Así habló Jesús "Mi Padre
Me envió, no solamente como Salvador, sino también como su maestro. Vine al
mundo a enseñarles con Mis Palabras y con Mi ejemplo el modo como deben amar a
Dios, el sumo bien.
Si quieren el
tesoro del amor divino, deben suplicar incesantemente al Espíritu Santo, que
les de a conocer la Voluntad Divina y pedirle en todo momento la luz necesaria
para conocerla y ejecutarla.
Quiero
enseñarles hoy que toda su satisfacción debe consistir en conformarse con la
Voluntad Divina y en qué cosas y cómo deben conformarse con ella.
Es verdad que su
salvación consiste en amar a Dios; porque el alma que no lo ama, queda en la
muerte. Entonces, la perfección del amor consiste en conformar su voluntad con
la del Padre. El efecto principal del amor es querer lo que quiere la persona
amada de manera que ambas personas tengan un solo corazón y una sola voluntad.
Estando
predicando en una casa, contesté que quien hiciese la Voluntad de Mi Padre es
Mi hermano, Mi hermana y Mi Madre. Con esto quise decir que tengo por parientes
y amigos únicamente a aquellos que cumplen con la voluntad de Dios.
Los Santos en el
cielo aman perfectamente a Dios. Pero, ¿en qué consiste la perfección de su
amor? En conformarse enteramente con la Divina Voluntad. Por eso les enseñé a
pedir la gracia de hacer Mi voluntad en este mundo, como la hacen los
bienaventurados en el cielo.
Un acto perfecto
de conformidad con la Divina Voluntad, es suficiente para hacer a un hombre
santo. ¿Qué hizo Pablo cuando Me vio y se convirtió? Ofreció a Dios su propia voluntad
para que dispusiese de ella a gusto.
Escuchen: El que
se mortifica con ayunos y penitencias, el que hace limosnas y otras obras
buenas, da a Dios parte de sí y de sus bienes; pero quien Me da su voluntad, Me
lo da todo y por lo mismo puede decir: “Señor, habiéndote dado mi voluntad, ya
no me queda qué darte, puesto que todo Te lo he dado.
Esto es aquel
todo que les pido al reclamar su corazón, es decir, la voluntad… Todo su bien
consiste en cumplir mi Voluntad; pero la dificultad está en ejecutarla.
Ahora bien, para
estar dispuesto a ejecutar la Divina Voluntad, deben ofrecerse primero, a
recibir con paz y resignación todo aquello que su Padre dispone y exige de
ustedes. Tomen ejemplo del Rey David que decía: “Señor, dispuesto está mi
corazón…” Con estas palabras solamente pedía que le enseñase Dios a cumplir Su
Voluntad. De este modo mereció que Dios lo llamase “hombre hecho a medida de su
corazón”: “He hallado un hombre conforme a Mi Corazón, que cumplirá en todo Mi
Voluntad. ”Oigo que una gran cantidad de personas Me dice: cumple hoy Tu
Voluntad; haz esto, haz esto otro, haznos este favor, etc. Oigo también a un
grupo más pequeño que Me dice: haz lo que quieres, hágase Tu Voluntad… Los unos
y los otros están fijos, estables en el pensamiento que tienen, en el amor que
tienen. Los primeros creen, pero aman poco, los segundos creen mucho y aman
mucho.
Yo mismo les He
enseñado a pedir el pan de cada día y bajo el nombre de pan entendía todo lo
que les es necesario para la vida, por tanto, no seré Yo quien les diga: no
pidan nada, porque más bien, deben pedir, por varios motivos, aun las cosas
materiales. Pero hay gran diferencia entre pedir y ser petulantes.
Pedir es
humildad, hacer de petulantes es creerme duro e insensible, a más de
demostración de mucho amor propio. En el fondo, repetir siempre el mismo pedido
es pensar en sí mismo, olvidando que Yo pienso en ustedes más que ustedes
mismos.
Pidan pan, no
propiamente para pedir el pan que quieren ustedes, sino para reconocerme que Yo
soy el “Panadero” y que tienen necesidad de Mí, sea en las cosas prósperas, sea
en las adversas. Es mejor estar en calma que vivir inquietudes, mejor es creer
en Mi amor, que esperar en Mi amor. El que Me ama, sabe que yo no falto, no
tardo en darle todo; el que Me ama poco, está siempre como si le faltase la
tierra bajo los pies, por eso sufre.
Fui claro al
respecto y clarísima será la respuesta a los que se fían de Mi. ¡Cuánto bien y
cuántos bienes recibe el pequeño grupo que Me da toda su confianza! Inclusive
por lo que se refiere al espíritu tendrán siempre “pan” los que lo esperan de
Mí. No se sentirán solos, sino que serán sostenidos porque interiormente Yo les
manifiesto Mi aprobación a su modo de pensar y obrar.
Digo estas cosas
hoy que el afán por la materia se ha generalizado tanto que los valores del
espíritu han caído en olvido y desprecio. Digo estas cosas para aprobar el
santo desprecio que los cristianos tienen de las cosas materiales, ya que por
ese desprecio ellos pueden llegar a apreciar realmente todos los dones que Yo
les hago en premio de la confianza que Me tienen. Y quiero que tú, jefe de
familia, infundas en el corazón y en la mente de los que te He confiado, un
particular apego a Mi Providencia de la cual siempre obtienen beneficios.
Sean prudentes
sus palabras, a fin de consolidar esos santos pensamientos en torno a cada uno
de ustedes y a este propósito Me será grato que abandonen la consideración, y
las palabras sobre las injusticias humanas que los privan de lo que les atañe.
El juez Soy Yo,
tú eres sólo Mi criatura que recibe lo que Yo mando y no recibe lo que Yo no
quiero mandar. Pero es claro que si haces exactamente cuanto te digo: silencio
de palabras y pensamientos en torno a este asunto, recibirás y podrás dar a los
demás aquel céntuplo que Yo tengo en reserva para los que Me siguen con
desprendimiento de juicio de las cosas y de los sucesos que lo rodean.
Por lo demás He
dicho que les daré todo y no retiro la palabra dada; He dicho que Yo añadiré
otra cosa en compensación por algunas injusticias que les hacen y verán que
será justamente así.
Quiero de
ustedes el corazón, busco su voluntad, no quiero otra cosa. Bendigan siempre y
con amor, acepten todo, no pidan nada. Esto Me agrada, esto es santo.
Ustedes, Mis
elegidos Apóstoles de la Nueva Evangelización deben conformarse con la Voluntad
Divina, no solamente en aquellas adversidades que llegan directamente como con
las enfermedades, pérdida de bienes, privación de seres queridos; sino también
en aquellas que, aunque Dios las tolera, porque cuanto sucede en el mundo está
dispuesto por Dios, sin embargo les llegan del cielo indirectamente, esto es,
por medio de los hombres, como las injusticias, las calumnias, las injurias,
las persecuciones, etc.
Se preguntarán,
¿cómo es eso? ¿Acaso quiere Dios que pequen unos ofendiendo en los bienes o en
el honor? No, Yo no quiero que pequen quienes ofenden, pero sí quiero que
sufran aquella pérdida, aquella humillación y quiero que, en esos casos, se conformen
con Mi Divina Voluntad Todos los bienes como las riquezas y los honores; todos
los males, como las enfermedades y las persecuciones, vienen de Mi Mano. Tengan
presente que se los llama males, pero en realidad si los recibieran con la
resignación debida, serían no males, sino bienes.
Recuerden que
las joyas que hacen más rica y resplandeciente la corona de los santos en el
cielo, son las tribulaciones sufridas por Mí con paciencia y resignación,
pensando que todas ellas vienen de Mis manos. Sepan que cuando los Santos
Mártires Epiteto y Atón eran atormentados con uñas de hierro y teas encendidas,
únicamente decían: “Señor, hágase en nosotros Tu Divina Voluntad. El alma que
Me ama, no se turba jamás, aunque le suceda cualquier tribulación, por grande
que sea. Por eso Proverbios dice: “Ningún acontecimiento podrá contristar al
justo”
Hubo una vez un
monje que obraba muchos milagros y que no se destacaba por ser más virtuoso que
los demás, al contrario, era ridiculizado y criticado por sus muchas faltas,
pero maravillado un día oyó que era el más imperfecto de los monjes, pero que
ponía toda su atención en conformar su voluntad a la de Dios. El que obra así,
goza la paz que en Mi nacimiento anunciaron los ángeles a los hombres de buena
voluntad, es decir, a los que conforman la suya con la Mía. Paz grande,
duradera, que no está sujeta a vicisitudes humanas.
Observen: el
hombre necio se muda como la luna, mas el justo persevera en la sabiduría como
el sol. El necio se ríe hoy de su necedad, mañana llora de desesperación: hoy
está humilde y tranquilo, mañana soberbio y furibundo; en suma, el pecador se
muda como se mudan las cosas prósperas o adversas que le suceden. Empero el
justo persevera como el sol, siempre igual, siempre sereno, siempre el mismo
ocurra lo que ocurriese.
No podrá dejar,
como hombre, de sentir ciertas contrariedades; pero mientras haga la Voluntad
divina, ninguno podrá privarle de aquella alegría espiritual que no está sujeta
a las mudanzas de la vida presente.
El que descansa
en la Voluntad divina, es semejante al hombre que se halla colocado en un punto
elevado sobre las nubes, desde él ve los relámpagos, los truenos y las
tempestades que se enfurecen debajo de sus pies, más no lo ofenden ni lo
turban. Quien no desea otra cosa que lo que Dios dispone, logra siempre lo que
desea, por lo mismo que no desea más que lo que Dios quiere que suceda.
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