Johannes Kepler nace en Weil der
Stadt, Alemania el 27 de
diciembre de 1571 y muere en
Ratisbona,
Alemania el
15 de
noviembre de 1630,
figura clave en la revolución científica, astrónomo y
matemático alemán;
fundamentalmente conocido por sus leyes sobre
el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol. Fue
colaborador de Tycho Brahe, a quien sustituyó como matemático
imperial de Rodolfo II.
En 1935 la UAI decidió en su honor
llamarle «Kepler» a un astroblema
lunar.
Kepler nació en el seno de una familia de religión
protestante
luterana, instalada en la ciudad de Weil der
Stadt en Baden-Wurtemberg, Alemania. Su abuelo había
sido el alcalde de la ciudad, pero cuando nació Kepler, la familia se
encontraba en decadencia. Su padre, Heinrich Kepler, era mercenario en el
ejército del Duque de Wurtemberg y, siempre en campaña, raramente estaba presente en
su domicilio. Su
madre, Katherina Guldenmann, que llevaba una casa de
huéspedes, era una curandera y herborista, la cual más tarde fue acusada de
brujería. Kepler,
nacido prematuramente a los siete meses de embarazo, e hipocondríaco
de naturaleza endeble, sufrió toda su vida una salud frágil. A la edad de
tres años, contrae la viruela, lo que, entre otras secuelas, debilitará su vista
severamente. A pesar
de su salud, fue un niño brillante que gustaba impresionar a los viajeros en el
hospedaje de su madre con sus fenomenales facultades matemáticas.
Heinrich Kepler tuvo además otros tres hijos: Margarette,
de la que Kepler se sentía muy próximo, Christopher, que le fue siempre
antipático, y Heinrich. De 1574 a 1576,
vivió con Heinrich un epiléptico en casa de sus abuelos mientras que su padre
estaba en una campaña y su madre se había ido en su búsqueda.
Al regresar sus padres, Kepler se trasladó a Leonberg
y entra en la escuela latina en 1577. Sus padres le hicieron despertar el interés por la astronomía.
Con cinco años, observó el cometa de 1577, comentando que su madre lo llevó a un lugar
alto para verlo. Su padre
le mostró a la edad de nueve años el eclipse de
luna del 31 de enero de 1580, recordando que la
Luna aparecía bastante roja. Kepler estudió más tarde el fenómeno y lo explicó
en una de sus obras de óptica. Su padre partió de nuevo para la guerra en 1589, desapareciendo para
siempre.
Kepler terminó su primer ciclo de tres años en 1583, retardado debido a
su empleo como jornalero agrícola, entre nueve y once años. En 1584, entró en el
Seminario protestante de Adelberg y dos años más tarde, en el Seminario
superior de Maulbronn.
Obtuvo allí su diploma de fin de estudios y se matriculó
en 1589
en la universidad de Tubinga. Comenzó primeramente por estudiar la ética, la
dialéctica, la retórica, el griego, el hebreo, la astronomía y la física, y más
tarde la teología y las ciencias humanas. Continuó
con sus estudios después de obtener una maestría en 1591. Su profesor de
matemáticas, el astrónomo Michael Maestlin, le enseñó el sistema heliocéntrico de Copérnico que se reservaba a los mejores
estudiantes. Los
otros estudiantes tomaban como cierto el sistema geocéntrico de Ptolomeo,
que afirmaba que la Tierra
estaba inmóvil y ocupaba el centro del Universo,
y que el Sol,
la Luna,
los planetas
y las estrellas
giraban a su alrededor. Kepler se hizo así un copernicano convencido y mantuvo
una relación muy estrecha con su profesor; no vaciló en pedirle ayuda o consejo
para sus trabajos.
Mientras Kepler planeaba hacerse ministro luterano, la
escuela protestante de Graz
buscaba a un profesor de matemáticas. Abandonó entonces sus estudios de
Teología para tomar el puesto y dejó Tubinga en 1594. En Graz, publicó
almanaques con predicciones astrológicas que los realizaba aunque él negaba
algunos de sus preceptos. En la
época, la distinción entre ciencia y creencia no estaba establecida todavía
claramente y el movimiento de los astros, todavía bastante desconocido, se
consideraba gobernado por leyes divinas.
Kepler estuvo casado dos veces. El primer matrimonio, de
conveniencia, el 27 de abril de 1597 con Barbara Müller. En el año 1600, fue obligado a
abandonar Austria cuando el archiduque Fernando promulgó un edicto
contra los protestantes. En
octubre de ese mismo año se trasladó a Praga, donde fue invitado
por Tycho Brahe,
quien había leído algunos trabajos de Kepler. Al año siguiente, Tycho Brahe
falleció y Kepler lo sustituyó en el cargo de matemático imperial de Rodolfo II
y trabajó frecuentemente como consejero astrológico.
En 1612 falleció su esposa Barbara Müller, al igual que dos de
los cinco niños de edades de apenas uno y dos meses que habían tenido juntos.
Este matrimonio, organizado por sus allegados, lo unió a una mujer "Grasa
y simple de espíritu", con carácter execrable. Otro de sus hijos murió a
la edad de siete años. Sólo su hija Susanne y su hijo Ludwig sobrevivieron. Al
año siguiente, se casó en Linz con Susanne Reuttinger, con la que tuvo siete
niños, de los que tres fallecerán muy temprano.
En 1615, su madre, entonces a la edad de 68 años, fue acusada de
brujería. Kepler, persuadido de su inocencia, fue a pasar seis años asegurando
su defensa ante los tribunales y escribiendo numerosos alegatos. Debió
regresar dos veces a Wurtemberg. Ella pasó un año encerrada en la torre de
Guglinger, a expensas de Kepler, habiendo escapado por poco de la tortura.
Finalmente, fue liberada el 28 de septiembre de 1621. Debilitada por los
duros años de proceso y de encarcelamiento, murió seis meses más tarde. En 1628
Kepler pasó al servicio de Albrecht von Wallenstein, en Silesia,
quien le prometió, en vano, resarcirle de la deuda contraída con él por la
Corona a lo largo de los años. Un mes antes de morir, víctima de la fiebre, Kepler
abandonó Silesia en busca de un nuevo empleo.
Kepler murió en 1630 en Ratisbona, en Baviera, Alemania,
a la edad de 59 años.
En 1632, durante la Guerra de los Treinta Años, el ejército sueco destruyó
su tumba y se perdieron sus trabajos hasta el año 1773. Recuperados por Catalina II de Rusia, se encuentran
actualmente en el Observatorio de Pulkovo en San
Petersburgo, Rusia
Después de estudiar teología en la universidad de Tubinga,
incluyendo astronomía con un seguidor de Copérnico, enseñó en el seminario protestante
de Graz. Kepler intentó comprender las leyes del movimiento planetario durante
la mayor parte de su vida. En un principio Kepler consideró que el movimiento
de los planetas debía cumplir las leyes pitagóricas de la armonía. Esta teoría
es conocida como la música o la armonía de las esferas celestes. En su
visión cosmológica no era casualidad que el número de planetas conocidos en su
época fuera uno más que el número de poliedros perfectos. Siendo un firme partidario
del modelo copernicano, intentó demostrar que las
distancias de los planetas al Sol venían dadas por esferas en el interior de poliedros
perfectos, anidadas sucesivamente unas en el interior de otras. En la esfera
interior estaba Mercurio mientras que los otros cinco planetas
Venus,
Tierra,
Marte,
Júpiter y Saturno
estarían situados en el interior de los cinco sólidos platónicos
correspondientes también a los cinco elementos clásicos.
En 1596 Kepler escribió un libro en el que exponía sus ideas: Mysterium Cosmographicum, El misterio cósmico. Siendo un
hombre de gran vocación religiosa, Kepler veía en su modelo cosmológico una
celebración de la existencia, sabiduría y elegancia de Dios. Escribió: «Yo
deseaba ser teólogo; pero ahora me doy cuenta a través de mi esfuerzo de que
Dios puede ser celebrado también por la astronomía».
En 1600 acepta la propuesta de colaboración del astrónomo
imperial Tycho Brahe,
que a la sazón había montado el mejor centro de observación astronómica de esa
época. Tycho Brahe disponía de los que entonces eran los mejores datos de
observaciones planetarias pero la relación entre ambos fue compleja y marcada
por la desconfianza. No será hasta 1602, a la muerte de Tycho, cuando Kepler
consiga el acceso a todos los datos recopilados por Tycho, mucho más precisos
que los manejados por Copérnico. A la vista de los datos, especialmente los
relativos al movimiento retrógrado de Marte
se dio cuenta de que el movimiento de los planetas no podía ser explicado por
su modelo de poliedros perfectos y armonía de esferas. Kepler, hombre profundamente
religioso, incapaz de aceptar que Dios no hubiera dispuesto que los planetas
describieran figuras geométricas simples, se dedicó con tesón ilimitado a
probar con toda suerte de combinaciones de círculos. Cuando se convenció de la
imposibilidad de lograrlo con círculos, usó óvalos. Al fracasar también con
ellos, «sólo me quedó una carreta de estiércol» y empleó elipses. Con ellas
desentrañó sus famosas tres leyes publicadas en 1609 en su obra Astronomia Nova que describen el
movimiento de los planetas. Leyes que asombraron al mundo, le revelaron como el
mejor astrónomo de su época, aunque él no dejó de vivir como un cierto fracaso
de su primigenia intuición de simplicidad ¿Por qué elipses, habiendo
círculos? Sin embargo, tres siglos después, su intuición se vio confirmada
cuando Einstein mostró en su Teoría de la Relatividad general que en la geometría
tetradimensional del espacio-tiempo los cuerpos celestes siguen líneas rectas.
Y es que aún había una figura más simple que el círculo: la recta.
En 1627 publicó las Tabulae Rudolphine, a las que dedicó un enorme esfuerzo, y que
durante más de un siglo se usaron en todo el mundo para calcular las posiciones
de los planetas y las estrellas. Utilizando las leyes del movimiento planetario
fue capaz de predecir satisfactoriamente el tránsito de Venus del año 1631 con lo que su teoría
quedó confirmada.
Escribió un biógrafo de la época con admiración, lo
grande y magnífica que fue la obra de Kepler, pero al final se lamentaba de que
un hombre de su sabiduría, en la última etapa de su vida, tuviese demencia
senil, llegando incluso a afirmar que "Las mareas venían motivadas
por una atracción que la luna ejercía sobre los mares...", un hecho que
fue demostrado años después de su muerte.
En su honor una cadena montañosa del satélite marciano Fobos
fue bautizada con el nombre de 'Kepler Dorsum'.
Durante su estancia con Tycho
le fue imposible acceder a los datos de los movimientos aparentes de los
planetas ya que Tycho se negaba a dar esa información. Ya en el lecho de muerte
de Tycho y después a través de su familia, Kepler accedió a los datos de las
órbitas de los planetas que durante años se habían ido recolectando. Gracias a
esos datos, los más precisos y abundantes de la época, Kepler pudo ir
deduciendo las órbitas reales planetarias. Afortunadamente, Tycho se centró en Marte,
con una elíptica muy acusada, de otra manera le hubiera sido imposible a Kepler
darse cuenta de que las órbitas de los planetas eran elípticas. Inicialmente
Kepler intentó el círculo, por ser la más perfecta de las trayectorias, pero
los datos observados impedían un correcto ajuste, lo que entristeció a Kepler
ya que no podía saltarse un pertinaz error de ocho minutos de arco. Kepler
comprendió que debía abandonar el círculo, lo que implicaba abandonar la idea
de un "mundo perfecto". De profundas creencias religiosas, le costó
llegar a la conclusión de que la tierra era un planeta imperfecto, asolado por
las guerras, en esa misma misiva incluyó la cita clave: "Si los planetas
son lugares imperfectos, ¿por qué no deben de serlo las órbitas de las
mismas?". Finalmente utilizó la fórmula de la elipse, una rara figura
descrita por Apolonio de Pérgamo una de las obras salvadas
de la destrucción de la biblioteca de Alejandría. Descubrió que
encajaba perfectamente en las mediciones de Tycho.
Había descubierto la primera ley de Kepler:
Los planetas tienen
movimientos elípticos alrededor del Sol, estando éste situado en uno de los 2
focos que contiene la elipse.
Después de ese importante
salto, en donde por primera vez los hechos se anteponían a los deseos y los
prejuicios sobre la naturaleza del mundo. Kepler se dedicó simplemente a
observar los datos y sacar conclusiones ya sin ninguna idea preconcebida. Pasó
a comprobar la velocidad del planeta a través de las órbitas llegando a la
segunda ley:
Las áreas barridas por los
radios de los planetas son proporcionales al tiempo empleado por estos en
recorrer el perímetro de dichas áreas.
Durante mucho tiempo, Kepler
solo pudo confirmar estas dos leyes en el resto de planetas. Aun así fue un
logro espectacular, pero faltaba relacionar las trayectorias de los planetas
entre sí. Tras varios años, descubrió la tercera e importantísima ley del movimiento
planetario:
El cuadrado de los períodos de
la órbita de los planetas es proporcional al cubo de la distancia promedio al
Sol.
Esta ley, llamada también ley armónica, junto con las otras
leyes permitía ya unificar, predecir y comprender todos los movimientos de los
astros.
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