El conde de Montecristo es una novela de aventuras clásica de Alexandre Dumas padre y Auguste
Maquet. Éste último no figuró en los títulos de la obra ya que
Alexandre Dumas pagó una elevada suma de dinero para que así fuera. Maquet era
un colaborador muy activo en las novelas de Dumas, llegando a escribir obras
enteras, reescribiéndolas Dumas después. Se suele considerar como el mejor
trabajo de Dumas, y a menudo se incluye en las listas de las mejores novelas de
todos los tiempos. El libro se terminó de escribir en 1844, y fue publicado en
una serie de 18 partes durante los dos años siguientes.
La historia tiene lugar en Francia,
Italia
y varias islas del Mediterráneo durante los hechos históricos de 1814–1838 Los Cien Días
del gobierno de Napoleón I, el reinado de Luis XVIII de Francia, de Carlos X de Francia y el reinado de Luis Felipe I de Francia. Trata sobre todo
los temas de la justicia,
la venganza,
la piedad
y el perdón
y está contada en el estilo de una historia de aventuras.
Dumas obtuvo la idea principal de una historia real que
encontró en las memorias de un hombre llamado Jacques Peuchet. Peuchet contaba
la historia de un zapatero llamado François Picaud que vivía en París en 1807.
Picaud se comprometió con una mujer rica, pero cuatro amigos celosos le
acusaron falsamente de ser un espía de Inglaterra. Fue encarcelado durante
catorce años. Durante su encarcelamiento, un compañero de prisión moribundo le
legó un tesoro escondido en Milán. Cuando Picaud fue liberado en 1814, tomó
posesión del tesoro, volvió bajo otro nombre a París y dedicó diez años a
trazar su exitosa venganza contra sus antiguos amigos.
La novela empieza con Edmond Dantés volviendo a Marsella,
donde se encuentra con su familia y sus amigos. Dantés está a punto de recibir
una promoción a capitán, y también a punto de casarse con una bella española,
Mercédes Herrera.
Sin embargo, el inocente Dantés no se da cuenta de cómo
su fortuna afecta a los que él considera sus amigos. Danglars, el jefe de
cargamento que envidia la promoción de Edmond, y Fernando, el primo de Mercédes
que ama a ésta, pretenden acusar a Edmond como agente bonapartista; entonces
crean una carta anónima, acusando a Edmond de bonapartista y es arrestado el
día de la boda y llevado ante Villefort, sustituto del procurador del rey.
Aunque Villefort se convence enseguida de la inocencia de Edmond y está a punto
de dejarlo en libertad, descubre que el destinatario de la carta no es otro que
su propio padre, Noirtier, un importante bonapartista.
Durante el encarcelamiento, Dantés comienza a desesperarse. Empieza rezando
a Dios
por su liberación, pero sigue sufriendo año tras año, y al tiempo intenta suicidarse
dejando de comer. Al fallar en su intento de suicidio, ataca a un guardia
cuando va a dejarle comida, igualmente falla y lo consideran un loco y lo
trasladan a un calabozo para prisioneros altamente peligrosos. De nuevo intenta
llegar a la inanición pero cuando esta a punto de morir, recupera la voluntad
para vivir al escuchar el sonido que producía otro prisionero al cavar para
conseguir escapar. Poco después se encuentra con el otro prisionero, el abate Faria, que en su
intento de escapar, cavó en dirección equivocada y llegó a la celda de Edmond,
con quien forma una muy buena amistad, llegándolo a considerar como su hijo.
Faria se convierte en su instructor en varios temas, desde la historia,
las matemáticas,
el lenguaje,
filosofía,
idiomas,
y química,
mientras ya juntos, cavan hacia otro lado de la celda, intentado escapar del
castillo. Como resultado de sus conversaciones con Faria, Dantés empieza a
juntar las piezas de la historia que lo condenó a su penuria actual. Faria le
hace ver que la carta acusadora fue escrita con una mano izquierda y por un
obvio rencor hacia él. Edmond y Faria trabajan durante largas horas en el túnel
para escapar, pero el viejo y frágil Faria no sobrevive para verlo terminado.
Queda paralítico a causa de un segundo derrame cerebral el primero le dio
cuando aún se encontraba en libertad, y muere en el tercer derrame. Viéndose
moribundo, Faria le confía a Dantés el escondite de un gran tesoro en la isla de Montecristo que ascendía a lo que hoy
serían aproximadamente 14000 millones de dólares, él, sorprendido, al principio
desconfía del abate por ser ese el tema el que le ganó su apodo de "el abate loco" por los
guardias. Al morir Faria, los guardias envuelven su cuerpo en una pesada manta,
a Dantés se le ocurre ocupar el lugar del cadáver de Faria, llevando el
verdadero cadáver a la otra celda. Los carceleros, en lugar de enterrar el
cuerpo como él suponía, lo atan una pesada bala y lo lanzan al mar por un
barranco cercano.
Dantès escapa del sudario evitando las rocas y nada hasta
una isla desierta donde pasa una noche tormentosa. Al día siguiente ve en el
mar un barco naufragado, nada hacia los restos y ve otro barco que lo recoge, y
Edmond se hace pasar por un náufrago a causa de la tormenta. Hace amistad con
ellos, se rasura, cambia el nombre y se dedica durante un tiempo a ser
contrabandista. Varias de las transacciones que hacían los contrabandistas era
en la Isla de Montecristo, por ser ésta, una isla desierta, y sin ninguna
atracción aparente; Edmond dedica varias horas y varios viajes, a reconocer los
alrededores de la isla, aún dudando de lo que su viejo amigo le dijera.
Un día, en la Isla de Montecristo, habiendo sospechado
donde está el tesoro, va a cazar una cabra para comer y finge caerse de las
rocas, sus compañeros lo ayudan a moverse, pero él alega que está realmente
lesionado, y que no se puede mover. Con la excusa de que podría retrasar la
inminente expedición de los contrabandistas, les pide que se marchen y que
vuelvan a por él dos días después, una vez terminado su trabajo. Una vez que
Edmond pierde el barco de vista, se pone en pie y encuentra el tesoro.
Tiempo después, habiendo ocupado parte de la fortuna en
hacerse un nombre, en investigaciones, y amasar más dinero, regresa a la ciudad
de Marsella para retomar contacto con sus seres queridos, pero sólo halla
desesperación. Tomando distintas personalidades, desde un abate italiano a un
banquero inglés, Edmond Dantès puede confirmar sus sospechas a través de
Caderousse, un antiguo vecino que fue cómplice de Danglars y Fernando, al que
visita disfrazado de abate, fingiendo cumplir el último deseo de Edmond. De su
antiguo vecino descubre que todos los que le traicionaron han triunfado en la
vida; Fernando se ha convertido en un conde y par de Francia, Danglars en un
barón y en el banquero más rico de París, y Villefort en la personificación de
la justicia parisina como Procureur du
Roi Procurador del Rey, es decir el Fiscal del Reino o Fiscal General
del Estado. Aún más, Fernando se ha casado con Mercédès y tienen un hijo,
Alberto.
Mientras tanto, los amigos de Edmond han sufrido en manos
del destino. Al principio de la novela, Julien Morrel es el rico y amigable
propietario de un negocio naval en alza. Pero durante el encarcelamiento de
Edmond, Morrel sufrió una trágica serie de desventuras, entre ellas el
hundimiento de su barco Faraón,
y en el momento en el que Edmond regresa a Marsella no tienen nada más que a
sus dos hijos, Julie y Maximilian, y unos cuantos criados leales. La compañía
está al borde de la bancarrota, y Morrel piensa en suicidarse. Al descubrir
esto, Dantès restituye anónimamente la fortuna de Morrel y un nuevo Faraón justo a tiempo, bajo el
seudónimo de «Simbad el Marino».
Diez años después de su viaje a Marsella,
Dantes empieza su búsqueda de venganza disfrazándose con el nombre de
"Conde de Montecristo".
Manipula a Danglars para que le dé un «crédito
ilimitado» de seis millones de francos, y manipula la bolsa
para destruir la fortuna de Danglars, cobrando los seis millones sólo cuando
Danglars está al borde de la bancarrota y forzándole a huir a Italia.
Montecristo tiene una esclava
griega,
Haydée,
cuya familia y hogar en Janina fueron destruidos por Fernando, que traiciona a
Alí el padre de Haydée entregándolo a sus enemigos y causándole la muerte y la
de su madre, cuando acababa de venderlas a un comprador de esclavos.
Montecristo compra a Haydée tiempo después, cuando ella tenía 13 años, 9 años
después de aquel hecho que aún recordaba la joven mujer. Montecristo manipula a
Danglars para que investigue el suceso, que es publicado en un periódico.
La familia de Villefort está dividida. Valentine, la hija
que tuvo con su primera esposa Renée, va a heredar toda la fortuna de la
familia, pero su segunda esposa, Héloïse, pretende reclamar la fortuna para su
hijo Édouard. Montecristo conoce las intenciones de Héloïse y, de forma
aparentemente inocente, le proporciona una toxina capaz de
curar a una persona con una gota, y de matarla con una sobredosis. Héloïse mata
a Barrois, un sirviente de la casa, tratando de asesinar al señor Noirtier; a
los Saint-Méran, suegros de Villefort, e intenta asesinar también a Valentine.
Sin embargo, las cosas son más complicadas de lo que
Dantès anticipó. Sus esfuerzos para destruir a sus enemigos y proteger a los
pocos que le defendieron se entremezclan horriblemente. Maximilien Morrel se
enamora de Valentine de Villefort, y Dantès los ayuda a fugarse juntos
fingiendo la muerte de la joven. Al verse descubierta por su esposo, Héloïse
envenena al pequeño Édouard y se suicida ella también. Todo esto hace que
Dantès se cuestione su papel como agente de la venganza de Dios.
Viendo que su ira se iba extendiendo lentamente más allá
de lo que él pretendía, Dantès cancela el resto de su plan y toma medidas para
equilibrar las cosas. Aunque la venganza sobre sus enemigos no está completa
del todo, deja en libertad a Danglars, no sin antes secuestrarlo en Roma
gracias a su amigo Luigi Vampa, el bandido más temido de Italia, y haciéndole
pasar hambre y cobrándole casi todo el resto de su fortuna por restos de
comida, y finalmente le revela su verdadera identidad en la cima de su agonía.
Dantes le revela su identidad a su amada Mercedes y ésta decide abandonar a
Fernando. Fernando, abandonado por su esposa y su hijo Alberto, quien ahora lo
repudia, y con su honor hecho trizas públicamente, y enterado de que Dantés
está vivo, y no pudiendo cargar con su traición se suicida de un disparo en la
cabeza en su despacho, mientras Mercedes se va de la casa. Edmond también
indemniza a los que quedaron envueltos en el caos resultante, aplicándose así
también sus propios criterios de justicia. En el proceso, se conforma con su
propia humanidad y es capaz de encontrar cierto perdón para sus enemigos y para
sí mismo. Al final escapa, posiblemente hacia Grecia.
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