PEROGRULLO es un personaje paremiológico o
de la literatura tradicional cuyo origen histórico es de difícil determinación.
Su idiosincrasia es
la de un personaje cómico, producto de la imaginación popular, pero existen
hipótesis e investigaciones en las que se afirma que habría existido Pedro
Grullo. En cualquier caso, en el habla corriente se identifica al personaje
como el primer, o el más famoso, decidor de perogrulladas.
Cuando alguien emite una
expresión tan evidente o tan sabida que resulta una afirmación trivial o apodíctica,
suele opinarse que se dijo una perogrullada o una verdad de PEROGRULLO. En retórica la perogrullada
es semejante a la tautología, la redundancia o
el pleonasmo:
una definición tan simple que duplica su misma denominación.
También puede adoptar la modalidad de una litotes o
atenuación. Ejemplos: «cuando no hace frío hace calor o está agradable», o «en
lo lleno no hay vacío» son perogrulladas o simplezas.
En el Diccionario de la Real Academia
Española la perogrullada se define como «verdad o certeza que, por
notoriamente sabida, es necedad o simpleza decirla». En el diccionario de
María Moliner, donde se le define como «dicho propio de PEROGRULLO», se dedica una entrada al
autor de esas verdades:
«Perogrullo,
de "Pedro" y "Grullo": personaje supuesto al que se
atribuyen humorísticamente las sentencias o afirmaciones de contenido tan
sabido y natural que es una tontería decirlas.»
Quien inventó el vocablo
perogrullada fue Francisco de Quevedo, en su libro Los sueños 1622, en concreto en
la Visita de los Chistes,
también conocida como Sueño de la Muerte, donde interviene el
«gran profeta» Pero Grullo: «Yo soy Pedro y no Pero Grullo, que quitándome una d en el nombre me hacéis el
santo fruta.» Y el personaje ofrece diez profecías,
a las cuales Quevedo denomina perogrulladas
En un ensayo acerca
del origen etimológico de los apellidos castellanos, José Godoy Alcántara dice
que: “Pero Grillo” fue
un personaje real que actuó como testigo en dos escrituras de 1213 y 1227 en
Palencia. Añade: «Coetáneo de Pedro Mentiras, si es que se trata del que ha
hecho célebre la naturalidad de las verdades.»
Durante el siglo XV, particularmente
en Cantabria,
se citaba a Pedro Grillo. Existe un documento que data de 1460, titulado Profecía, cuyo autor usa el
seudónimo de Evangelista.
Se trata de un breve relato en el que se describe a un profeta ermitaño,
a quien llama «Pero Grillo». Este personaje hacía gala de una especial
verborrea y lanza una profecía que es una sarta de perogrulladas, entre las
cuales se leen obviedades como las siguientes: “El primer día de enero que vendrá será primero día del año, que todo el
mundo no lo estorbará, si con el tiempo no se remedia. Este día amanecerá al
alba. Vendrá una niebla tan grande y tan oscura que cubrirá el cielo, y no
habrá hombre, por ciego que sea, que vea las estrellas a medio día”
Es muy probable que a este Pero
Grillo, casi cien años después, en 1551, Hernán Núñez de Guzmán, en sus Refranes o proverbios en romance, le
haya cambiado de nombre y, en consecuencia, convertido en el Pero Grullo
mencionado.
Algunos investigadores creen que
el Pedro Grillo del siglo XV evolucionó hasta Pero Grullo en el siglo XVI. Ya
en 1605, este personaje aparece en la novela La pícara Justina, de Francisco López de Úbeda. También Cervantes lo
menciona en la segunda parte de Don Quijote de La Mancha. En el
capítulo LXII, Sancho Panza pregunta a la «cabeza» si volverá a ver a su
mujer y a sus hijos. La «cabeza» responde: «Gobernarás en tu casa; y si vuelves
a ella, verás a tu mujer y a tus hijos; y, dejando de servir, dejarás de ser
escudero.» A lo cual Sancho añade: «Bueno, par Dios; esto yo me lo dijera: no
dijera más el profeta PEROGRULLO»
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