miércoles, 9 de julio de 2014

LA LEPRA



La LEPRA es una enfermedad infecciosa, de nula transmisibilidad cuando está debidamente tratada, aunque los pacientes que no reciben tratamiento o cuando éste es inadecuado sí constituyen una fuente de contagio, debido a la reacción inmune a alguna de las bacterias:

La lepra fue históricamente incurable, mutilante y vergonzosa.

Se sabe que afecta a la humanidad desde hace al menos 4000 años, cuando en 2009, en una excavación arqueológica llamada Balathal Rayastán, al noroeste de India, se encontraron en lo que había sido un asentamiento chozas de piedra y ladrillos de barro, y donde cultivaban la cebada los restos óseos de un varón adulto de unos 30 años de edad con muestras de haber padecido esta enfermedad y no haber recibido ningún tipo de tratamiento para curarla. Dichos restos estaban enterrados en ceniza de estiércol de vaca dentro de un recinto de piedra de paredes gruesas en los límites de dicho asentamiento. La datación por radiocarbono indicó que el esqueleto fue enterrado entre el 2500y el 2000 a. C.

La primera mención a la lepra ―así como su cura ritual mediante plegarias― aparece con el nombre de kilasa ‘mancha blanca en la piel’ en el texto hinduista Átharva-veda, de fines del II milenio a. C..

Hacia el siglo xv a. C., en el Levítico libro del Antiguo Testamento se menciona que los kohen sacerdotes del Templo de Jerusalén estaban obligados a saber reconocer a unmetzora, es decir, un varón atacado de una enfermedad llamada tzara’at. No podría saberse si se trata de la misma enfermedad: ese término, en efecto, se utilizó para numerosas patologías de la piel de orígenes y de gravedad muy variables.

La lepra siguió siendo estigmatizante durante siglos.

Todavía en 1909, en España se decretó ―por demanda de la Sociedad de Patologías Exóticas― «la exclusión sistemática de los leprosos» y su "reagrupamiento" en leproserías como medida esencial de profilaxis.

El estigma social que se asoció con las formas avanzadas de lepra continúa en muchas regiones, y sigue siendo el mayor obstáculo para los tratamientos precoces.
En 1995, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba que entre dos y tres millones de personas en todo el mundo estaban en situación de discapacidad permanente por lepra.

Aunque las forzadas cuarentenas o segregación de pacientes, constituyen medidas innecesarias y no éticas, aún se mantienen leprosarios en los siguientes países:

Actualmente se sabe fehacientemente que muchas de las personas que fueron segregadas en esas comunidades, como presuntos leprosos, en realidad padecían sífilis que sí es altamente contagiosa.

La última leprosería de Europa Occidental es el Sanatorio de Fontilles, que se encuentra en Valle de Laguar provincia de Alicante, España.

La semiología de la lepra es en función de la reacción inmune del paciente, a alguna de las bacterias que producen citoquinas que inducen y median la activación macrofágica y fagocitosis. Pudiendo tomar dos formas:
Tuberculoide: produce grandes manchas hiperestésicas y más tarde anestésicas. Son pacientes con una fuerte reacción celular pero baja humoral baja titulación de anticuerpos: presentan por lo tanto reacción positiva a la lepromina. Los tejidos infectados típicamente tienen muchos linfocitos y granulomas, pero relativamente pocas bacterias.
Lepromatosa: origina grandes nódulos en la piel o lepromas. La progresión de las lesiones causa grandes deformaciones. En la lepra lepromatosa aparecen numerosas máculas eritematosas, pápulas o nódulos. Existe extensa destrucción de tejidos, como por ejemplo cartílago nasal y orejas, apareciendo en fases avanzadas la típica "facies leonina", caracterizada por múltiples nódulos o lepromas diseminados en la cara y pabellones auriculares, pómulos pronunciados debido a la infiltración reactiva inmunológica y caída de la cola de las cejas. También hay afectación difusa de los nervios periféricos con pérdidas sensoriales.

·   A principios del siglo XX se utilizó aceite de ginocandia extraído de semillas del Chaulmoogra en inyección de ésteres etílicos.
·       En 1908, la empresa farmacéutica Bayer difundió el preparado antileprol.
·     En 1923 todavía se encontraban alabanzas al aceite de ginocandia en la publicación "Estudio crítico de los modernos tratamientos de la lepra" publicado por Abal (médico residente de Fontilles) y por Guillén (director médico de este leprosorio), en una comunicación al Segundo Congreso de Ciencias Médicas de Sevilla, que la consideraba la mejor medicación «hasta que se obtenga el cultivo del bacilo».
·       Los primeros tratamientos eficaces aparecieron a fines de 1930 con la introducción de la sulfona dapsona y derivados. Sin embargo, aparecieron cepas del bacilo de la lepra resistentes a la dapsona.
·       Es en los años ochenta cuando se produjo un gran avance para conseguir la curación de la enfermedad por medio de tratamiento con administración de varios fármacos de forma simultánea 
· Se administra por vía oral Dapsona (DDS) 50 a 100 mg/día, y simultáneamente rifampicina 10 mg/kg por día para reducir la posibilidad de resistencia a DDS. Si hay fiebre, granulo citopenia o ictericia, se interrumpe la DDS y se administra clofazimina 1 a 4 mg/kg por vía oral.
·      Según las recomendaciones médicas actuales, el tratamiento de la enfermedad debe prolongarse entre seis meses y dos años, según las formas, y se basa en la administración de sulfonas junto a los otros fármacos ya mencionados rifampicina y clofazimina.
·   En 1987, el médico e investigador venezolano Jacinto Convit fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias por descubrir la cura para esta enfermedad.

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