lunes, 24 de junio de 2013

EL MAR DE LOS SARGAZOS



El Mar de los Sargazos no se asemeja a ningún otro: no lo limita la tierra firme, sino las vigorosas corrientes del océano Atlántico. Mar en el mar, sus quietas aguas han dado origen a historias y leyendas. ¿Qué misterios hicieron de este desierto marino un fértil campo para la imaginación?

MAR DE LOS SARGAZOS: El sargazo es un alga marina de color oscuro que se aglomera de manera impresionante en algunos mares, especialmente en Océano Atlántico noroccidental entre las Islas Azores, archipiélago portugués, y las Indias Occidentales, alrededor de los 35° N de latitud. A esta región oceánica se la llama Mar de los Sargazos y es el lugar predilecto de las anguilas marinas para desovar. La anguila es un pez sin aletas abdominales, de cuerpo largo y cilíndrico que puede medir hasta un metro.

Su carne es comestible.  Vive en los ríos, pero cuando sus órganos sexuales llegan a la plenitud se interna en el mar para iniciar la reproducción. La angula es la cría de la anguila que sólo mide hasta 8 cm de largo y 3 de espesor. Desde el lugar en que nace  llega a las costas y hace el camino inverso subiendo por los ríos, acompañada por millones de hermanitas. Las angulas cocidas se tornan blancas y son muy apetecidas y en algunos lugares, de alto precio.

El Mar de los Sargazos ha inspirado temor a muchas generaciones de navegantes; aún circulan leyendas sobre barcos atrapados en su flotante vegetación y marineros arrastrados al fondo. Aunque esto pertenece al dominio de la fantasía, el lugar es una rareza biológica y marina. Las anguilas de Europa y América se reprodujeron allí mucho antes de que estos continentes se separasen.

Esta extensión de agua lenta y giratoria que se sitúa entre las islas Bermudas y las de Sotavento, mide 5,200 millones de km2; ha sido llamada "desierto biológico" y ha sido comparada con una gigantesca balsa de algas marinas a la deriva. Todas estas descripciones son inexactas. Las algas se concentran en ciertos puntos, y amplias zonas permanecen limpias. En las propias algas y bajo el océano vive una exótica población, entre cuyas rarezas destaca una especie de pejesapo, el pez sargazo, que se prende de las plantas con aletas prensiles como dedos.

Relatos de malezas, niebla y una extraña quietud que se remontan a cinco siglos antes de Cristo permiten especular si este mar fue hallado por navegantes primitivos. Sin embargo, es más probable que Cristóbal Colón y sus hombres fueran los primeros en admirar este fenómeno. En su travesía rumbo a las Indias, en 1492, los marineros pudieron contemplar largamente la enmarañada vegetación, doradas frondas oliváceas tendidas de un extremo a otro del horizonte. Pudieron observar las vesículas llenas de gas, parecidas a bayas, que mantienen suspendidas las algas cerca de la superficie. Las llamaron sargazos, en recuerdo de las pequeñas uvas cultivadas en sus tierras mediterráneas.

Las masas de materia vegetal flotantes están compuestas, sobre todo, por una cierta especie de algas, Sargassum natans. Conocidas como "eringes", poseen dos características distintivas: existen sin necesidad de las rocas costeras en las que se originaron y se reproducen por fragmentación. Los brotes pueden desprenderse y prosperar por sí mismos, con lo que la especie se perpetúa indefinidamente.

Los sargazos son la base de la cadena alimenticia de la zona. El plancton, conjunto de organismos microscópicos que nutren lo mismo a ballenas que a arenques no se desarrolla aquí a causa de la temperatura elevada. En torno de las algas vive, en cambio, una peculiar comunidad animal.

Adheridas a las frondas hay pequeñas algas, como los corales blandos, y gusanos tubulares, que filtran las aguas para recoger alimento. En partes, las frondas parecen estar cubiertas por parches de tierra: se trata de animales musgosos o briozoarios, seres diminutos que habitan desde los trópicos hasta los polos.

Por lo general nacen de huevos fertilizados, pero aquí se desprenden de la madre organismos nuevos, ya formados, imitando a las algas anfitrionas. Para llevarse el alimento a la boca se sirven de vellos menudos.

Si el peso del alimento ingerido resulta excesivo para el grupo de algas, caen hasta las profundidades oceánicas, donde mueren de frío. Los pequeños cangrejos y camarones de las frondas corren mejor suerte: cuando éstas empiezan a descender, se mudan a otra.

Este es el reino de la apariencia: muchas criaturas sobreviven gracias al camuflaje. Los camarones desarrollan motas blancas para semejar briozoarios, mientras que los largos y espigados espetones parecen ramas de algas.

La adaptación más impresionante es la del pez sargazo. Con su coloración de alga, puede sorprender y devorar presas de hasta 20 cm, casi su propio tamaño. Si se ve en peligro, traga agua y se infla para ahuyentar al agresor.

Uno de los más extraños secretos del Mar de los Sargazos fue también uno de los más indescifrables. Hasta principios del siglo XX, la asombrosa vida de las anguilas europeas y americanas, que se reproducen allí, era un misterio. Incluso en la actualidad aún se desconocen varios rasgos centrales de este ciclo vital.

Otras especies también procrean en este mar. El calor del agua y la ausencia de predadores por la falta de plancton atraen a atunes, lucios y peces voladores, que depositan sus huevos en copiosas ristras adheridas a las algas. Aun así, según los biólogos, la anguila es el único animal que vuelve para morir en esta región extraordinaria caracterizada por la constante transformación.


Mítico mar No es difícil entender por qué el Mar de los Sargazos, a lo largo de los siglos, se ha visto envuelto en el misterio. Para el ojo inexperto no es sino una zona de aguas estancadas cubiertas de algas, que sería inútil pretender cruzar. Pero en realidad este mar contiene menos algas de lo que se cree y, lejos de hallarse estancado, no cesa de moverse. La corriente del Golfo, con rumbo al este, lo impulsa hacia el norte en el sentido de las manecillas del reloj, mientras que las del Trópico de Cáncer, que corren en dirección oeste, lo mueven hacia el sur.

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