AÑO VIEJO es un monigote que representa
básicamente el año que termina, elaborado con ropa vieja, cartón o papel,
relleno de paja o aserrín y con frecuencia con artefactos pirotécnicos,
para ser quemado a la medianoche del 31 de
diciembre en un gran
número de países latinoamericanos, desde México hasta Uruguay aunque la costumbre está más arraigada
desde el punto de vista popular en Ecuador
y en algunas regiones de Colombia y Venezuela,
así como también en el sur de México.
El ritual se debe distinguir de la Fiesta del
Judas que a
pesar de tener características similares tiene distintas connotaciones y se celebra en algunas regiones de
España y de América latina, al inicio de la semana de
pascua o en el domingo de resurrección.
Igualmente el año viejo se debe
distinguir de las efigies que se incineran en protestas
políticas, aunque también suelen representar personajes concretos o símbolos de
organizaciones y países objetos del rechazo, porque se realizan en cualquier
época del año y sin los elementos rituales del 31 de diciembre.
La elaboración, exhibición estática o procesional y culminación con quema del Año viejo, en medio de una
fiesta cargada de símbolos, hace parte de las celebraciones de fin de año o noche vieja.
Los muñecos que se elaboran en
familia, grupos de amigos o vecinos y se exhiben en los barrios y fuera del
concurso que algunas autoridades regionales organizan, generalmente representan
en forma no específica a un anciano con pelo canoso y arrugas, con expresión
triste o lastimera si la máscara es muy elaborada.
Los muñecos que se elaboran para los
desfiles y concursos locales suelen representar de manera caricaturesca los acontecimientos significativos o
identidades reales o más específicas, sobre todo negativos relacionados con la
política, la farándula, el deporte y en general personajes famosos populares,
notorios en la localidad o región durante del año transcurrido, y precisamente
el acierto y humor en esa representación son los factores que los jurados de los
concursos tienen más en cuenta para premiar el mejor trabajo.
En la mayoría de regiones igualmente
el muñeco es acompañado de músicos y de una comparsa o puesta en escena con personajes
simbólicos como la viuda, la plañidera o el diablo.
En muchos lugares, antes o después de
la quema, se lee un "testamento", en el cual, como culminación de la catarsis,
con lenguaje irónico o satírico se hace recuento de los sucesos que
caracterizaron el periodo que acabó y se dan recomendaciones a sus
protagonistas para el nuevo año.
La incineración a la medianoche del 31 de diciembre del
muñeco es un ritual de purificación para alejar la mala suerte o las
energías negativas del periodo que termina, así como de transición pues también
se celebra la llegada del nuevo año aboliendo lo anterior. Como ritual de fuego
representando la supresión de lo pasado para permitir una regeneración del
tiempo y de las energías, la quema de un muñeco es común en muchas culturas y
aun con transposición de fechas y de épocas tiene similares significados.
En la mayoría de países
latinoamericanos a la costumbre se atribuye un origen hispánico y en España
costumbres similares posiblemente sean derivados de rituales antiguos paganos
europeo] como las saturnales de los romanos o los rituales celtas como el Olentzero en el País Vasco y Navarra en España.
En algunos países, como Perú y México,
la costumbre ya tenía antecedentes autóctonos aborígenes prehispánicos en ritos
agrarios y purificadores, y algunos de sus elementos como danzas y el vestuario
de la comparsa se han incorporado al ritual actual como parte del sincretismo propio de una cultura mestiza.
En México es muy común la elaboración
y quema de afigies del año viejo y de lo negativo durante el año que termina en
estados como Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Yucatán y Tabasco.
En el Distrito Federal se conserva la tradición sobre todo entre los
inmigrantes de los estados mencionados. El ritual puede iniciarse dos o tres
días antes del Año Nuevo cuando el monigote es puesto al frente de la casa con
un recipiente para recabar limosna, que será empleada para comprar cohetes y
golosinas. También se pasea por las calles acompañado de una comparsa compuesta
por una viuda embarazada que dará a luz al año nuevo, una rumbera y un pequeño grupo musical.
En Veracruz los indígenas mixe-popolucas de Oluta, realizan una danza
que es conocida con el nombre de "El Chenu", que es el nombre que le
dan al monigote y los danzantes son niños y jóvenes disfrazados de diablos con
ropa de color rojo, máscaras con cuernos, cola y un tenedor largo construido de
madera. Igual que en ciertos países andinos algunos participantes también se
disfrazan de viudas, vestidos de negro y semejando estar embarazadas, y su
papel es plañir estribillos y llorar a la hora en que se quema el Chenu.
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