jueves, 5 de junio de 2014

CLARA CAMPOAMOR



CLARA CAMPOAMOR RODRÍGUEZ nació en Madrid el 12 de febrero de 1888 murió en Lausana, 30 de abril de 1972 fue una política española, defensora de los derechos de la mujer y principal impulsora del sufragio femenino en España, logrado en 1931, y ejercido por primera vez por las mujeres en las elecciones de 1933.
Clara Campoamor Rodríguez nació en el seno de una familia madrileña. Su padre, Manuel Campoamor Martínez, fue contable en un periódico, y su madre, Mª Pilar Rodríguez Martínez, era costurera. La familia paterna procedía de Cantabria y Asturias, mientras la materna de Madrid y Toledo. El matrimonio tuvo otros dos hijos, de los que sobrevivió Ignacio, que más adelante ocuparía puestos de responsabilidad política durante la II República.

En 1898, cuando contaba con sólo 10 años de edad, muere el padre, lo que, en cuanto fue posible, la llevó a dejar sus primeros estudios y a colaborar en la economía familiar, que de todos modos nunca fue holgada. Después de desempeñarse en varios oficios, entre ellos como modista, dependienta de comercio y telefonista, en las oposiciones de junio de 1909 consiguió plaza como funcionaria de segunda clase del Cuerpo de Correos y Telégrafos del Ministerio de la Gobernación, con destinos sucesivos en Zaragoza unos meses y San Sebastián cuatro años, hasta que, en 1914, gana con el nº 1 nuevas oposiciones, esta vez del Ministerio de Instrucción Pública, lo que le permite regresar a Madrid, destinada como profesora especial de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultas. Simultanea los años siguientes este trabajo con los de traductora de francés, auxiliar mecanógrafa en el Servicio de Construcciones Civiles del propio Ministerio, y secretaria de Salvador Cánovas, director del periódico conservador, maurista, "La Tribuna". Este puesto fue el que le permitió conocer gente muy distinta; allí comenzó a interesarse por la política y a publicar algún artículo.

En 1920 puede por fin dedicarse a sus estudios. El 21 de marzo de 1923 consigue el título de bachiller, matriculándose luego en la Facultad de Derecho, de la que se licencia en menos de dos años, el 19 de diciembre de 1924.4 Mientras tanto, había ido participando en algunas asociaciones e impartiendo varias conferencias. Aunque ya con 36 años, se convierte en una de las pocas abogadas españolas de la época, y de inmediato comienza a ejercer su profesión.

Sus ideas sobre la igualdad de las mujeres la acercan al PSOE y escribe el prólogo del libro Feminismo socialista de María Cambrils, dedicado a Pablo Iglesias. Pero nunca se incorporó al partido ni aceptó la colaboración de este con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. En 1929 perteneció al comité organizador de la Agrupación Liberal Socialista, que desapareció poco tiempo después. Campoamor y Matilde Huici, republicanas y enemigas del régimen de Primo de Rivera, quisieron sin éxito que la Agrupación se desmarcara de la dictadura, motivo por el que la abandonaron poco después de ingresar. Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.

Trabajó con Martí Jara, amigo de Manuel Azaña en el embrión de Acción Republicana, en cuyo Consejo Nacional figuró al principio. Sin embargo, nunca logró su ideal estratégico: la unión de todos los republicanos y republicanas en un gran partido de centro con Azaña como delfín natural de Alejandro Lerroux.

Después de la rebelión de Ángel García Hernández y Fermín Galán en Jaca, y el proceso contra el Comité Revolucionario, Clara asumió la defensa de algunos de los implicados, entre ellos su hermano Ignacio.

Al proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada en 1931 las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras por el Partido Radical, al que se había afiliado por haberse proclamado éste "republicano, liberal, laico y democrático": su propio ideario político.

Formó parte de la Comisión Constitucional encargada de elaborar el proyecto de la Constitución de la nueva República e integrada por 21 diputados, y allí luchó eficazmente para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en las Cortes españolas.

La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no querían que la mujer votase porque se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha. Por ello, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate fue extraordinario y Campoamor fue considerada como la vencedora. Finalmente, la aprobación del sufragio femenino se logró con el apoyo de la minoría de derechas, gran parte de los diputados del PSOE excepto el sector encabezado por Indalecio Prieto y algunos republicanos.

Proféticamente, ni ella ni Victoria Kent consiguieron renovar sus escaños en las elecciones de 1933. En 1934 abandonó el Partido Radical por su subordinación a la CEDA y los excesos en la represión de la insurrección revolucionaria en Asturias. Pero cuando ese mismo año, intentó con la mediación de Santiago Casares Quiroga unirse a Izquierda Republicana fusión de radical socialistas, azañistas y galleguistas, su admisión fue denegada. Entonces escribió y publicó, en mayo de 1935, Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, un testimonio de sus luchas parlamentarias.

Al estallar la guerra civil se exilió y en 1937 publicó en París La revolución española vista por una republicana, donde narró su experiencia en Madrid, mostrándose muy crítica con el comportamiento de los republicanos. Vivió una década en Buenos Aires y se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo. Intentó regresar a España a fines de la década de 1940, pero se encontró con que estaba procesada por su pertenencia a una logia masónica.

En 1955 se instaló en Lausana Suiza, y trabajó en un bufete hasta que perdió la vista. Murió de cáncer en abril de 1972. Sus restos mortales fueron traslados algunos años después de su muerte al cementerio de Polloe en San Sebastián Guipúzcoa, y permanece en el panteón de la familia Monsó Riu por ser madrina de la familia.

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