La ENEIDA en latín, es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico. Virgilio elaboró
una reescritura, más que una continuación, de los poemas homéricos tomando como punto de partida la guerra de
Troya y la destrucción
de esa ciudad, y presentando
la fundación de Roma a la manera de los mitos griegos.
Virgilio trabajó en esta obra desde el
año 29 a. C. hasta el fin de sus días 19 a. C. Se suele decir que Virgilio, en
su lecho de muerte, encargó quemar la Eneida, fuera porque desease
desvincularse de la propaganda
política de Augusto o
fuera porque no considerase que la obra hubiera alcanzado la perfección
buscada por él como poeta.
Eneas, príncipe de Dardania, huye de Troya tras haber sido quemada ésta por el
ejército aqueo.
Entre su gente, van con él su padre Anquises
y su hijo Ascanio. Creúsa ha
muerto durante la toma de la ciudad, y el fantasma del difunto príncipe Héctor le dice a Eneas que no vierta amargas
lágrimas por la esposa perdida, ya que el destino le ha asignado otra de sangre
real.
Juno, esposa de Júpiter, rencorosa todavía con toda la estirpe troyana, trata de desviar por
todos los medios a la flota de supervivientes de su destino inevitable: Italia.
Las peregrinaciones de Eneas duran
siete años, hasta que, llegado el último, es acogido en el reino emergente de Cartago,
gobernado por Dido llamada también Elisa de Tiro. Por un
ardid de Venus y Cupido, Dido se enamora
perdidamente de Eneas y, tras la partida de éste por orden de Júpiter, se quita la vida maldiciendo
antes a toda la estirpe venidera de Eneas y clamando por el surgimiento de un
héroe vengador: de esta forma, se crea el cuadro que justifica la eterna
enemistad entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma,
que conduciría a las guerras
púnicas.
De camino a Italia, a Eneas se le
aparece el alma de su padre Anquises y le pide que vaya a verlo al Averno:
Eneas cede y, acompañado de la Sibila de
Cumas, recorre los reinos de Plutón, y Anquises le muestra toda la
gloria y la pompa de su futura estirpe: los romanos.
Llegados por fin los troyanos a
Italia, el rey Latino los
recibe pacíficamente, y, recordando que una antigua profecía decía que su hija Lavinia se casaría con un extranjero, decide
aliarse con Eneas y darle a Lavinia por esposa.
Trastornado por las Furias, Turno, rey de los rútulos y primo y pretendiente de Lavinia,
declara la guerra a Eneas. Los dos ejércitos adquieren aliados y se enfrentan
fieramente, ayudados los troyanos por Venus y los rútulos por Juno, sin que
intervenga Júpiter. Se producen muertes en ambos bandos y, finalmente, Eneas
mata a Turno.
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