El Mar de los Sargazos
no se asemeja a ningún otro: no lo limita la tierra firme, sino las vigorosas
corrientes del océano Atlántico. Mar en el mar, sus quietas aguas han dado
origen a historias y leyendas. ¿Qué misterios hicieron de este desierto marino
un fértil campo para la imaginación?
MAR
DE LOS SARGAZOS: El sargazo es un alga marina de color oscuro que se
aglomera de manera impresionante en algunos mares, especialmente en Océano
Atlántico noroccidental entre las Islas Azores, archipiélago portugués, y las
Indias Occidentales, alrededor de los 35° N de latitud. A esta región oceánica
se la llama Mar de los Sargazos y es el lugar predilecto de las anguilas
marinas para desovar. La anguila es un pez sin aletas abdominales, de cuerpo
largo y cilíndrico que puede medir hasta un metro.
Su carne es
comestible. Vive en los ríos, pero cuando sus órganos sexuales llegan a
la plenitud se interna en el mar para iniciar la reproducción. La angula es la
cría de la anguila que sólo mide hasta 8 cm de largo y 3 de espesor. Desde el
lugar en que nace llega a las costas y hace el camino inverso subiendo
por los ríos, acompañada por millones de hermanitas. Las angulas cocidas se
tornan blancas y son muy apetecidas y en algunos lugares, de alto precio.
El Mar de
los Sargazos ha inspirado temor a muchas generaciones de navegantes; aún
circulan leyendas sobre barcos atrapados en su flotante vegetación y marineros
arrastrados al fondo. Aunque esto pertenece al dominio de la fantasía, el lugar
es una rareza biológica y marina. Las anguilas de Europa y América se
reprodujeron allí mucho antes de que estos continentes se separasen.
Esta extensión de agua lenta y giratoria que se
sitúa entre las islas Bermudas y las de Sotavento, mide 5,200 millones de km2; ha
sido llamada "desierto biológico" y ha sido comparada con una
gigantesca balsa de algas marinas a la deriva. Todas estas descripciones son
inexactas. Las algas se concentran en ciertos puntos, y amplias zonas
permanecen limpias. En las propias algas y bajo el océano vive una exótica
población, entre cuyas rarezas destaca una especie de pejesapo, el pez sargazo,
que se prende de las plantas con aletas prensiles como dedos.
Relatos de malezas, niebla y una extraña quietud
que se remontan a cinco siglos antes de Cristo permiten especular si este mar
fue hallado por navegantes primitivos. Sin embargo, es más probable que Cristóbal
Colón y sus hombres fueran los primeros en admirar este fenómeno. En su
travesía rumbo a las Indias, en 1492, los marineros pudieron contemplar
largamente la enmarañada vegetación, doradas frondas oliváceas tendidas de un
extremo a otro del horizonte. Pudieron observar las vesículas llenas de gas,
parecidas a bayas, que mantienen suspendidas las algas cerca de la superficie.
Las llamaron sargazos, en recuerdo de las pequeñas uvas cultivadas en sus
tierras mediterráneas.
Las masas de materia vegetal flotantes están
compuestas, sobre todo, por una cierta especie de algas, Sargassum natans. Conocidas como
"eringes", poseen dos características distintivas: existen sin
necesidad de las rocas costeras en las que se originaron y se reproducen por
fragmentación. Los brotes pueden desprenderse y prosperar por sí mismos, con lo
que la especie se perpetúa indefinidamente.
Los sargazos son la base de la cadena alimenticia
de la zona. El plancton,
conjunto de organismos microscópicos que nutren lo mismo a ballenas que a
arenques no se desarrolla aquí a causa de la temperatura elevada. En torno de
las algas vive, en cambio, una peculiar comunidad animal.
Adheridas a las frondas hay pequeñas algas, como
los corales blandos, y gusanos tubulares, que filtran las aguas para recoger
alimento. En partes, las frondas parecen estar cubiertas por parches de tierra:
se trata de animales musgosos o briozoarios,
seres diminutos que habitan desde los trópicos hasta los polos.
Por lo general nacen de huevos fertilizados, pero
aquí se desprenden de la madre organismos nuevos, ya formados, imitando a las
algas anfitrionas. Para llevarse el alimento a la boca se sirven de vellos
menudos.
Si el peso del alimento ingerido resulta excesivo
para el grupo de algas, caen hasta las profundidades oceánicas, donde mueren de
frío. Los pequeños cangrejos y camarones de las frondas corren mejor suerte:
cuando éstas empiezan a descender, se mudan a otra.
Este es el reino de la apariencia: muchas criaturas
sobreviven gracias al camuflaje. Los camarones desarrollan motas blancas para
semejar briozoarios, mientras
que los largos y espigados espetones parecen ramas de algas.
La adaptación más impresionante es la del pez
sargazo. Con su coloración de alga, puede sorprender y devorar presas de hasta
20 cm, casi su propio tamaño. Si se ve en peligro, traga agua y se infla para
ahuyentar al agresor.
Uno de los más extraños secretos del Mar de los
Sargazos fue también uno de los más indescifrables. Hasta principios del siglo
XX, la asombrosa vida de las anguilas europeas y americanas, que se reproducen
allí, era un misterio. Incluso en la actualidad aún se desconocen varios rasgos
centrales de este ciclo vital.
Otras especies también procrean en este mar. El
calor del agua y la ausencia de predadores por la falta de plancton atraen a
atunes, lucios y peces voladores, que depositan sus huevos en copiosas ristras
adheridas a las algas. Aun así, según los biólogos, la anguila es el único
animal que vuelve para morir en esta región extraordinaria caracterizada por la
constante transformación.
Mítico mar No es difícil entender por qué el Mar de los Sargazos, a lo largo de los siglos, se ha visto envuelto en el misterio. Para el ojo inexperto no es sino una zona de aguas estancadas cubiertas de algas, que sería inútil pretender cruzar. Pero en realidad este mar contiene menos algas de lo que se cree y, lejos de hallarse estancado, no cesa de moverse. La corriente del Golfo, con rumbo al este, lo impulsa hacia el norte en el sentido de las manecillas del reloj, mientras que las del Trópico de Cáncer, que corren en dirección oeste, lo mueven hacia el sur.
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