lunes, 17 de junio de 2013

MICHEL SITTOW PINTA A CATALINA DE ARAGÓN


Desde 1492,  Michel Sittow trabajó para Isabel la Católica como pintor de cámara junto a otros pintores procedentes de diversas partes de Europa. Era conocido en la corte castellana como Melchior Alemán, aunque en las cartas intercambiadas con el emperador Maximiliano I y la archiduquesa Margarita de Austria se le denomina Mychel Flamenco. Fue el pintor mejor pagado de la corte con un sueldo anual de 50.000 maravedís.
 A finales de 1502, Michel Sittow se encontraba trabajando en Flandes para Felipe el Hermoso, el yerno de los Reyes Católicos. Durante todo ese tiempo continuó cobrando de la casa de Isabel la Católica su sueldo íntegro. A comienzos de 1504 se trasladó a la corte inglesa por un período de casi un año, al término del cual regresó junto a Felipe el Hermoso. Se le considera el autor del retrato de Enrique VII que se conserva en la National Portrait Gallery de Londres, aunque su autoría no ha sido establecida con total certeza. Es muy probable que el pintor viajase a Inglaterra, dentro del marco de las negociaciones matrimoniales de Enrique VII y Margarita de Austria, para realizar un retrato del monarca inglés. Y al mismo tiempo inmortalizó a la princesa de Gales en uno de sus cuadros más conocidos.
Michel Sittow creó una tierna y penetrante imagen de Catalina. Nos muestra a la joven princesa de diecinueve años con la cabeza levemente inclinada hacia abajo y la mirada caída, como si estuviese perdida en sus pensamientos, a la vez que esbozaba una tímida y disimulada sonrisa. Ya no era la niña que había pintado con majestuosidad y delicadeza años atrás Juan de Flandes.
Su cara de adolescente había pasado a ser la de una mujer de ojos claros, boca pequeña y cejas bien perfiladas. Las facciones infantiles habían desaparecido. Su cuello se había formado elegante y esbelto y sus mofletes habían engordado un poco. Su pelo color dorado oscuro se cubría con una toca de terciopelo negro. El artista dio a Catalina un doble halo del grosor de un trazo de lápiz.

 
Rodeaba su cuello una gruesa gargantilla de oro en la que se alternaban rosas y letras K la inicial de su nombre en inglés, Katherine. También colgaba de él un largo collar de oro. El escote cuadrado de su vestido de terciopelo carmesí estaba decorado con pequeñas conchas de vieira doradas, un sutil homenaje a Santiago, el santo más reverenciado de España, cuya capilla visitó Catalina antes de zarpar rumbo a Inglaterra. En el centro estaba incrustada una letra C dorada la inicial de su nombre en castellano, Catalina.
 

Parece que este retrato es la tabla que encontramos en el inventario de los bienes de Margarita de Austria “Item, ung aultre tableau bien fait apres la royenne d’Angleterre, a nuz chief, ayant une robbe de velours cromoisy, une chaine d’or au col, y pendant une baguette”. La archiduquesa tuvo pues en su posesión el retrato de Catalina de Aragón.

El historiador del arte Miguel Angel Zalama plantea la hipótesis que los cuadros de la princesa de Gales pudieron haber sido entregados por la propia Catalina en la visita que su hermana Juana y Felipe el Hermoso hicieron a Inglaterra en 1506, quizá con la intención de que se los diese a su padre y pudiese enviarlos a las cortes europeas para concretar un nuevo matrimonio. Se encuentra en la actualidad en el Kunsthistorisches Museum de Viena.
 
 Parece que el pintor se inspiró en el rostro de la bella princesa para algunas de sus obras, como Catherine of Aragon as the Magdalene, custodiada en el Detroit Institute of Art. En ella su cabello es exuberantemente visible y cae en ricas y cobrizas ondulaciones sobre sus hombros, y la joven sostiene un pomo de perfume con el emblema de la Casa Tudor. Fue realizada entre finales del siglo XV y principios del XVI.
  

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