El sonar o
sónar
del inglés SONAR,
acrónimo
de Sound Navigation
And Ranging, ‘navegación por sonido’ es una técnica que usa la
propagación del sonido
bajo el agua principalmente para navegar,
comunicarse o detectar objetos sumergidos.
El sonar puede usarse como medio de localización
acústica, funcionando de forma similar al radar, con la diferencia
de que en lugar de emitir señales de radioelectrónica se
emplean impulsos sonoros. De hecho, la localización acústica se usó en aire
antes que el GPS, siendo aún de aplicación el SODAR la exploración
vertical aérea con sonar para la investigación atmosférica. La señal acústica
puede ser generada por piezoelectricidad o por magnetostricción.
El término «sonar» se usa también para aludir al equipo
empleado para generar y recibir el sonido de carácter infrasonoro. Las
frecuencias usadas en los sistemas de sonar van desde las intrasonicas
a las extrasonicas, entre 20 Hz y
20 000 Hz, la capacidad del oído humano. Sin embargo, en este caso habría
que referirse a un hidrófono y no a un sonar. El sonar tiene ambas capacidades,
puede ser utilizado como hidrófono o como sonar.
Existen otros sonares que no abarcan el espectro del oído
humano, cazaminas; pueden comprender varias gamas de alta frecuencia, 80 kHz ó 350 kHz,
por ejemplo. Ganan en precisión a la hora de determinar el objeto, pero pierden
en alcance.
Aunque algunos animales como delfines y murciélagos han
usado probablemente el sonido para la detección de objetos durante millones de
años, el uso por parte de humanos fue registrado por vez primera por Leonardo
Da Vinci en 1490. Se decía que se usaba un tubo metido en el agua para detectar
barcos, poniendo un oído en su extremo. En el siglo XIX se usaron campanas
subacuáticas como complemento a los faros para avisar del peligro a los
marineros.
El uso de sonido para la «Ecolocalización» submarina
parece haber sido impulsado por el desastre del Titanic en 1912. La primera patente
del mundo sobre un dispositivo de este tipo fue concedida por la Oficina
Británica de Patentes al meteorólogo inglés Lewis Richardson un mes
después del hundimiento del Titanic
, y el físico alemán Alexander Behm obtuvo otra
por un resonador en 1913. El ingeniero canadiense Reginald Fessenden
construyó un sistema experimental en 1914 que podía detectar un iceberg a dos
millas de distancia, si bien era incapaz de determinar en qué dirección se
hallaba.
Durante la Primera Guerra Mundial, y debido a la
necesidad de detectar submarinos, se realizaron más investigaciones sobre el
uso del sonido. Los británicos emplearon pronto micrófonos subacuáticos,
mientras el físico francés Paul Langevin, junto con el ingeniero eléctrico
ruso emigrado Constantin Chilowski,
trabajó en el desarrollo de dispositivos activos de sonido para detectar
submarinos en 1915. Aunque los transductores piezoeléctricos y
magnetostrictivos superaron más tarde a los electrostáticos que usaron, este
trabajo influyó sobre el futuro de los diseños detectores. Si bien los
transductores modernos suelen usar un material compuesto como parte activa
entre la cabeza ligera y la cola pesada, se han desarrollado muchos otros
diseños. Por ejemplo, se han usado películas plásticas ligeras sensibles al sonido
y fibra óptica en hidrófonos transductores acústico-eléctricos para uso
acuático, mientras se han desarrollado el Terfenol-D
y el PMN
para los proyectores. Los materiales compuestos piezoeléctricos son fabricados
por varias empresas, incluyendo Morgan Electro Ceramics.
En 1916, bajo el patrocinio del Consejo Británico de
Invenciones e Investigaciones, el físico canadiense Robert Boyle
se encargó del proyecto del sonar activo, construyendo un prototipo para
pruebas a mediados de 1917. Este trabajo, para la División Antisubmarina, fue
realizado en el más absoluto secreto, y usaba cristales de cuarzo
piezoeléctricos para producir el primer aparato de detección subacuática de
sonido activo factible del mundo. Mientras tanto, en el mismo laboratorio se
encargaba Albert Beaumont Wood del desarrollo de sistemas de escucha pasiva.
Para 1918 tanto Francia como Gran Bretaña habían
construido sistemas activos.
Los británicos probaron su ASDIC así eran conocidos los equipos de detección
activa en el HMS Antrim en
1920 y empezaron la producción de unidades en 1922. La 6ª Flotilla Destructora
tuvo buques equipados con ASDIC en 1923. Un buque-escuela antisubmarino, el HMS
Osprey, y una flotilla de
entrenamiento compuesta por cuatro buques se estableció en Isla de Pórtland en
1924. El Sonar QB
estadounidense no llegó hasta 1931.
Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la Marina Real Británica tenía cinco equipos
para diferentes clases de buques de superficie y otros para submarinos,
incorporados en un sistema de ataque antisubmarino completo. La efectividad de
los primeros ASDIC estaba limitada por el uso de las cargas de profundidad como
arma antisubmarina. Esto exigía que el buque atacante pasase sobre el contacto
sumergido antes de lanzar las cargas, lo que hacía perder el contacto sonar en
los momentos previos al ataque. El ataque exigía, pues, disparar a ciegas,
periodo en el que el comandante del submarino podía adoptar con éxito medidas
evasivas. Esta situación se remediaba usando varios buques cooperando juntos y
con la adopción de «Armas de lanzamiento delantero», como el Hedgehog y más tarde el Squid, que lanzaban las cargas a un
blanco situado delante del atacante y por tanto aún en contacto ASDIC. Los
desarrollos durante la guerra desembocaron en unos equipos ASDIC que usaban
diferentes formas de onda, permitiendo que los puntos ciegos fueran cubiertos
continuamente. Más tarde se emplearon torpedos acústicos.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial la tecnología
británica de sonar fue transferida a los Estados Unidos. La investigación sobre
el sonar y el sonido submarino se amplió enormemente, particularmente en este
país. Se desarrollaron muchos nuevos tipos de sonar militar, entre ellos las
sonoboyas, el sonar sumergible y el de detección de minas. Este trabajo formó
la base de los desarrollos de posguerra destinados a contrarrestar los
submarinos nucleares. El sonar siguió desarrollándose en muchos países para
usos tanto militares como civiles. En los últimos años la mayoría de los
desarrollos militares han estado centrados en los sistemas activos de baja frecuencia.
En la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos usó el
término SONAR para sus
sistemas, acrónimo acuñado como equivalente de RADAR. En 1948, con la formación de la OTAN, la estandarización
de señales llevó al abandono del término ASDIC
en favor de SONAR.
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