viernes, 28 de marzo de 2014

ANIMISMO



El ANIMISMO del latín anima, alma es un concepto que engloba diversas creencias en las que tanto objetos útiles de uso cotidiano o bien aquellos reservados a ocasiones especiales como cualquier elemento del mundo natural montañas, ríos, el cielo, la tierra, determinados lugares característicos, rocas, plantas, animales, árboles, etc. están dotados de alma y son venerados o temidos como dioses.

Si bien dentro de esta concepción cabrían múltiples variantes del fenómeno, como la creencia en seres espirituales, incluidas las almas humanas, en la práctica la definición se extiende a que seres sobrenaturales personificados, dotados de razón, inteligencia y voluntad, habitan los objetos inanimados y gobiernan su existencia. Esto se puede expresar simplemente como que todo está vivo, es consciente o tiene un alma.

En África el animismo se encuentra en su versión más compleja y acabada, siendo así que incluye el concepto de magara o fuerza vital universal, que conecta a todos los seres animados, así como la creencia en una relación estrecha entre las almas de los vivos y los muertos. En otros lugares el animismo es en cambio la creencia en que los objetos como animales, herramientas y fenómenos naturales son o poseen expresiones de vida inteligente.

Los neopaganos a veces describen como animista a su sistema de creencias; un ejemplo de esta idea es que la Diosa madre y el Dios cornudo coexisten en todas las cosas. Asimismo, los panteístas igualan a Dios con la existencia.

El término también es el nombre de una teoría de la religión propuesta en 1871 por el antropólogo sir Edward Burnett Tylor en su libro Primitive Culture.

El principio general del animismo es la creencia en la existencia de una fuerza vital sustancial presente en todos los seres animados, y sostiene la interrelación entre el mundo de los vivos y el de los muertos, reconociendo la existencia de múltiples Dioses con los que se puede interactuar, o de un Dios único aunque inaccesible en una adaptación moderna. Sus orígenes no son precisables al contrario que las religiones proféticas, siendo junto al chamanismo una de las más antiguas creencias de la Humanidad. Ya la religión del Antiguo Egipto está fundada sobre bases animistas.

La mayoría de los sistemas de creencias animistas sostienen que existe un alma que sobrevive a la muerte del cuerpo. Creen que el alma pasa a un mundo más cómodo, de abundantes juegos y cultivos agrícolas continuos. Otros sistemas, como el de los Navajo de América del Norte, aseguran que el alma permanece en la Tierra como fantasma, a veces malvado.

Otras culturas combinan estas dos creencias, y afirman que el alma debe escapar de este plano y no perderse en el camino, de lo contrario se volvería fantasma y vagaría durante mucho tiempo. Para el éxito en esta tarea los sobrevivientes del muerto consideran necesario realizar funerales de duelo y adoración a los ancestros. En las culturas animistas a veces los rituales no son realizados por los particulares sino por sacerdotes o chamanes que se supone poseen poderes espirituales más grandes o diferentes a la experiencia humana normal.

La práctica de reducción de cabezas que realizaban algunas culturas de América del Sur deriva de la creencia animista en que el alma del enemigo puede escapar si no se atrapa dentro de su cráneo. El enemigo entonces transmigraría al útero de una hembra de animal depredador, de donde nacería para vengarse del asesino.

Se encuentran trazas de animismo en África al sur del Sáhara, Australia, Oceanía, sudeste y centro de Asia y en toda América. La arqueología y la antropología estudian el animismo actualmente presente en las culturas indígenas. Algunos conceptos antiguos acerca del alma se pueden analizar a partir de los términos con que ésta era denominada. Por ejemplo, los lectores de Dante conocen la idea de que los muertos no tienen sombra (ombra). Esto no fue una invención del poeta sino una noción que proviene del folclore anterior al cristianismo. En las Islas Canarias, los guanches profesaban una religión animista Mitología guanche.

Los basutos sostienen que una persona que camina por la orilla de un río puede perder la vida si su sombra toca el agua, ya que un cocodrilo podría engullirla y arrastrar a la persona dentro del agua. Y en algunas tribus de norte y Suramérica, Tasmania y en la Europa clásica, se encuentra el concepto de que el alma se identifica con la sombra de una persona.

En cambio en la cultura occidental hay conexión entre el alma y la respiración. Esta identificación se encuentra tanto en los idiomas indoeuropeos como en las lenguas semíticas. Aire en latín se dice spíritus; en griego pneuma y en hebreo  ruach. Esta idea se encuentra también en Australia, varios puntos de la América precolombina y Asia.

Para algunas culturas indígenas de América y en las primeras religiones romanas, la costumbre de recibir el último aliento de un moribundo no era sólo un deber piadoso sino el medio de asegurarse de que su alma se reencarnaría en el vientre de una nueva madre, y no quedaría como un fantasma errante. Otros conceptos conocidos identifican el alma con el hígado, con el corazón, con la figura que se ve reflejada en la pupila del ojo y con la sangre.

Aunque a veces se distingue el alma o principio vital del cuerpo que también poseerían los animales como algo diferente del espíritu humano, hay casos en que un estado de inconsciencia se explica como debido a la ausencia de éste. Los indígenas del sur de Australia le dicen wilyamarraba sin alma a una persona desmayada.

También el trance auto hipnótico de un chamán o de un profeta se cree que se debe a su visita al más allá, de donde trae profecías y noticias de personas muertas. La telepatía o la clarividencia, con o sin trance, se puede operar para producir la convicción de la naturaleza dual material-espiritual del ser humano, ya que hacía parecer posible que hechos desconocidos para el médium se pudieran descubrir por medio de una bola de cristal.

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