domingo, 8 de junio de 2014

MISANTROPÍA



La MISANTROPÍA es una actitud social y psicológica caracterizada por la aversión general hacia el género humano. Su antónimo es la filantropía: amor al ente humano.

No implica necesariamente desagrado por personas concretas, sino animadversión por los rasgos compartidos por toda la humanidad. Un misántropo es, por tanto, una persona que muestra antipatía por los seres humanos y la humanidad como entes. Puede ser ligera o marcada, así como de características muy diferentes: desde lo inofensivo, la crítica social, hasta la destrucción o la autodestrucción.

El nacimiento de la misantropía en la literatura se atribuye a numerosos escritores satíricos, como William S. Gilbert. Odio a mis congéneres. Se deben examinar estrechamente tales identificaciones, pues una visión crítica o parodia de la humanidad se puede confundir con misantropía, dado que contiene rasgos de desagrado no considerados como tal repulsión.

Entre el pesimismo filosófico y la misantropía existe una distinción importante. Emmanuel Kant aseveró: «De la naturaleza tortuosa de la humanidad, ninguna cosa recta se puede obtener», aunque esta no era una expresión acerca de la inutilidad de la propia humanidad. Así mismo, Samuel Beckett en una ocasión comentó: «El infierno debe de ser como recordar los buenos tiempos pasados, cuando deseábamos estar muertos» —alegato quizás perceptible como desolador y desesperado, pero no como antihumano o expresivo de algún odio por la humanidad.

Quizás sea en la Filosofía donde se observa el odio más primitivo hacia el ente humano. Desde siempre, los filósofos han considerado al «hombre» como el mayor de los peligros.

Decía Séneca en sus cartas. “Pero no es sólo cuestión de preservarse del hombre, sino que hay un placer filosófico por la ruina de las existencias entregadas a lo sensible y a lo pasional”

No se trata sólo de estar a salvo de la impunidad, sino que, con regocijo, el filósofo observa el espectáculo de ver al resto de los hombres cubiertos por ella.

Por otra parte, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer era casi tan ciertamente misántropo como indica su reputación. Escribió: «La existencia humana debe ser una especie de error». Sin embargo, la misantropía no equivale necesariamente a actitud inhumana hacia la humanidad. De hecho, Schopenhauer concluyó que el trato ético hacia los otros era la mejor actitud, pues todos somos sufridores y parte de la misma voluntad de vivir. También analizó el suicidio desde una actitud comprensiva que resultaba extraña para su tiempo, cuando era un tema tabú.

Por otro lado, sin poderse considerar adopción de una postura propiamente misantrópica, resulta interesante observar la posición adoptada por el filósofo español José Ortega y Gasset con respecto a la materia tratada.

Se ha reflexionado acerca de la idea que origina el sentimiento misantrópico: ¿Se trata de odio hacia «la Humanidad» como ente abstracto o hacia los hombres concretos de carne y hueso? El término humanidad excede enormemente a «los hombres»: abarca la idea de algo que se extiende en el tiempo, de un legado y de un proyecto. Entonces, en el ámbito político, la misantropía no se expresa en odio genérico hacia la humanidad, sino en desprecio hacia lo que hace el ser humano cuando detenta el poder o cuando carece de él.

Desde Platón hasta Séneca tenían esta visión del ente humano, condición de la cual sólo era posible sustraerse por medio de la Filosofía. 

En casos extremos, la misantropía ha conducido a asesinatos masivos. Carl Panzram, asesino de más de 20 personas, en 1922, desde la cárcel de Washington DC expresó: «Odio a toda la raza humana. Disfruto matando y violando gente.» U otro ejemplo: los asesinos que realizaron tiroteos en la famosa masacre del instituto Columbine, poco antes de matar a 13 personas y suicidarse, en cuyos diarios mencionaban su odio a la especie humana.

La misantropía es común en personajes ficticios no humanos. Esto suele deberse tanto a la repulsión que causan las diferencias, casi siempre ideológicas, entre la humanidad y su propia cultura o simplemente por prejuicios especistas. En ocasiones esto se debe a la relación entre la humanidad y su especie. Unos ejemplos: Magneto, de X-men, o Lucy de Elfen lied odian a la humanidad por la discriminación que ésta ejerce sobre los mutantes y Diclonius respectivamente, por considerarlos inferiores. El escritor estadounidense Charles Bukowski también es un ejemplo de misántropo, quien lo manifiesta a través de su alter-ego Henry Chinaski.

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