lunes, 1 de julio de 2013

LA TORRE DE PORCELANA DE NANKIN

 

El arte chino fue algo obviado de los escritos de todo occidente por mero desconocimiento. Esa es una de las principales razones por la que inmensas e impresionantes obras como la Gran Muralla no llegaron a ocupar un puesto de honor entre las siete maravillas del mundo antiguo descritas por Antípatro de Sidón.

Pero más allá de la flamante muralla que protegió a las distintas dinastías chinas de las invasiones extranjeras, hubo muchas otras edificaciones hoy ya olvidadas por muchos. En esta situación se encuentra la Torre de Porcelana erguida en Nanjing, una pagoda budista única en diseño y materiales utilizados.

La pagoda fue diseñada durante el reinado del emperador Yongle a comienzos del siglo XV y se cree que fue construida poco tiempo después. Gracias al auge de la ruta de la seda y el trasiego de gentes entre oriente y occidente, la torre fue descubierta para occidente y descrita con admiración en multitud de bitácoras de viaje de gente como Johan Nieuhof o Fischer von Earlach.

La Torre de Porcelana tenía una base octagonal de unos 30 metros de diámetro. En el momento de su construcción, fue una de las edificaciones más altas de China alcanzando los 79 metros, con nueve pisos a los que se podía acceder mediante una escalera de caracol situada en el centro con 184 peldaños. La parte superior estaba coronada con una pequeña estatua de una piña dorada.

Lo más impresionante de la construcción no era su tamaño, si no los detalles y los materiales utilizados. Las fachadas estaban recubiertas de bloques de porcelana intercalados con ladrillos pintados de distintos colores, lo que hacía reflejar la luz del Sol en todas direcciones.

Los bloques de porcelana fueron recubiertos por detalles tallados en vidrio de colores con motivos budistas, florales y animales. Las puertas, ventanas y marcos también estaban delicadamente tallados y aún a día de hoy se conservan varios de ellos en perfecto estado en el museo de Nanjing. Para que estos interesantes detalles pudieran apreciarse de forma continua se situaron más de 140 lámparas colgadas de los tejados de las distintas plantas para iluminar la fachada durante las noches.

La pagoda se conservó en perfecto estado durante casi cuatro siglos, pero en 1801 un rayo impactó en la parte superior de la torre destruyendo las tres últimas plantas. Los habitantes de Nanjing, que ya entonces conocían el atractivo que suponía para turistas y locales, reconstruyeron por completo los desperfectos ocasionados.

En 1850 estalló la Rebelión Taiping en los alrededores de Nanjing. Esta rebelión desembocó en una de las más cruentas guerras civiles chinas que, cobrándose la vida de entre 20 y 50 millones de personas, equiparándose en cifras a la Rebelión de An Lushan. Pero, además de estas duras cifras, la rebelión de Taiping también destruyó gran parte de las infraestructuras chinas, convirtiendo en escombros la valiosa Torre de Porcelana.

Los restos se mantuvieron en el lugar donde se irguió la pagoda durante décadas, siendo robados los materiales poco a poco para ser destinados a otras edificaciones. En 2010, el rico empresario Wang Jianlin donó mil millones de yuanes unos 125 millones de euros para ser destinados a la reconstrucción de la torre. Varias fuentes afirman que se llevará a cabo, pero aún no se conoce el diseño, ni los arquitectos encargados de esta esperada obra.


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