El parto humano, también llamado nacimiento,
es la culminación del embarazo humano, el periodo de salida del bebé
del útero
materno. Es considerado por muchos el inicio de la vida de la persona. La edad
de un individuo se define por este suceso en muchas culturas.
Se considera que una mujer inicia el parto con la aparición de contracciones
uterinas regulares, que aumentan en intensidad y frecuencia, acompañadas de
cambios fisiológicos en el cuello
uterino.
El proceso del parto humano natural se categoriza en tres
fases: el borramiento y dilatación del cuello uterino, el descenso y nacimiento
del bebé y el alumbramiento de la placenta. El parto puede verse asistido con
medicamentos como ciertos anestésicos o la oxitocina,
utilizada ante complicaciones de retraso grave de alumbramiento. Junto con la episiotomía,
incisión quirúrgica en la zona del perineo,
todo esto no debe hacerse nunca de manera rutinaria, ya que el parto más seguro
es el que evoluciona espontáneamente y en el que no se interviene
innecesariamente.
En algunos embarazos catalogados como de riesgo elevado para la madre o el
feto, el nacimiento ocurre por cesárea:
la extracción del bebé a través de una incisión quirúrgica en el abdomen.
En el parto natural, el bebé nace cruzando por la vagina de la
madre, con la asistencia de poca o ninguna tecnología y sin la ayuda de fármacos.
En la mayoría de los centros asistenciales el parto vaginal ocurre en una
posición ginecológica, con la gestante en posición decúbito dorsal, es decir,
acostada sobre su espalda
y sus pies sostenidos a la altura de los glúteos
con el objetivo de favorecer la comodidad del personal médico. Se conoce con el
nombre de posición de litotomía,
y ha sido usada durante años como rutina en el nacimiento. Sin embargo, es una
posición controvertida, pues el parto puede ocurrir naturalmente en posición
vertical, por ejemplo agachada en el cual la gravedad ayuda a la salida
natural del niño. En la litotomía existe más probabilidad de descensos lentos,
expulsivos prolongados, sufrimiento fetal y desgarros perineales maternos.
Idealmente, el entorno de la madre en el momento del parto debería ser de
tranquilidad, sin prisas, intimidad y confianza: luz suave, pocas personas y
pertenecientes a su entorno íntimo, una posición cómoda elegida por ella, tal
vez música o flores o aromas si a ella le gustan. También existe el parto en
agua caliente, en el propio hogar, en hospitales o en centros
privados.
Se espera que el parto de una mujer ocurra entre las
semanas 37 y 42 completas desde la fecha de la última menstruación.
El inicio del trabajo de parto varía entre una mujer y otra, siendo las signos
más frecuentes, la expulsión del tapón mucoso cervical, la aparición de leves
espasmos uterinos a intervalos menores de uno cada diez minutos, aumento de la
presión pélvica
con frecuencia urinaria, la ruptura de las membranas que envuelven al líquido amniótico, con el consecuente
derramamiento del voluminoso líquido, con indicios de secreciones con sangre.
Aunque no existen evidencias científicas que lo apoyen,
es frecuente oír que las madres sienten una urgencia de «Limpiar el nido», poco
antes del franco trabajo de parto, o dar los últimos toques al cuarto del bebé,
afirmando hasta levantarse de madrugada con tales faenas
Se desconocen cuáles son las causas que precipitan el parto, pero se cree
que determinadas sustancias producidas por la placenta,
la madre o el feto,
y de factores mecánicos como el tamaño del bebé y su efecto sobre el músculo
uterino contribuyen al parto. Por lo tanto los efectos coordinados de todos
estos factores son probablemente la causa de la aparición del trabajo del
parto.
El primer período del trabajo de parto tiene como finalidad dilatar el cuello uterino.
Se produce cuando las contracciones uterinas empiezan a aparecer con mayor
frecuencia, aproximadamente cada 3 - 15 minutos, con una duración de 30 segundos
o más cada una y de una intensidad creciente.
Las contracciones son cada vez más frecuentes y más intensas, hasta una cada
dos minutos y producen el borramiento o adelgazamiento y la dilatación del
cuello del útero, lo que permite denominar a este período como período de dilatación. La duración de
este periodo es variable según si la mujer ha tenido trabajos de parto
anteriores, en el caso de las primerizas hasta 18 horas y se divide en: fase
latente, fase activa y fase de desaceleración. La etapa termina con la
dilatación completa 10 centímetros y borramiento del cuello uterino.
Usualmente entre la dilatación completa y la fase de nacimiento se da un corto
periodo de latencia en el que las contracciones desaparecen por completo.
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