Mausolo fue un rey
que ostentó el poder en Caria, un pequeño reinado de la península de Anatolia.
Hijo de Hecatomno, no sólo mantuvo el poder sobre el territorio que conquistó
su padre, sino que además eligió una ciudad desde la que poder gobernar. Para
ese fin eligió a Halicarnaso.
Esta ciudad costera
estaba lejos de las fronteras amenazadas por los enemigos del reino, para así
poder mantenerla segura. Halicarnaso se convirtió en la capital de un príncipe
de la guerra, el lugar perfecto desde donde dirigir a las tropas, gracias a las
buenas vistas a los posibles caminos de aproximación de las tropas enemigas.
Para crear la gran
ciudad, Mausolo puso grandes impuestos, que le permitieron embellecer calles,
plazas y alzar edificios y estatuas con una fuerte influencia helenística. Pero
el reinado de Mausolo fue corto. El año 353 a.C., tan sólo 24 años después de
su ascenso al poder, Mausolo murió, dejando en el poder a su mujer, Artemisia
II de Caria.
Artemisa, desolada,
tomó la decisión de alzar en la colina más alta de la ciudad el monumento
funerario más impresionante que jamás se hubiese construido. Para ello utilizó
todos los ingresos de impuestos que su marido había recolectado para construir
Halicarnaso.
Lo primero fue buscar
a los mejores artistas de la época, por lo que mandó a un mensajero a Grecia en
busca de los mejores escultores, siendo los principales Leocares, Bryaxis,
Timoteo y Escopas, quien también trabajó en el Templo de Artemisa.
El gran monumento se
encontraba en un gran patio con unos muros coronados con estatuas de los
distintos dioses griegos y cuatro guerreros a caballo, cada uno en una esquina.
En el centro, se alzaba una estructura sobre la que se situó la tumba de
Mausolo. Una gran escalinata flanqueada por estatuas de leones llevaba a la
parte superior de la plataforma.
El monumento
funerario alcanzaba los 45 metros de altura. La parte baja de la plataforma,
que ocupaba un tercio de la altura, consistía en un bloque cuyos laterales
estaban tallados con escenas de acción en la que combatían griegos contra
centauros, amazonas y demás seres mitológicos.
La parte media, que
ocupaba otro tercio de la altura, tenía 36 columnas, 10 por lateral, sobre las
que se alzaban distintas estatuas. Por último, en la parte superior y ocupando
otro tercio de la altura, se construyó un imponente techo piramidal, en cuyo
vértice se situaba una cuadriga tirada por cuatro grandes caballos que llevaba
estatuas de Artemisa y Mausolo.
La gran tumba se
mantuvo en pie durante más de 1.500 años, hasta que un terremoto la destruyó,
en algún momento entre los siglos XIII y XIV, de tal modo que en el año 1404
tan sólo el bloque inferior era reconocible. Este bloque se mantuvo así durante
otros 90 años más hasta que en 1494 los caballeros de la Orden de Malta lo
destruyeron para construir con él un castillo.
Desde su construcción
fue considerada uno de los monumentos más impresionantes del mundo, apareciendo
en la lista de las siete maravillas del mundo, según Antípatro de Sidón, y más
tarde pasando Mausolo a dar nombre a las grandes construcciones funerarias: los
mausoleos.
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