miércoles, 3 de julio de 2013

¿DONDE ESTARÁ DIOS?



Cada vez que asistimos a tragedias dolorosas tan frecuentes en nuestros días, tales como guerras, genocidios, tsunamis, grandes terremotos, etc. surge la pregunta: ¿Por que Dios permite que pasen estas cosas? ¿Dónde está Dios para evitarlas?

Esta es una de las preguntas más difíciles de responder por el sentido común de las personas.

Pero la fe cristiana tiene una respuesta, y ésta se basa en cambiar un poco el enfoque de la situación que se analiza.

Primero, citaré un trozo del libro de la Sabiduría, uno de los libros que constituyen el Antiguo Testamento:

"Dios no ha hecho la muerte ni se complace en la perdición de los vivientes. El ha creado todas las cosas para que subsistan; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, pero por la envidia del demonio que entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla"

En efecto, Dios nos creó inmortales y libres de enfermedad y muerte en el edén, pero fue el hombre, engañado por el demonio, quien no conforme con su situación, quiso conocer el bien y el mal, y aspirar a igualar al Dios que lo creó. Su caída abrió las puertas de la muerte y de todo lo que vivimos en la historia humana. Es como el adolescente que decide salir voluntariamente de la casa paterna para conocer y probar el mundo por sí mismo, ¿Puede culpar a sus padres de no estar ahí, en el mundo exterior, en cada momento, para protegerlo y defenderlo? Aunque su padre puede estar a una llamada de teléfono, oración e intentará ayudarlo si esto es lo mejor para él.

Al morir Jesús, señaló a sus apóstoles la siguiente frase: "Porque ahora llega el príncipe de este mundo; en mi no tiene ningún poder".

El Príncipe de este mundo es el Demonio, y sólo sobre este mundo tiene jurisdicción. Afortunadamente, éste no es nuestro mundo definitivo, prometido, en el cual viviremos eternamente y sin ningún sufrimiento, sino el paraíso reservado a los justos. Es allí donde podemos "Exigir" o "Reclamar" la presencia e intervención de Dios. Esa es nuestra patria definitiva. Allí el demonio no podrá seguir propiciando muertes y tragedias, y estimulando pasiones y egoísmos humanos que llevan a guerras y crímenes.

Es como si esta vida fuera sólo el ascensor por el cual subimos al departamento prometido, el paraíso. ¿Sería muy importante si el ascensor está mal pintado, poco limpio o lento? ¿Dejaríamos de subir o renunciaríamos al departamento prometido por el simple hecho de que el ascensor no está en perfectas condiciones?
Solo voltea al cielo y busca en tu conciencia, ahí encontrarás a Dios. Recuerda que Dios está en ti.

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