El término NEUROSIS fue
propuesto por el médico escocés William
Cullen en 1769 en referencia a los trastornos
sensoriales y motores causados por enfermedades del sistema
nervioso. En psicología clínica, el término se usa para
referirse a trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y el
funcionamiento a nivel social, familiar y laboral adecuado de las personas.
Existe una confusión generalizada
sobre el término NEUROSIS. Por un lado se aplica, como síntoma,
a un conjunto heterogéneo de trastornos mentales que participan de mecanismos
inadaptativos ligados a la ansiedad. Por otra parte, su uso popular como
sinónimo de obsesión, excentricidad o nerviosismo ha provocado su extensión a
terrenos no estrictamente ligados a la enfermedad
mental.
El término clásico hace referencia a
un trastorno mental sin evidencia de lesión orgánica que se caracteriza por la
presencia de un nivel elevado de angustia y una
hipertrofia disruptiva de los mecanismos compensadores de la misma. El sujeto
mantiene un adecuado nivel de introspección y conexión con la realidad, pero
presenta la necesidad de desarrollar conductas repetitivas y en muchos casos
inadaptativas con objeto de disminuir el nivel de estrés. Se trata, en realidad,
de un rasgo característico que acompaña al sujeto durante toda su vida, de
gravedad muy variable, desde grados leves y controlables hasta situaciones
gravemente incapacitantes que pueden llegar a precisar hospitalización.
Los psicoanalistas afirman que, para protegerse de la
angustia, las personas recurren a mecanismos de defensa como la represión, la proyección, la negación, la intelectualización y
el desplazamiento, entre otros.
Cuando se observan patrones crónicos de mala adaptación que simulen una
neurosis, es posible que se trate de un trastorno de personalidad. Para identificar
la neurosis, existen distintas pruebas psicológicas.
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