por medio de una cuerda, se van deslizando y bajan así
2.800 pies en once horas. Allí improvisan una cama para dormir y recuperar
fuerzas.
A la mañana siguiente, siguen hundiéndose en las entrañas
del Globo dejándose caer por pendientes inclinadas, formadas por lava seca que tapiza el
interior del cráter. Después de descender durante siete horas seguidas, deciden
tomarse un descanso hasta las seis de la mañana siguiente. Descienden seis
horas más y llegan al fondo de la chimenea, donde se encuentran con dos
caminos. El profesor Lidenbrock decide tomar el del Este, y tal camino resulta
ser el erróneo, pues al tercer día se quedan sin agua y han de retroceder para
ir hacia el Oeste.
Esperan encontrar algún manantial
y así coger agua para sobrevivir, pero no se oye ni un murmullo de agua. Hans,
el guía que los acompaña, halla un torrente
bajo las rocas. Perforan la piedra con las herramientas que llevan y consiguen
agua, pero a 100º de temperatura; la dejan enfriar y de ese modo sacian su sed
y llenan las cantimploras.
A la mañana siguiente, siguen su camino descendiendo y
acercándose cada vez más al centro de la tierra. Axel se despista de su tío y
de Hans, y se pierde en un laberinto a 30 leguas de la corteza terrestre.
Desesperado, echa a correr sin rumbo y se golpea contra las rocas. Gracias a
una caída providencial, llega sin sentido y ensangrentado a los brazos de su
tío. Cuando vuelve en sí, ve que se encuentran junto a un mar: están en una
caverna capaz de contener la cantidad de agua de un océano.
Cerca de allí, hay un bosque de hongos y hallan esqueletos
de animales.
Construyen una balsa, y de ese modo embarcan e inician una
travesía con el fin de alcanzar nuevas salidas en las orillas opuestas. El
viaje por mar se hace más largo de lo que pensaban. Durante la travesía se
encuentran con monstruos marinos enormes, pero por suerte los animales están
luchando entre ellos y no se percatan de la presencia de la balsa.
Axel y sus dos acompañantes continúan el viaje con su
monótona uniformidad. Pasan al lado de un islote, llamado
por ellos "Islote Axel", en el que hay un géiser
de agua hirviendo a una temperatura de 163º.
Siguen su camino y les amenaza una tempestad,
el viento sopla a una velocidad incalculable, los relámpagos
no cesan, el calor aumenta. De repente ven un disco de fuego pasearse por el
espacio a la velocidad de un huracán, y les arranca la vela
con el mástil,
y los tres amigos son arrastrados con gran rapidez hasta que la almadía
choca con los arrecifes de la costa.
Axel y su tío se libran de la muerte gracias al guía,
Hans, que los arranca del abismo tumbándolos en la arena de la playa.
Consiguen rescatar la pólvora,
la brújula,
el manómetro
y alimentos para cuatro meses.
Con la ayuda de la brújula, comprueban su situación y ven
que durante la tempestad han retrocedido en lugar de avanzar.
Furioso y desafiando todos los peligros, el profesor
Lidenbrock dice que han de volver a la balsa para seguir el viaje, pero antes
quiere inspeccionar el lugar donde habían llegado a la deriva.
Encuentran un esqueleto
humano de la era cuaternaria y luego un cementerio de
cuerpos fosilizados.
Siguen explorando el terreno y se alejan de la orilla del
mar. Llegan a un bosque de vegetación de la era terciaria
con palmeras,
pinos, cipreses
y helechos.
Debajo de esos árboles ven agitarse unos animales gigantes y un ser humano con
una cabeza del tamaño de un búfalo guardando aquel innumerable rebaño. Les parece
imposible y piensan que podría ser una visión, pero huyen a gran velocidad
hacia el mar, donde han dejado la balsa. En su huida encuentran un puñal que
perteneció a Arne Saknussemm, el alquimista que 300 años atrás hizo ese mismo
viaje al centro de la Tierra.
Según el tío de Axel, para llegar al centro del Globo aún
tienen que bajar 1.500 leguas. Para seguir el viaje deben tomar una galería,
pero una roca enorme obstruye la entrada y no les permite penetrar por ningún
sitio. Optan por romper la roca con la pólvora
que tienen. Preparan todo, encienden la mecha y se refugian en la almadía que
tienen en la playa.
Se oye un estruendo: la explosión ha provocado una
especie de terremoto,
y el mar arrastra la balsa en su caída. Los tres exploradores se consideran
perdidos. Se dan cuenta de que suben sin cesar, están en un pozo estrecho y el
agua, recobrando su nivel, los empuja hacia arriba a una velocidad violenta, y
les corta la respiración; el calor se hace insoportable.
Las paredes se mueven, los vapores se condensan... son
los síntomas de una erupción, y están dentro de la chimenea de un
volcán en actividad. De repente, un movimiento giratorio se apodera de la
balsa, que se balancea sobre las olas de lava en medio de una
lluvia de cenizas, y salen disparados por el abrasador orificio del cráter.
Cuando Axel abre los ojos, comprueba que se hallan al
aire libre, en la superficie de la tierra.
Están en Estrómboli,
Italia,
en pleno Mediterráneo. Habían entrado por un volcán, el Saefellsjokull, y han salido por el Estrómboli
situado a más de 1.200 leguas del primero. Un cono de prodigiosa altura, coronado de
humos, se divisa hacia el poniente: es el Etna.
Axel y su tío regresan a casa. La noticia de su viaje al
centro de la Tierra se había propagado por todas partes, pero nadie se había
creído semejante aventura. No obstante, la presencia de Hans y varios informes
llegados de Islandia cambian la opinión pública.
El profesor Lindenbrock y Axel pasan a ser hombres
famosos, y Hans regresa a su tierra natal de Islandia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario