martes, 2 de julio de 2013

COCO CHANEL



Su verdadero nombre era Gabrielle Bonheur. Nació en un hospicio de Saumur el 18 de agosto de 1883. Hija natural de un vendedor ambulante que abandonaba el hogar durante largas temporadas, y de una dueña de casa de escasos recursos. En permanente situación de escasez sobrellevó a duras penas sus primeros años de infancia junto a sus cuatro hermanos. A los seis, su madre murió víctima de tuberculosis y el padre se desentendió de ellos, enviándolos al condado de Auvergene, al cuidado de dos tías. Por eso, su partida de nacimiento está registrada ahí con fecha de 1893. Con ellas aprendió a coser y manejar el hilo y la aguja con especial habilidad, lo que hizo que, a los diecisiete años, las monjas del orfanato de Aubazine le consiguieran un empleo como costurera.

De una gran personalidad, con belleza sensualmente discreta, femenina y menuda figura, pelo corto casi varonil, nada la detuvo cuando en 1905 resolvió convertirse en cantante de un cabaret, oficio que desplegó por tres años y que la introdujo en el mundo de divertimento y las relaciones sexuales pasajeras. De estas relaciones Coco Chanel esperaba obtener dinero para su gran sueño: ser una renombrada modista. Su sobrenombre de “Coco”, diminutivo de mascota, se lo debe precisamente a esas tías que la cuidaron, pero otros aseguran que surgió como una suerte de nombre artístico, a partir de las melodías que entonaba. De la mano de uno de sus primeros adinerados amantes partió a París y así, en 1909 se instaló en un pequeño departamento en el Boulevard de Malesherbes donde rápidamente abrió su primera tienda de sombreros, Modas Chanel.

Siempre apoyada económicamente por sus compañeros de cama, unos años más tarde se instaló en localidades que frecuentaban los ricos: Deauville, Normandía y Biarritz. En 1920, instaló en París, en la Rue Cambon, su primera Casa Chanel. Fue el playboy Etienne Balsan quien la colocó con su tienda de sombreros, pero su vínculo con el amigo de éste, el socialité y jugador de polo inglés Arthur “Boy” Capel, fue el que posibilitó su despegue. Coco se enamoró perdidamente de Capel y se escapó con él. Tenía la esperanza de convertirse en su esposa, pero nunca se casó con Capel y éste prefirió casarse por conveniencia con otra mujer de alta alcurnia, si bien mantuvo a Chanel como amante. Él murió tempranamente en un accidente automovilístico, Coco llegó al lugar y lloró amargamente la pérdida de su amor y benefactor, quizás el más importante. Ningún otro hombre ocupó su lugar por un tiempo prolongado.
 En 1914 creó una ropa cómoda inspirada en los uniformes de los mayordomos y de los mozos de cuadra, pantalones y camisas marineras, una ropa cómoda para una época de guerra. En la década de 1920 lanzó un mítico perfume, Chanel Nº5, siendo la primera diseñadora que lanzaba un aroma. Durante los 30, Coco Chanel introdujo una pequeña línea de cosméticos que incluía labial, rubor y polvo traslúcido. Con estos productos se solidificó su presencia en el mundo del maquillaje y su reputación creció como la creadora de un "look" total. Pese a los años de recesión, en 1931, el magnate hollywoodense Samuel Goldwin la contrató por un millón de dólares para que vistiera a sus grandes musas del celuloide como Katherine Hepburn, Grace Nelly, Elizabeth Taylor y Gloria Swanson.
Observadora innata, criticaba la estricta moda que seguían las mujeres grandes sombreros cargados de pieles de animales y flores, corsés y recargados diseños y desplegó toda su imaginería hasta convertirse en una de las grandes diseñadoras del siglo XX, tan trascendental como Christian Dior y otros grandes que la siguieron. Coco eliminó la moda recargada que imperaba, diseñando prendas muy sencillas, muy cómodas, de líneas rectas, pero con un toque de alta distinción; su moda fue rápidamente adoptada por el encumbrado público parisino. Su frase más célebre fue: «Todo lo que es moda pasa de moda». Por mencionar algunas de sus aportaciones, quién puede olvidar el Chanel "suit", el vestidito negro "Little black dress", el suéter con cuello de tortuga, los sacos, las gabardinas y las chaquetas "French coat" que antes eran sólo para hombres.
Revolucionó la moda con una increíble colección de joyería de fantasía. Las famosas tiras de perlas alrededor del cuello, los cintos de cadena, los aretes y las pulseras de aleaciones de distintos metales que sustituyeron al oro, siguen adornando a las mujeres de este siglo. Sin olvidar las bolsas acolchadas o "quilted" que marcaron un sello clásico que no sólo dejó huella sino que hoy por hoy sigue siendo un signo de elegancia y distinción. El juego y la combinación de los colores clásicos, tanto el beige como el blanco y el negro, caracterizaron sus colecciones de ropa. El coordinado se veía tanto en vestidos de noche como en trajes sastres. Y precisamente en éstos marcó otro de sus grandes sellos: los puños y el cuello blancos. Gracias al buen gusto que tenía Coco para la mezcla de tonalidades, llegó a vestir literalmente a la mujer de los pies a la cabeza, dejándonos una gran herencia clásica en los zapatos de dos tonos con traba y el talón casi desnudo. Con ella el tono bronceado de la piel dejo de ser un símbolo de pobreza y trabajo en el campo, para convertirse en una moda que aún hoy perdura.
Con el apoyo de Balsan y Capel se convirtió en la gran dama de la moda, y además pretendida por muchos aristócratas. Uno de ellos fue el duque de Westminster, del que rechazó una propuesta de matrimonio pero no sus sábanas. «Ha habido muchas duquesas de Westminster, Chanel hay una sola», fue su explicación. Guiada por su espíritu libertario no tuvo complicaciones para vincularse con adinerados hombres de la sociedad europea ni con estrellas del cine naciente, oficiales nazis o parientes del zar. Ocultó además celosamente su humilde pasado: mentía sobre sus orígenes y recurría al esnobismo. Se codeó con grandes artistas y escritores contemporáneos como Pablo Picasso, Igor Stravinsky, el ruso Diaghilev, George Bernard Shaw y Jean Cocteau. Todos vieron en ella a una de las pioneras del feminismo, dispuesta a romper fórmulas y esquemas.
Igor Stravinski se enamoró perdidamente de ella, pero tuvo que conformarse con ser su amigo. Fue él quien le presentó al conde Dimitri de Rusia, con quien tuvo un apasionado romance. Coco marcó la pauta de la moda durante los locos años 20, pero ni siquiera su pasado como enfermera durante la Primera Guerra Mundial, pudieron impedir que su reputación cayera por los suelos durante la Segunda Guerra, conflicto que la golpeó en todos sus frentes. La caída de París en manos alemanas, la obligaron a cerrar sus tiendas en 1939, pero el trasfondo estuvo en su supuesto antisemitismo y su amorío con un miembro de la Gestapo, Hans Gunther von Dincklage, quien la llevó a vivir al hotel Ritz y de ahí, un exilio en Suiza durante quince años.
Al final de la segunda guerra mundial, debido a un romance con un alto oficial de las SS, Walter Schellenberg, se le imputaron cargos de ser colaboracionista del regimen nazi, cosa que ella rechazó de plano. En los años 50 era toda una celebridad, entre sus clientas se encontraban Brigitte Bardot, Marlene Dietrich, Jackie Kennedy o Marilyn Monroe, a quien debe la duplicación de la venta de sus colecciones después de que ésta se atrevió a decir que para dormir sólo se ponía unas gotas de Chanel No. 5.
Recién en 1954 y con 71 años, reabrió su casa de moda, pero ya otros diseñadores de renombre se habían instalado en su sitial. Se mantuvo al frente de ella con un extraordinario dinamismo y adaptándose a las diversas tendencias que recorrían el mundo. Aun así, logro imponer el clásico toque de sencillez y elegancia que la caracterizaba. Murió sola en su habitación del Hotel Ritz de Paris el 10 de enero de 1971, a los 87 años de edad. Su cuerpo yace en Lausanne, Suiza, resguardo por cinco leones de piedra.

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