El átomo es un constituyente materia
ordinaria, con propiedades químicas bien definidas, que mantiene su identidad.
Cada elemento químico está formado por átomos del
mismo tipo (con la misma estructura electrónica básica), y que no es posible
dividir mediante procesos químicos. Está compuesto por un núcleo atómico, en el que se concentra casi
toda su masa, rodeado de una nube de electrones. El núcleo está formado por protones,
con carga positiva, y neutrones,
eléctricamente neutros.Los electrones,
cargados negativamente, permanecen ligados a este mediante la fuerza electromagnética.
Los átomos se clasifican de acuerdo al número de protones
y neutrones que contenga su núcleo. El número de protones o número atómico determina su elemento químico, y el número de neutrones
determina su isótopo.
Un átomo con el mismo número de protones que de electrones es eléctricamente
neutro. Si por el contrario posee un exceso de protones o de electrones, su
carga neta es positiva o negativa, y se denomina ion.
El nombre «Átomo» proviene del latín
«Atomum», y este del griego
«atonuom», «sin partes»;
también, se deriva de «A» no y «Tomo» divisible; no divisible.
El concepto de átomo como bloque básico e indivisible que compone la materia
del universo
fue postulado por la escuela atomista en la Antigua
Grecia. Sin embargo, su existencia no quedó demostrada hasta el siglo XIX.
Con el desarrollo de la física
nuclear en el siglo XX se comprobó que el átomo puede subdividirse en partículas más pequeñas.
Los átomos son objetos muy pequeños con masas igualmente
minúsculas: su diámetro y masa son del orden de la billonésima parte de un metro y cuatrillonésima
parte de un gramo.
Solo pueden ser observados mediante instrumentos especiales tales como un microscopio de efecto túnel. Más de un
99,94% de la masa del átomo está concentrada en su núcleo, en general repartida
de manera aproximadamente equitativa entre protones y neutrones. El núcleo de
un átomo puede ser inestable y sufrir una transmutación
mediante desintegración radioactiva. Los electrones
en la nube del átomo están repartidos en distintos niveles de energía u orbitales,
y determinan las propiedades químicas del mismo. Las transiciones entre los
distintos niveles dan lugar a la emisión o absorción de radiación electromagnética en forma de fotones,
y son la base de la espectroscopia.
La mayor parte de la masa del átomo viene de los
nucleones, los protones y neutrones del núcleo. También contribuyen en una
pequeña parte la masa de los electrones, y la energía de ligadura de los
nucleones, en virtud de la equivalencia entre masa y energía.
La unidad de
masa que se utiliza habitualmente para expresarla es la unidad de masa atómica (u). Esta se define
como la doceava parte de la masa de un átomo neutro de carbono-12
libre, cuyo núcleo contiene 6 protones y 6 neutrones, y equivale a 1,66 · 10-27
kg aproximadamente. En comparación el protón y el neutrón libres tienen una
masa de 1,007 y 1,009 u. La masa de un átomo es entonces aproximadamente igual
al número de nucleones en su núcleo, el número másico multiplicado por la
unidad de masa atómica. El átomo estable más pesado es el plomo-208, con una masa de
207,98 u.
En química se utiliza también el mol como unidad de masa.
Un mol de átomos de cualquier elemento equivale siempre al mismo número de
estos 6,022 · 1023, lo cual implica que
un mol de átomos de un elemento con masa atómica de 1 u pesa aproximadamente 1
gramo. En general, un mol de átomos de un cierto elemento pesa de forma
aproximada tantos gramos como la masa atómica de dicho elemento.
Los átomos no están delimitados por una frontera clara,
por lo que su tamaño se equipara con el de su nube electrónica. Sin embargo,
tampoco puede establecerse una medida de esta, debido a las propiedades
ondulatorias de los electrones. En la práctica, se define el radio atómico estimándolo en función
de algún fenómeno físico, como la cantidad y densidad de átomos en un volumen
dado, o la distancia entre dos núcleos en una molécula.
Los diversos métodos existentes arrojan valores para el
radio atómico de entre 0,5 y 5 Å. Dentro de la tabla
periódica de los elementos, el tamaño de los átomos tiende a
disminuir a lo largo de un periodo, una fila, para aumentar
súbitamente al comienzo de uno nuevo, a medida que los electrones ocupan
niveles de energía más altos.
Las dimensiones del átomo son miles de veces más pequeñas
que la longitud de onda de la luz, 400-700 nm
por lo que estos no pueden ser observados utilizando instrumentos ópticos. En
comparación, el grosor de un cabello humano es equivalente a un millón de átomos de carbono.
Si una manzana fuera del tamaño de la Tierra, los
átomos en ella serían tan grandes como la manzana original.
Un electrón ligado en el átomo posee una energía potencial inversamente proporcional a
su distancia al núcleo y de signo negativo, lo que quiere decir que esta
aumenta con la distancia. La magnitud de esta energía es la cantidad necesaria
para desligarlo, y la unidad usada habitualmente para expresarla es el electrónvoltio
(eV). En el modelo mecanocuántico solo hay un conjunto discreto de estados o
niveles en los que un electrón ligado puede encontrarse, es decir,
enumerables, cada uno con un cierto valor de la energía. El nivel con el valor
más bajo se denomina el estado fundamental, mientras que el resto se
denominan estados excitados.
Cuando un electrón efectúa una transición entre dos
estados distintos, absorbe o emite un fotón, cuya energía es precisamente la
diferencia entre los dos niveles. La energía de un fotón es proporcional a su frecuencia,
así que cada transición se corresponde con una banda estrecha del espectro electromagnético denominada línea
espectral.
Cada elemento químico posee un espectro de líneas
característico. Estas se detectan como líneas de emisión en la radiación de los
átomos del mismo. Por el contrario, si se hace pasar radiación con un espectro
de frecuencias continuo a través de estos, los fotones con la energía adecuada
son absorbidos. Cuando los electrones excitados decaen más tarde, emiten en
direcciones aleatorias, por lo que las frecuencias características se observan
como líneas de absorción oscuras. Las medidas
espectroscópicas de la intensidad y anchura de estas líneas permite
determinar la composición de una sustancia.
Algunas líneas espectrales se presentan muy juntas entre
sí, tanto que llegaron a confundirse con una sola históricamente, hasta que fue
descubierta su subestructura o estructura fina. La causa
de este fenómeno se encuentra en las diversas correcciones a considerar en la
interacción entre los electrones y el núcleo. Teniendo en cuenta tan solo la
fuerza electrostática, ocurre que algunas de las configuraciones electrónicas
pueden tener la misma energía aun siendo distintas. El resto de pequeños
efectos y fuerzas en el sistema electrón-núcleo rompe esta redundancia o degeneración, dando lugar a la estructura
fina. Estos incluyen las correcciones relativistas al movimiento de electrón, la
interacción de su momento magnético con el campo eléctrico y con
el núcleo, etc.
Además, en presencia de un campo externo los niveles de
energía se ven modificados por la interacción del electrón con este, en general
produciendo o aumentando la división entre los niveles de energía. Este
fenómeno se conoce como efecto Stark en el caso de un campo eléctrico,
y efecto Zeeman
en el caso de un campo magnético.
Las transiciones de un electrón a un nivel superior
ocurren en presencia de radiación electromagnética externa, que provoca la
absorción del fotón necesario. Si la frecuencia de dicha radiación es muy alta,
el fotón es muy energético y el electrón puede liberarse, en el llamado efecto fotoeléctrico.
Las transiciones a un nivel inferior pueden ocurrir de
manera espontánea, emitiendo la energía mediante un fotón saliente; o de manera
estimulada, de nuevo en presencia de radiación.
En este caso, un fotón «entrante» apropiado provoca que el electrón decaiga a
un nivel con una diferencia de energía igual a la del fotón entrante. De este
modo, se emite un fotón saliente cuya onda asociada está sincronizada con la
del primero, y en la misma dirección. Este fenómeno es la base del láser.
El concepto de átomo existe desde la Antigua
Grecia propuesto por los filósofos griegos Demócrito,
Leucipo y Epicuro,
sin embargo, no se generó el concepto por medio de la experimentación sino como
una necesidad filosófica que explicara la realidad, ya que, como proponían
estos pensadores, la materia no podía dividirse indefinidamente, por lo que
debía existir una unidad o bloque indivisible e indestructible que al
combinarse de diferentes formas creara todos los cuerpos macroscópicos que nos
rodean.
El siguiente avance significativo no se realizó hasta que en 1773 el químico francés Antoine-Laurent de Lavoisier postuló su
enunciado: «La materia no se crea ni
se destruye, simplemente se transforma». La ley de conservación de la
masa o ley de conservación de la materia;
demostrado más tarde por los experimentos del químico inglés John Dalton
quien en 1804,
luego de medir la masa de los reactivos y productos de una reacción, y concluyó
que las sustancias están compuestas de átomos esféricos idénticos para cada
elemento, pero diferentes de un elemento a otro.
Luego en 1811, el físico italiano Amedeo
Avogadro, postuló que a una temperatura, presión y volumen dados, un
gas contiene siempre el mismo número de partículas, sean átomos o moléculas,
independientemente de la naturaleza del gas, haciendo al mismo tiempo la
hipótesis de que los gases son moléculas
poliatómicas con lo que se comenzó a distinguir entre átomos y moléculas.
El químico ruso Dmítri Ivánovich Mendeléyev creó en 1869 una clasificación de
los elementos químicos en orden creciente de su masa atómica, remarcando que
existía una periodicidad en las propiedades químicas. Este trabajo fue el
precursor de la tabla periódica de los
elementos como la conocemos actualmente.
La visión moderna de su estructura interna tuvo que
esperar hasta el experimento de Rutherford en 1911 y el modelo atómico
de Bohr.
Posteriores descubrimientos científicos, como la teoría cuántica, y avances tecnológicos, como
el microscopio electrónico, han permitido
conocer con mayor detalle las propiedades físicas y químicas de los átomos.
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