El Ángelus es una devoción
de origen franciscano, que para el Diccionario de la Real Academia Española es
«Oración en honor del misterio de la Encarnación», hace una síntesis admirable
del mismo, de las personas que intervienen en tan gran acontecimiento y de la
misión o actitud de cada una de ellas, con palabras tomadas del mismo
Evangelio. En su extremada brevedad, ofrece materia sólida a la vez que
asequible para la meditación cotidiana del creyente. San Lucas refiere que el
ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre
de la virgen era María. El ángel le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo» Luego añadió: «No temas, María, porque has hallado gracia delante
de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás
por nombre Jesús.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?» El ángel le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo
y será llamado Hijo de Dios» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase
en mí según tu palabra» Días después, María fue a casa de Zacarías y saludó a
Isabel, la cual exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
seno» A modo de conclusión, San Juan añade en el prólogo de su Evangelio: «Y el
Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros»
El toque y el rezo del
Ángelus no existían en tiempo de San Francisco ni fue el Santo quien introdujo
esta devoción en la Iglesia, aunque la espiritualidad y piedad que él
practicaba y enseñaba era un terreno bien abonado para que florecieran
prácticas piadosas como ésta; véanse, por ejemplo, sus Cartas a los Custodios y
su Carta a las Autoridades, donde puede apreciarse un reflejo de la costumbre
musulmana de convocar al pueblo a la oración mediante el pregón del muecín desde
el alminar de las mezquitas, costumbre que Francisco observó en su viaje a
Oriente. Por cuanto se sabe, fue Fr. Benito de Arezzo quien, hacia el año 1250,
introdujo en el convento de Arezzo el Ángelus, haciendo cantar o recitar, a la
caída de la tarde, la antífona El
Ángel habló a María, Ángelus locutus est Mariae, mientras sonaban las
campanas. El Capítulo general celebrado en Asís en 1269, y presidido por San
Buenaventura, estableció que los hermanos exhortaran al pueblo a saludar a la
Virgen con las palabras del Ángel cuando al atardecer sonara la campana de
completas; posteriormente, ya en el siglo XIV, se introdujo el toque y el rezo
del Ángelus por la mañana, y luego también al mediodía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario