El Templo de Artemisa fue un templo
ubicado en la ciudad de Éfeso, Turquía, dedicado a la diosa Artemisa,
denominada Diana por los romanos. Su construcción fue comenzada por el
rey Creso
de Lidia
y duró unos 120 años.
De grandes dimensiones y hermosa arquitectura, es
considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo,
tal como lo describió Antípatro de Sidón
El templo estaba compuesto por numerosos edificios, que los arqueólogos
denominaron con letras sucesivas. El edificio más antiguo e importante era.
El Templo de Artemisa fue destruido por un incendio en el año 356 a.C.
El templo de Artemisa se encontraba en la antigua ciudad
de Éfeso, a unos 50 km al sur de la moderna ciudad portuaria de Esmirna,
en Turquía, en el valle a los pies de Ayasoluk.
A Artemisa, hermana de Apolo, se le rendía en
Éfeso un culto en cierto modo prehelenístico, representando más la fertilidad
que la virginidad
que significaba para los griegos. A la diosa se la representa con una corona
amurallada, símbolo de Cibeles, y, al igual que ella, la Artemisa de Éfeso era
servida por esclavas llamadas megabyzae.
Una inscripción votiva mencionada por Bennet, que data probablemente del siglo
III a.C. asocia la Artemisa de Éfeso a Creta.
La costumbre griega del sincretismo
asimiló todas las deidades extranjeras bajo alguna forma de las divinidades del
Olimpo, y está claro que en Éfeso, la
identificación con Artemisa que hicieron los colonos jonios no era muy apropiada.
Salvaje, independiente y de una fuerza y belleza
superiores. Así aparecía Artemisa, la diosa de la fertilidad, la caza y la
guerra, en la mitología griega. Hija de Zeus y hermana gemela
de Apolo, es una de las doce grandes divinidades olímpicas. Artemisa era una
diosa indomable, que no sólo daba la vida, sino que también la quitaba. En su
honor, y para apaciguarla, el rey Creso de Lidia mandó erigir el templo de
Artemisa en Éfeso. En el interior de este santuario se hallaba la estatua de
Artemisa, una obra de dos metros de altura en madera de vid revestida con plata
y oro.
El lugar sagrado de Éfeso era mucho más antiguo que el
templo. El geógrafo Pausanias afirmó que existía muchos años
antes de la inmigración Jonia y que era, incluso, más antiguo que el culto al Oráculo de Apolo en Dídima.
Los anteriores habitantes de la ciudad eran léleges
y lidios.
El lugar en el que se fundó el santuario de Artemisa
había sido ya objeto de veneración por las poblaciones locales que practicaban
allí el culto a la Diosa madre o a Cibeles,
culto al que después se asimiló el de Artemisa.
Las excavaciones de la Escuela Británica permiten seguir
las fases principales de la evolución arquitectónica del conjunto
La gran abundancia de exvotos, desde
el siglo VIII a. C., demuestra un lugar de culto. El edificio más
antiguo que corresponde a la primera fase, se trata de un altar, al que siguió
la construcción de algunos templos de pequeñas dimensiones.
De éstos, el que precede al templo arcaico fue levantado hacia el 600 a.C.
Medía 14 x 28 m y estaba rodeado por un muro de cierre.
La construcción del edificio requirió muchísimo tiempo. Plinio el
Viejo
y Marco
Vitrubio, que los trabajos prosiguieron durante 120 años. y
que fueron varios los arquitectos que los dirigieron. La primera construcción
del templo data del siglo VIII a.C. y fue destruido por
los cimerios.
El templo fue diseñado por el arquitecto
griego
Quersifrón,
de la ciudad cretense
de Cnosos
y construido alrededor del año 550 a.C. a expensas de Creso, el
poderoso rey de Lidia. Fue terminado por Metágenes, hijo de Quersifrón, con
ayuda de Teodoro, el arquitecto del Hereo de
Samos. Se eligió un terreno rocoso como precaución frente a
terremotos, según Plinio el Viejo. El templo se convirtió en atracción
turística, visitado por mercaderes, reyes y viajeros, que pagaban tributo a
Artemisa en forma de joyas y otros bienes. Su esplendor también atrajo
adoradores que formaron el culto de Artemisa.
El templo era respetado como lugar de refugio, tradición
que se trasladó al mito con las amazonas que se refugiaron allí tanto de Hércules
como de Dioniso.
El templo de Éfeso fue destruido por un incendio
provocado por Eróstrato el 21 de julio del año 356 a.C.
la noche que, se dice, nació Alejandro
Magno. Según la historia, su único fin fue lograr fama a cualquier
precio.
Los efesios, ultrajados, intentaron que su nombre nunca
fuera recordado, prohibiendo, bajo pena de muerte, mencionarlo. Sin embargo,
éste ha llegado a través de Estrabón.
Alejandro Magno nació la noche en la que el templo ardía.
Plutarco
sentenció que Artemisa estaba demasiado preocupada por este hecho como para
salvar su propio templo en llamas. Más tarde, Alejandro ofrecería a los efesios
costear su reconstrucción, a lo que aquellos se negaron, aduciendo que no era
conveniente que un dios le construyera un templo a otra divinidad. Sin embargo,
el templo fue restaurado tras su muerte, en el año 323 a.C.
La reconstrucción del templo es atribuida por algunos autores al rodio o según otros, macedonio Dinócrates,
el que realizó las mediciones para la fundación de la ciudad de Alejandría,
en Egipto.
Sin embargo, esta reconstrucción sería arrasada por los godos en el año 262, en tiempos del
emperador Galieno.
A lo largo de los dos siglos siguientes la mayoría de los efesios se
convirtieron al cristianismo y el antiguo templo perdió su
interés religioso. Los cristianos derribaron los restos del edificio y
reutilizaron los materiales para otras construcciones.
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