Un rascacielos es un edificio particularmente alto y continuamente habitable. A
menudo también se denomina rascacielos a aquellos edificios que destacan por su
altura sobre los de sus alrededores; esto último se fundamenta en la definición
del Consejo de Edificios Altos y Hábitat
Urbano.
También existe un criterio basado en altura bastante
popular, situando el límite inferior en unos 500 pies 152,5 metros de altura. A
partir de 1000 pies de altura unos 305 metros un edificio suele ser considerado
rascacielos superalto, y aquellos edificios mayores de 600m de altura es considerado
mega-alto. La razón de su construcción suele ser el máximo aprovechamiento económico
del suelo. Por ello, suelen encontrarse múltiples rascacielos agrupados en las
zonas comerciales o residenciales de grandes ciudades, donde
el valor del suelo es elevado. Sin embargo, en el caso de los grandes
rascacielos, la motivación económica suele ser en realidad inexistente, pues el
exceso de altura conlleva gastos todavía mayores. En estos casos la motivación
es puramente publicitaria, ya que estos grandes edificios, en especial si
logran la etiqueta de «Edificio más alto» de la ciudad o país, adquieren
relevancia y notoriedad, y dotan de una imagen de poder y bonanza económica a
sus propietarios.
Estas agrupaciones de rascacielos suelen dibujar una
línea de horizonte característica de muchas ciudades, como Nueva York,
Chicago,
Shanghái,
Dubái,
Hong Kong
y Singapur.
Creados en Chicago Estados Unidos, y perfeccionados en Nueva York,
los rascacielos fueron una creación estructural que revolucionó el panorama
urbano de los últimos cien años, siendo hoy día un símbolo de modernidad en
todo el mundo. El elemento principal que permitió el desarrollo de los
rascacielos fue el ascensor, si bien otros avances técnicos posibilitaron el
progresivo aumento de altura. Entre ellos destacan el acero, el hormigón
armado, el vidrio, y la bomba hidráulica. Antes del siglo XIX
los edificios de más de seis plantas eran raros, ya que su excesiva altura los
hacía poco prácticos. Además, los materiales y técnicas necesarios para
construir un rascacielos son notablemente diferentes de los empleados en
edificios convencionales.
Los primeros rascacielos aparecieron a finales del siglo
XIX en ciudades con altos índices de población como Nueva York, Londres o
Chicago. Sin embargo, los constructores de Londres y Chicago se encontraron con
normas que limitaban su altura, y en la Europa continental
hubo dudas acerca de su seguridad frente a incendios o a su estética, por lo
que en los primeros años del siglo XX Nueva York fue la ciudad pionera en este tipo de
construcciones.
El primer edificio considerado como rascacielos fue el Home Insurance Building, diseñado
por el estadounidense William Le Baron Jenney. Fue construido
entre 1884
y 1885
en Chicago y constaba de diez plantas. No obstante, hoy en día su altura no
resulta impresionante y, de hecho, si fuera construido en la actualidad no
sería considerado rascacielos.
Otro posible candidato a primer rascacielos sería el World Building, de 20 plantas y construido en Nueva York en 1890. Sin embargo, para
los estándares modernos, el primer rascacielos auténtico sería el Park Row Building
de Nueva York, con 30 plantas, construido en 1899. En Europa el
primer rascacielos fue el Witte Huis construido en Róterdam,
Países Bajos, en 1898 en estilo Art Nouveau con 43 metros y 10 pisos. En 1911
se construyó el Royal Liver Building en Liverpool,
Reino Unido, de 90 metros y 13 pisos, considerado uno de los primeros
rascacielos construidos completamente en concreto. Las Torres Kungstornen terminadas en
1925 en Estocolmo se consideran los primeros rascacielos modernos de Europa,
aunque solo llegan a 61 metros. Otros primeros rascacielos fueron el Edificio Telefónica, construido en Madrid, entre
1926 y 1929 con 89 metros y 15 pisos, el Boerentoren en Antwerp, Bélgica, de 1932
con 87.5 metros y 26 pisos ampliado posteriormente y la Torre Piacentini en
Génova, Italia, de 31 pisos y 107 metros de altura, construida entre 1935 y
1940.
A partir de los años 30 comenzaron a aparecer rascacielos
en ciudades de Iberoamérica Buenos Aires, La Paz,
Sao Paulo,
Ciudad de México, Caracas,
Panamá,
Santiago de Chile, Bogotá
y también en Asia,
Shanghái,
Hong Kong,
Tokio,
Taiwán,
etc.
Tras la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética planificó la construcción de
ocho grandes torres; las torres de Stalin, siete de las
cuales fueron llevadas a cabo. El resto de Europa comenzó también a construir
grandes edificios: en Madrid se construye el primer edificio de más de
100 metros en 1950
Edificio España.
Otro rascacielos notorio es la torre Sears,
terminada en 1976.
Mide hasta su techo 442 metros, pero contando sus antenas, alcanza los 527 metros. Las Torres
Petronas son las torres gemelas de más altura en el mundo, con
452 metros. El Shanghai World Financial Center tiene una altura de
492 m, siendo el más alto sin contar las antenas. El Taipei 101
alcanza los 502 m, y 529 contando la antena. Pero, desde principios de
2010, el edificio más alto del mundo es el Burj Khalifa,
de 163 pisos
que se eleva hasta los 828 metros y está ubicado en Dubái,
la ciudad más poblada de Emiratos Árabes Unidos.
La principal ventaja de los
rascacielos es la de obtener una gran cantidad de superficie
útil en un espacio de suelo reducido. Este suele ser el motivo por el que los
promotores inmobiliarios deciden emprender este tipo de obras, ya que la
posibilidad de vender o alquilar una gran cantidad de viviendas u oficinas
suele compensar el enorme coste de construir estos edificios.
La razón por la que las
empresas tienden a agruparse en estos edificios es que la concentración de
personas y servicios en un área reducida permite una mayor eficiencia
económica. La concentración de sus empleados en un único edificio permite a las
empresas obtener un mayor rendimiento, ya que se hacen innecesarios los viajes
o los envíos por correo
o por servicios de mensajería. Por las mismas razones, la concentración de un
número elevado de empresas facilita los intercambios entre ellas. Esto, por
supuesto, podría hacerse en edificios de menor tamaño, pero los rascacielos permiten
que esto se dé en el centro de las grandes ciudades, donde los medios de
transporte público facilitan el acceso a empleados y clientes.
Además, esta concentración
permite la utilización de medios de transporte público como el metro en lugar del automóvil
o el autobús,
con lo que esto supone en la reducción de contaminación
atmosférica. Relacionado con lo anterior, los medios de transporte verticales ascensores
y escaleras mecánicas son más eficientes que los
medios de transporte horizontales automóviles, autobuses, etc. De esta forma,
el consumo energético derivado del transporte se reduce.
Pero existen también
inconvenientes: la alta concentración de población que suponen los rascacielos
exigen grandes inversiones en infraestructuras
de transporte, instalaciones de suministro de agua, electricidad,
comunicaciones,
saneamiento,
etc. Instalaciones cuyo costo recae en las instituciones
municipales,
que a cambio cobran grandes cantidades de dinero para otorgar ese tipo de
licencias.
Existen también problemas
derivados de su gran altura:
Hacer que el agua llegue a los
pisos más altos sin que revienten las tuberías de los pisos más bajos. Para
ello se bombea por etapas y se guarda en depósitos en los pisos intermedios.
Los ascensores deben ser
rápidos, por la necesidad de no emplear mucho tiempo en llegar al piso deseado,
pero unas aceleraciones excesivas pueden provocar desmayos.
Vulnerabilidad ante los terremotos.
Sin embargo, esto se tiene en cuenta en su diseño llegando a ser más
resistentes que los edificios bajos construidos por métodos convencionales.
Un edificio alto soporta el
peor viento, y en el cálculo de su estructura se tienen en cuenta las
oscilaciones horizontales, tanto por la altura como por el hecho de que el
viento es más fuerte cuanto más nos distanciemos del suelo.
Los cimientos
deben soportar mucho peso y grandes momentos
debidos a la fuerza horizontal ejercida por el viento. Por ello deben ser
anchos y profundos, y además deben diseñarse de una forma especial para
soportar los terremotos.
La acumulación de una gran
masa en la misma vertical puede producir a nivel geológico
y geofísico
desequilibrios sismológicos, como los sucedidos en Taipéi.
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