Los PERSAS fueron un pueblo de origen
indoeuropeo de la rama indo-irania que acabaron fusionándose con los pueblos
que conquistaron en la época aqueménide. Se originó como un grupo de tribus
nómadas cuya localización original radicaba al norte de la meseta de Irán.
Alrededor de 1400 a. C., algunas de estas tribus, antepasadas de los
persas históricos, se trasladaron hacia el sur de Irán.
Antes del
surgimiento de la nación persa, la zona del Medio Oriente venía
siendo azotada por las guerras. El foco de estas guerras era el estado agresor y militarista de Asiria. Los asirios constantemente lanzaban campañas contra los
pueblos que los rodeaban, saqueando, efectuando matanzas y deportando a las
poblaciones o a sus clases dirigentes por lo menos. Esto provocó un gran
deterioro humano y económico en toda la zona, incluso en Asiria, que llegó a
despoblarse debido a las graves bajas sufridas en las guerras. Finalmente
Asiria comenzó a debilitarse, sus enemigos se unieron en una gran coalición, la
derrotaron y para el año 610 a. C. los asirios habían sido totalmente
sometidos. La nueva situación mostró cuatro nuevos ejes de poder: en el actual
Irán y el oeste de Turquía, los medos; en Mesopotamia, Siria y Palestina los neobabilonios; en el Norte de África los egipcios, que intentaban extender su influencia a
Palestina y Siria; y en la zona de Turquía, diferentes estados, con influencias
griegas. Estos estados englobaban variadas poblaciones, no todas sumisas al
nuevo orden. Siguió
habiendo guerras, pero tan cruentas como las campañas asirias. El mayor problema era que, a pesar de tener un gobierno
nominal, estaban desorganizados. Muchos de esos gobiernos eran intolerantes y
cobraban impuestos excesivos. Los persas eran un núcleo de pueblos con
identidad propia que habitaban en el sur del actual Irán, estando sometidos al
gobierno de los medos, pero
con un cierto grado de autogobierno.
Alrededor
del año 350 a. C., Filipo II, el rey de Macedonia,
emprendió una política expansiva de su reino, organizando un ejército regular
muy profesional y creando armamentos y tácticas aún superiores a las clásicas
tácticas griegas. Gracias a esto logró unificar amplias zonas de Grecia
incorporándolas a su reino y sometiendo a su mandato con cierto grado de
autonomía al resto de las ciudades griegas con excepción de Esparta. Filipo obligó a los estados griegos a cesar las luchas,
colocó guarniciones macedonias en los puntos estratégicos y se formó una liga
de estados griegos que formarían un ejército para invadir el Imperio Persa.
Cuando todo estaba preparado Filipo fue asesinado. Entonces su hijo Alejandro ocupó
el trono. La invasión debió demorarse para volver a someter a los estados
griegos que ante la muerte de Filipo pretendieron recobrar su independencia.
Alejandro logró dominarlos y en el año 334 a. C. cruzó al Asia menor
y derrotó a los persas en Granico. Las ciudades jonias resistieron la invasión
griega cosa que sería sorprendente 150 años atrás. Alejandro, luego de tomar
esas ciudades, tomó la mayor parte de Asia Menor con poca resistencia. Un año después todo el poderío
del ejército persa lo enfrentó en la batalla de Issos y
nuevamente los persas fueron derrotados; luego de esto cayeron en poder griego
Siria, donde las ciudades fenicias resistieron, Palestina y Egipto, donde los
griegos fueron bienvenidos como libertadores. En el año 331 a. C. los
griegos entraron en Mesopotamia, a pesar de que el rey persa Darío les ofreció la
paz estos la rechazaron. Los persas se enfrentaron a los griegos con un
renovado ejército pero fueron derrotados una vez más, y el rey Darío fue
asesinado por los nobles. Los griegos tomaron Babilonia y las ciudades de Susa, Persépolis y Ecbatana, siendo Persépolis incendiada para vengar la destrucción de
Atenas durante la invasión persa a Grecia. Los persas continuaron resistiendo
con una guerra al estilo guerrillero en las zonas del norte y el este de Irán y
el Asia Central, pero los griegos finalmente lograron invadir
también esas zonas aplastando los últimos focos de resistencia. A pesar de la
caída el estado persa resurgió y desapareció varias veces a través de la
historia y su legado se extiende hasta el actual estado de Irán.
La religión persa provino de las
predicaciones del profeta Zarathustra, fundador del mazdeísmo o como este llamaba a su religión
Daena Vanguji, que se piensa predicó en el siglo VI antes de Cristo parte en
Asia Central y parte en Irán, adoptando los persas su religión. El libro
sagrado de esta religión era el Avesta y su punto principal era la existencia
de dos espíritus principales; uno llamado Ahura Mazda,
que era la representación del bien y otro llamado Angra Mainyu,
que era la representación del mal. La religión persa también incluía conceptos
novedosos como el juicio final en el cual el espíritu de los muertos
era juzgado en base a sus acciones en la vida y eso definiría su futuro en su
nueva vida después de la muerte.
Esta religión todavía existe en Irán y es una de las
religiones oficialmente permitidas, aunque la religión mayoritaria es el islam.
También hay seguidores de Zarathustra en India y otros países, llamados parsis, la base de esta
religión es: "Pensar bien, hablar bien, hacer bien".
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