lunes, 8 de julio de 2013

ASÍ HABLÓ JESÚS



Así habló Jesús "Mi Padre Me envió, no solamente como Salvador, sino también como su maestro. Vine al mundo a enseñarles con Mis Palabras y con Mi ejemplo el modo como deben amar a Dios, el sumo bien.

Si quieren el tesoro del amor divino, deben suplicar incesantemente al Espíritu Santo, que les de a conocer la Voluntad Divina y pedirle en todo momento la luz necesaria para conocerla y ejecutarla.

Quiero enseñarles hoy que toda su satisfacción debe consistir en conformarse con la Voluntad Divina y en qué cosas y cómo deben conformarse con ella.

Es verdad que su salvación consiste en amar a Dios; porque el alma que no lo ama, queda en la muerte. Entonces, la perfección del amor consiste en conformar su voluntad con la del Padre. El efecto principal del amor es querer lo que quiere la persona amada de manera que ambas personas tengan un solo corazón y una sola voluntad.

Estando predicando en una casa, contesté que quien hiciese la Voluntad de Mi Padre es Mi hermano, Mi hermana y Mi Madre. Con esto quise decir que tengo por parientes y amigos únicamente a aquellos que cumplen con la  voluntad de Dios.

Los Santos en el cielo aman perfectamente a Dios. Pero, ¿en qué consiste la perfección de su amor? En conformarse enteramente con la Divina Voluntad. Por eso les enseñé a pedir la gracia de hacer Mi voluntad en este mundo, como la hacen los bienaventurados en el cielo.

Un acto perfecto de conformidad con la Divina Voluntad, es suficiente para hacer a un hombre santo. ¿Qué hizo Pablo cuando Me vio y se convirtió? Ofreció a Dios su propia voluntad para que dispusiese de ella a gusto.

Escuchen: El que se mortifica con ayunos y penitencias, el que hace limosnas y otras obras buenas, da a Dios parte de sí y de sus bienes; pero quien Me da su voluntad, Me lo da todo y por lo mismo puede decir: “Señor, habiéndote dado mi voluntad, ya no me queda qué darte, puesto que todo Te lo he dado.

Esto es aquel todo que les pido al reclamar su corazón, es decir, la voluntad… Todo su bien consiste en cumplir mi Voluntad; pero la dificultad está en ejecutarla.

Ahora bien, para estar dispuesto a ejecutar la Divina Voluntad, deben ofrecerse primero, a recibir con paz y resignación todo aquello que su Padre dispone y exige de ustedes. Tomen ejemplo del Rey David que decía: “Señor, dispuesto está mi corazón…” Con estas palabras solamente pedía que le enseñase Dios a cumplir Su Voluntad. De este modo mereció que Dios lo llamase “hombre hecho a medida de su corazón”: “He hallado un hombre conforme a Mi Corazón, que cumplirá en todo Mi Voluntad. ”Oigo que una gran cantidad de personas Me dice: cumple hoy Tu Voluntad; haz esto, haz esto otro, haznos este favor, etc. Oigo también a un grupo más pequeño que Me dice: haz lo que quieres, hágase Tu Voluntad… Los unos y los otros están fijos, estables en el pensamiento que tienen, en el amor que tienen. Los primeros creen, pero aman poco, los segundos creen mucho y aman mucho.

Yo mismo les He enseñado a pedir el pan de cada día y bajo el nombre de pan entendía todo lo que les es necesario para la vida, por tanto, no seré Yo quien les diga: no pidan nada, porque más bien, deben pedir, por varios motivos, aun las cosas materiales. Pero hay gran diferencia entre pedir y ser petulantes.

Pedir es humildad, hacer de petulantes es creerme duro e insensible, a más de demostración de mucho amor propio. En el fondo, repetir siempre el mismo pedido es pensar en sí mismo, olvidando que Yo pienso en ustedes más que ustedes mismos.

Pidan pan, no propiamente para pedir el pan que quieren ustedes, sino para reconocerme que Yo soy el “Panadero” y que tienen necesidad de Mí, sea en las cosas prósperas, sea en las adversas. Es mejor estar en calma que vivir inquietudes, mejor es creer en Mi amor, que esperar en Mi amor. El que Me ama, sabe que yo no falto, no tardo en darle todo; el que Me ama poco, está siempre como si le faltase la tierra bajo los pies, por eso sufre.

Fui claro al respecto y clarísima será la respuesta a los que se fían de Mi. ¡Cuánto bien y cuántos bienes recibe el pequeño grupo que Me da toda su confianza! Inclusive por lo que se refiere al espíritu tendrán siempre “pan” los que lo esperan de Mí. No se sentirán solos, sino que serán sostenidos porque interiormente Yo les manifiesto Mi aprobación a su modo de pensar y obrar.

Digo estas cosas hoy que el afán por la materia se ha generalizado tanto que los valores del espíritu han caído en olvido y desprecio. Digo estas cosas para aprobar el santo desprecio que los cristianos tienen de las cosas materiales, ya que por ese desprecio ellos pueden llegar a apreciar realmente todos los dones que Yo les hago en premio de la confianza que Me tienen. Y quiero que tú, jefe de familia, infundas en el corazón y en la mente de los que te He confiado, un particular apego a Mi Providencia de la cual siempre obtienen beneficios.

Sean prudentes sus palabras, a fin de consolidar esos santos pensamientos en torno a cada uno de ustedes y a este propósito Me será grato que abandonen la consideración, y las palabras sobre las injusticias humanas que los privan de lo que les atañe.

El juez Soy Yo, tú eres sólo Mi criatura que recibe lo que Yo mando y no recibe lo que Yo no quiero mandar. Pero es claro que si haces exactamente cuanto te digo: silencio de palabras y pensamientos en torno a este asunto, recibirás y podrás dar a los demás aquel céntuplo que Yo tengo en reserva para los que Me siguen con desprendimiento de juicio de las cosas y de los sucesos que lo rodean.

Por lo demás He dicho que les daré todo y no retiro la palabra dada; He dicho que Yo añadiré otra cosa en compensación por algunas injusticias que les hacen y verán que será justamente así.

Quiero de ustedes el corazón, busco su voluntad, no quiero otra cosa. Bendigan siempre y con amor, acepten todo, no pidan nada. Esto Me agrada, esto es santo.

Ustedes, Mis elegidos Apóstoles de la Nueva Evangelización deben conformarse con la Voluntad Divina, no solamente en aquellas adversidades que llegan directamente como con las enfermedades, pérdida de bienes, privación de seres queridos; sino también en aquellas que, aunque Dios las tolera, porque cuanto sucede en el mundo está dispuesto por Dios, sin embargo les llegan del cielo indirectamente, esto es, por medio de los hombres, como las injusticias, las calumnias, las injurias, las persecuciones, etc.

Se preguntarán, ¿cómo es eso? ¿Acaso quiere Dios que pequen unos ofendiendo en los bienes o en el honor? No, Yo no quiero que pequen quienes ofenden, pero sí quiero que sufran aquella pérdida, aquella humillación y quiero que, en esos casos, se conformen con Mi Divina Voluntad Todos los bienes como las riquezas y los honores; todos los males, como las enfermedades y las persecuciones, vienen de Mi Mano. Tengan presente que se los llama males, pero en realidad si los recibieran con la resignación debida, serían no males, sino bienes.

Recuerden que las joyas que hacen más rica y resplandeciente la corona de los santos en el cielo, son las tribulaciones sufridas por Mí con paciencia y resignación, pensando que todas ellas vienen de Mis manos. Sepan que cuando los Santos Mártires Epiteto y Atón eran atormentados con uñas de hierro y teas encendidas, únicamente decían: “Señor, hágase en nosotros Tu Divina Voluntad. El alma que Me ama, no se turba jamás, aunque le suceda cualquier tribulación, por grande que sea. Por eso Proverbios dice: “Ningún acontecimiento podrá contristar al justo”

Hubo una vez un monje que obraba muchos milagros y que no se destacaba por ser más virtuoso que los demás, al contrario, era ridiculizado y criticado por sus muchas faltas, pero maravillado un día oyó que era el más imperfecto de los monjes, pero que ponía toda su atención en conformar su voluntad a la de Dios. El que obra así, goza la paz que en Mi nacimiento anunciaron los ángeles a los hombres de buena voluntad, es decir, a los que conforman la suya con la Mía. Paz grande, duradera, que no está sujeta a vicisitudes humanas.

Observen: el hombre necio se muda como la luna, mas el justo persevera en la sabiduría como el sol. El necio se ríe hoy de su necedad, mañana llora de desesperación: hoy está humilde y tranquilo, mañana soberbio y furibundo; en suma, el pecador se muda como se mudan las cosas prósperas o adversas que le suceden. Empero el justo persevera como el sol, siempre igual, siempre sereno, siempre el mismo ocurra lo que ocurriese.

No podrá dejar, como hombre, de sentir ciertas contrariedades; pero mientras haga la Voluntad divina, ninguno podrá privarle de aquella alegría espiritual que no está sujeta a las mudanzas de la vida presente.

El que descansa en la Voluntad divina, es semejante al hombre que se halla colocado en un punto elevado sobre las nubes, desde él ve los relámpagos, los truenos y las tempestades que se enfurecen debajo de sus pies, más no lo ofenden ni lo turban. Quien no desea otra cosa que lo que Dios dispone, logra siempre lo que desea, por lo mismo que no desea más que lo que Dios quiere que suceda.

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