Un GRACIAR es una gruesa masa de hielos que se origina en la superficie
terrestre por
acumulación, compactación y recristalización de la nieve, mostrando
evidencias de flujo en el pasado o en la actualidad. Su existencia es posible
cuando la precipitación anual de nieve supera la evaporada en verano, por lo
cual la mayoría se encuentra en zonas cercanas a los polos, aunque existen en
otras zonas, en montañas. El proceso del crecimiento y establecimiento del
glaciar se llama glaciación. Los glaciares del mundo son variados y pueden
clasificarse según su forma de valle, de nicho, campo de hielo etc. régimen
climático tropical, temperado o polar o condiciones térmicas base fría, base caliente
o politermal.
Un 10 % de la Tierra está
cubierta de glaciares, y en tiempos geológicos recientes ese porcentaje llegó
al 30 %. Los glaciares del
mundo acumulan más del 75 % del agua dulce del mundo. En la actualidad 91 % del volumen
y 84 % del área total de glaciares esta en la Antártida,
8 % del volumen y 14 % del área en Groenlandia sumando el resto de los glaciares
4 % del área y menos del 1 % del volumen.
Los glaciares son producto del clima y están permanentemente intercambiando
masa con otras partes del sistema hidrológico. Los glaciares crecen con la adición de
nieve y otros tipos de hielo y pierden masa por fusión de
hielo en agua y el desmembramiento de témpanos de hielo. La diferencia entre ganancias y
pérdidas de masa de un glaciar se llama balance de masa. Cuando el balance de masa da negativo
el glaciar pierde masa y cuando es positivo gana masa creciendo. A la adición de masa de un glaciar se
le llama acumulación y a la
pérdida ablación.
Las principales formas de acumulación
son la precipitación directa de nieve, el congelamiento de agua líquida, nieve
transportada por vientos, nieve y hielo traídos por avalanchas, cencelladas y el congelamiento de agua en las
capas basales. En los glaciares
se suele trazar una línea imaginaria llamada línea de equilibrio la cual dividida al glaciar en
cuestión en dos zonas, una de acumulación y una de ablación en términos netos
En los lugares de un glaciar donde la
acumulación de nieve es mayor a la ablación se va acumulando nieve de año a año
y las capas más profundas de la nieve se van transformando en hielo glaciar. La transformación en hielo glaciar se
debe a dos procesos uno de compactación y otro de metamorfismo. La velocidad de la transformación
depende de la humedad y la temperatura. Los cristales de nieve que precipitan
sobre un glaciar tienen formas que van desde hexágonos y agujas a otras más
complicadas, pero estas formas son inestables al acumularse ya sea en un
glaciar o en otra parte. y se evaporan en
áreas de alta exposición y reciben condensación en lugares más protegidos, lo que
termina por darles un aspecto más redondo. Antes
de convertirse en hielo glaciar la nieve se torna en neviza, que esencialmente
es nieve que ha sobrevivido mínimo un año.
En los glaciares, donde la fusión se
da en la zona de acumulación de nieve, la nieve puede convertirse en hielo a través
de la fusión y el recongelamiento en períodos de varios años. En la Antártida,
donde la fusión es
muy lenta o no existe incluso en verano, la compactación que convierte la nieve
en hielo puede tardar miles de años. La enorme presión sobre los cristales de
hielo hace que éstos tengan una deformación plástica, cuyo comportamiento hace
que los glaciares se muevan lentamente bajo la fuerza de la gravedad como si se tratase de un enorme flujo
de tierra.
El tamaño de los glaciares depende del
clima de la región en que se encuentren. El balance entre la diferencia de lo
que se acumula en la parte superior con respecto a lo que se derrite en la
parte inferior recibe el nombre de balance glaciar. En los glaciares de
montaña, el hielo se va compactando en los circos, que vendrían a ser la zona de acumulación
equivalente a lo que sería la cuenca de recepción de
los torrentes. En el caso de los glaciares continentales, la acumulación sucede
también en la parte superior del glaciar pero es un resultado más de la
formación de escarcha, es decir, del paso directo del vapor de agua del aire al
estado sólido por las bajas temperaturas de los glaciares, que por las
precipitaciones de nieve. El hielo acumulado se comprime y ejerce una presión
considerable sobre el hielo más profundo. A su vez, el peso del glaciar ejerce
una presión centrífuga que provoca el empuje del hielo hacia el borde exterior
del mismo donde se derrite; a esta parte se la conoce como zona de ablación.
Cuando llegan al mar, forman los icebergs al fragmentarse sobre el agua
oceánica, como puede verse en una imagen de satélite de la Wiki Mapia correspondiente a la Bahía de Melville, al
noroeste de Groenlandia. En los glaciares de valle, la línea que separa estas
dos zonas la de acumulación y la de ablación se llama línea de nieve o línea de
equilibrio. La elevación de esta línea varía de acuerdo con las temperaturas y
la cantidad de nieve caída y es mucho mayor en las vertientes o laderas de solana que en las de umbría.
También es mucho mayor en las de sotavento que
en las de barlovento.
El avance o retroceso de un glaciar
está determinado por el aumento de la acumulación o de la ablación
respectivamente. Los motivos de este avance o retroceso de los glaciares pueden
ser, obviamente, naturales o humanos, siendo estos últimos los más evidentes
desde 1850, por el desarrollo de la industrialización ya que el efecto más notorio de la
misma es la enorme producción de anhídrido carbónico o dióxido de carbono CO²
el cual absorbe grandes cantidades de agua directamente de los glaciares
cercanos para formar el ácido carbónico, con lo que los glaciares de valle van
retrocediendo. Es el caso de los glaciares alpinos europeos, en cuyas
proximidades se asientan grandes factorías y ciudades turísticas que consumen
ingentes cantidades de combustibles que generan ese dióxido de carbono, además
de aumentar la temperatura ambiente. Por el contrario, algunos glaciares
escandinavos han avanzado en los últimos cuarenta años, lo que no parece tan
sencillo de explicar, aunque es probable que el crecimiento de la energía
hidroeléctrica a expensas del consumo de carbón y combustibles derivados del
petróleo haya venido a reducir la producción de termoelectricidad tanto en
Suecia como en Finlandia y, sobre todo, en Noruega: tengamos en cuenta que es
la energía termoeléctrica la que da origen a un calentamiento atmosférico a
escala local que podría afectar los glaciares brisas de valle pero la energía
hidroeléctrica sólo sirve para generar calor en el interior de las viviendas y
no en la atmósfera, ni siquiera a nivel local.
Los glaciares de Groenlandia y de la
Antártida resultan mucho más difíciles de medir, ya que los avances y retrocesos
del frente pueden estar compensados por una mayor o menor acumulación de hielo
en la parte superior, presentándose una especie de ciclos de avance y retroceso
que se retroalimentan mutuamente dando origen a una compensación dinámica en
las dimensiones del glaciar. En otras palabras: un descenso de la altura del
glaciar de la Antártida, por ejemplo, podría generar un mayor empuje hacia
afuera, y al mismo tiempo, un mayor margen para que se acumule de nuevo una
cantidad de hielo similar a la que existía previamente: recordemos que esta
altura unos 3 km está determinada por el balance glaciar, que tiene una especie
de techo determinado sobre el cual no se puede acumular más hielo por la escasa
cantidad de vapor de agua que tiene el aire a más de 3,000 m.
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