La ambición es como el deseo de obtener poder, riquezas o fama. El término procede del latín Ambitio y puede utilizarse de manera positiva o con sentido negativo.
La ambición se considera como
saludable cuando promueve la acción y el
desarrollo de proyectos.
La persona que es ambiciosa pretende conseguir algo que actualmente no tiene.
El sujeto ambicioso, por lo tanto, desea mejorar, crecer, o progresar. La
ambición funciona en estos casos como un motor que invita a abandonar el
conformismo y la mediocridad. Debe existir un límite, sin embargo, para que esa
ambición no se convierta en algo dañino o peligroso.
Por ejemplo: “Siempre tuve la ambición de jugar al fútbol de manera profesional y
por suerte pude cumplir mi sueño cuando fui contratado por el equipo de mi
pueblo para una gira interprovincial”, “Llenar estadios con mi banda de rock es mi
mayor ambición”, “Esa noche había ganado mucho dinero en la ruleta y podría haberme
retirado feliz: sin embargo, la ambición pudo más y seguí apostando hasta que
marché sin nada en los bolsillos”.
Suele considerarse que el estado más
saludable para una persona es aquel donde la ambición actúa como disparador de
acciones, pero dentro de los límites de la coherencia y el respeto.
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