Los hijos de Geb y Nut, los
cuatro hijos del Cielo y la Tierra dos varones y dos mujeres aunque hay
versiones que dan un quinto hijo, al que se llama Horoeris, forman la primera
generación de seres que viven sobre el suelo de Egipto, los cuatro primeros
dioses que se ocupan de esa tierra escogida y que velan por ella, o que entran
en el mundo egipcio para completar el binomio del bien y del mal, de la vida y
de la muerte.
El primero de los varones y
el mayor de los cuatro, Osiris, es el dios de la fecundidad, la divinidad que
representa y sustenta la continuidad de la naturaleza; él es quien hace nacer
la semilla, quien la madura y quien agosta los campos; Osiris es el principio
de la vida misma. Isis, su hermana y esposa, reina en igualdad sobre el extenso
dominio del Nilo, en perfecta armonía con su hermano, formando la pareja
positiva del binomio.
Si Osiris se encarga de
proporcionar la vida a los humanos, Isis está siempre a la zaga, tras la
invención de todas las artes necesarias para desarrollar la vida, desde la
molienda del grano hasta las complejas reglas y leyes de la vida familiar.
Neftis, la segunda hermana y
la más pequeña de todos, no pudo tener la suerte de Isis, la fortuna de ser
esposa del buen y hermoso Osiris; por eso Neftis se quedó al margen de la
felicidad; también por eso era la representación del resto del país útil, la
diosa de las tierras menos afortunadas, las tierras secas junto a los campos de
cultivo; las parcelas de secano que no tenían la suerte de ser regularmente
inundadas por el agua y el limo del río en sus crecidas anuales. Set, el
segundo varón y el tercero de los hijos, es la criatura que presagió su destino
al nacer prematuramente, puesto que abrió el vientre de su madre Nut,
haciéndola sufrir cruelmente; Set es el dios de la maldad, el espíritu negativo
y el representante del desierto sin vida, la personificación de la muerte.
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