lunes, 31 de marzo de 2014

GUERRA DEL PELOPONESO



La guerra del Peloponeso 431404 a.C. fue un conflicto militar de la Antigua Grecia que enfrentó a la Liga de Delos conducida por Atenas, con la Liga del Peloponeso conducida por Esparta.


Tradicionalmente, los historiadores han dividido la guerra en tres fases. Durante la primera, llamada la Guerra arquidámica, Esparta lanzó repetidas invasiones sobre el Ática, mientras que Atenas aprovechaba su supremacía naval para atacar las costas del Peloponeso y trataba de sofocar cualquier signo de malestar dentro de su Imperio. Este período de la guerra concluyó en 421 a.C., con la firma de la Paz de Nicias. Sin embargo, al poco tiempo el tratado fue socavado por nuevos combates en el Peloponeso lo que llevó a la segunda fase. En 415 a. C., Atenas envió una inmensa fuerza expedicionaria para atacar Siracusa, en Sicilia. La expedición ateniense, que se prolongó del 415 al 413 a.C., terminó en desastre, con la destrucción de gran parte del ejército y la reducción a la esclavitud de miles de soldados atenienses y aliados.


Esto precipitó la fase final de la guerra, que suele ser llamada la Guerra de Decelia. En esta etapa, Esparta, con la nueva ayuda de Persia y los sátrapas, gobernadores regionales de Asia Menor, apoyó rebeliones en estados bajo el dominio de Atenas en el Mar Egeo y en Jonia, con lo cual debilitó a la Liga de Delos y, eventualmente, privó a Atenas de su supremacía marítima. La destrucción de la flota ateniense en Egospótamos puso fin a la guerra y Atenas se rindió al año siguiente.


La guerra del Peloponeso cambió el mapa de la Antigua Grecia. A nivel internacional, Atenas, la principal ciudad antes de la guerra, fue reducida prácticamente a un estado de sometimiento, mientras Esparta se establecía como el mayor poder de Grecia. El costo económico de la guerra se sintió en toda Grecia; un estado de pobreza se extendió por el Peloponeso, mientras que Atenas se encontró a sí misma completamente devastada y jamás pudo recuperar su antigua prosperidad. La guerra también acarreó cambios más sutiles dentro de la sociedad griega; el conflicto entre la democracia ateniense y la oligarquía espartana, cada una de las cuales apoyaba a facciones políticas amigas dentro de otros estados, transformó a las guerras civiles en algo común en el mundo griego.


Las guerras griegas, mientras tanto, que originariamente eran una forma de conflicto limitado y formal, se convirtieron en luchas sin cuartel entre ciudades estado que incluían atrocidades a gran escala. La guerra del Peloponeso, que destrozó tabúes religiosos y culturales, devastó extensos territorios y destruyó a ciudades enteras, marcó el dramático final del dorado siglo V a. C. de Grecia.


En la Historia de la Guerra del Peloponeso, libro uno, sección 23, Tucídides aclara que Esparta entró en guerra con Atenas «Porque temía que los atenienses se hicieran más poderosos, al ver que la mayor parte de Hellas se encontraba bajo el control de Atenas». Ciertamente, los casi cincuenta años de historia griega que precedieron al inicio de la guerra del Peloponeso habían estado marcados por el desarrollo de Atenas como uno de los poderes principales en el mundo mediterráneo. Tras rechazar los griegos la invasión persa en el año 480 a.C., Atenas lideró la coalición de polis ciudades estado griegas que continuaron las Guerras Médicas conocida como la Liga de Delos, atacando territorios persas en el Egeo y Jonia. Lo que siguió fue un período al cual se ha denominado Pentecontecia, nombre dado por Tucídides, en el cual Atenas fue conocida más ampliamente por la historiografía griega con el de Imperio ateniense, impulsando una guerra agresiva contra el Imperio aqueménida. Para mediados del siglo, los persas habían sido expulsados del Egeo y obligados a ceder el control de una amplia cantidad de territorios a los atenienses. Al mismo tiempo, Atenas incrementó su poder. Durante el curso del siglo, varios de sus ex aliados indepedientes fueron reducidos al estatus de estados tributarios de la Liga de Delos; estos tributos fueron empleados para el mantenimiento de una poderosa flota y, luego de mitad de siglo, para financiar grandes programas de trabajos públicos en Atenas.

A poco de instaurada la Pentecontecia, comenzaron a surgir fricciones entre Atenas y los polis peloponesias, incluida Esparta; tras la salida de los persas de Grecia, Esparta trató de evitar la reconstrucción de las murallas de Atenas sin las murallas, los atenienses habrían estado indefensos ante un ataque por tierra y sujetos al control espartano, pero fueron rechazados. Según Tucídides, aunque Esparta no realizó ninguna acción en ese momento, «Se sintieron ofendidos sin manifestarlo». Los incidentes motivados por la reconstrucción de las murallas de Atenas comenzaron a deteriorar sensiblemente las relaciones entre esta y Esparta.


En 465 a.C. volvieron a estallar conflictos entre las polis con el inicio de una revuelta hilota en Esparta. Los espartanos solicitaron ayuda a todos sus aliados, Atenas incluida, para sofocar la rebelión. Atenas envió un contingente considerable pero, al llegar, fueron enviados de regreso por los espartanos, mientras que los hombres de los demás aliados tuvieron permiso de quedarse. De acuerdo con Tucídides, los espartanos actuaron de tal manera por temor a que los atenienses cambiasen de bando y apoyaran a los hilotas; ofendidos, los atenienses repudiaron su alianza con Esparta. Cuando finalmente los rebeldes hilotas debieron rendirse y abandonar el país, los atenienses los establecieron en una ciudad estratégica, Naupacto, en el golfo de Corinto


En 459 a. C., Atenas se aprovechó de una guerra entre la ciudad vecina de Megara y Corinto, ambas aliadas de Esparta, para sellar una alianza con Megara, obteniendo así un asidero fundamental en el istmo de Corinto. A continuación ocurrió un conflicto de quince años, conocido comúnmente como la Primera Guerra del Peloponeso, en el cual Atenas luchó con intermitencia contra Esparta, Corinto, Egina y otros estados griegos. Durante un tiempo en medio de este conflicto, Atenas controló no sólo a Megara, sino también a Beocia; sin embargo, cuando este terminó, y afrontando una invasión masiva de Esparta sobre el Ática, los atenienses cedieron los territorios que habían ganado en la Grecia continental, y tanto Atenas como Esparta reconocieron los derechos uno del otro a controlar sus respectivos sistemas de alianzas. Oficialmente, la guerra finalizó con la Paz de los Treinta Años, firmada durante el invierno de 446/445 a.C.

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