Ishtar era la
diosa
babilónica del amor y la guerra, de la
vida, de la fertilidad, y patrona de otros temas menores. Se asociaba
principalmente con la sexualidad: su culto implicaba la prostitución sagrada;
la ciudad sagrada Uruk se llamaba la "ciudad de las cortesanas
sagradas", y ella misma fue la "cortesana de los dioses". Ishtar
tenía muchos amantes
Incluso para los dioses el amor de Ishtar fue fatal. En
su juventud la diosa había amado a Tammuz, dios de la cosecha, y si hemos de creer a Gilgamesh
este amor causó la muerte de Tammuz.
Se asocia en otras regiones con diosas como Inanna en
Sumeria, Anahit
en la antigua Armenia,
Astarté
en Canaán,
Fenicia
y en las religiones abrahámicas. Ishtar, Inanna y estas
diosas representan el arquetipo de la diosa madre.
En Sumeria era conocida como Inanna, siendo dos diosas distintas,
que representan lo mismo y posteriormente en Babilonia, y en su zona de influencia cultural
en todo Oriente Medio recibe los títulos honoríficos de
Reina del Cielo y Señora de la Tierra.
Para Joseph
Campbell es Ishtar/Inanna la que amamanta al dios Tammuz, es la misma
diosa que Afrodita
y que la diosa egipcia Isis,
que alimenta a Horus.
Ishtar era hija de Sin, dios lunar o de Anu. En carácter de hija
de aquél, era la dama bélica; como descendiente de éste, el exponente del amor,
la licenciosidad y la intemperancia y la violencia caprichosa hasta el extremo.
Bajo el aspecto guerrero se le rendía culto en Agade y en
Sippar,
con el nombre de Anunit. También tiene un carácter astral, ya que personifica a
varios astros: a Venus, al Sol, la Luna, y a las estrellas reunidas en
constelaciones. De ahí deriva la palabra estelar:
todo el firmamento lleno de estrellas, proveniente de su nombre.
Ishtar estaba asociada al planeta Venus como estrella de
la mañana, y en las fronteras de Babilonia se la representa mediante una
estrella de ocho puntas. También se la representa de pie, completamente
desnuda, con las manos encima del vientre, o sosteniéndose los senos, o
blandiendo un arco sobre un carro tirado por siete leones.
En su aspecto de divinidad amorosa Isthar es la protectora
de las prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían
connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne
que perpetuaba la familia como sostén del estado y como generadora de riquezas,
pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa.
Ishtar no es una diosa del matrimonio, ni es una diosa
madre. El matrimonio sagrado o la sacra hierogamia que se representaba todos
los años en el templo babilónico no tiene un implicación moral ni es modelo de
matrimonios terrestres, es un rito de fertilidad altamente estilizado con tonos
litúrgicos.
En Sumeria, Inanna es una diosa importante, pero a partir del rey
Sargón I de Arcad.
También en la Biblia, en el libro del profeta Jeremías,
se le nombra en el capitulo 44 refiriéndose a ella como La Reina del Cielo,
Jeremías hace la denuncia de que no se debe adorar a dioses falsos.
Ishtar, señora del firmamento, poderosa diosa del amor y
de la guerra. Su primer esposo fue su hermano Tammuz. Al
morir Tammuz, Ishtar descendió a los infiernos para arrancarle a su hermana, la
terrible Ereshkigal,
el poder sobre la vida y la muerte.
Después de darle instrucciones a su sirviente Papsukal, de ir a rescatarla si no
regresaba, Ishtar descendió a la tierra, de las tinieblas Irkalla. Comenzó
valiente y desafiante, gritando al portero que abriera la puerta antes de que
la echase abajo. Pero en cada una de las siete puertas se le iba despojando de
una de sus prendas, y con ellas se iba despojando de su poder, hasta que llegó
desnuda e indefensa ante Ereshkigal, que la mató y colgó su cuerpo en un clavo.
Con su muerte, todo el mundo comenzó a languidecer. Pero
el fiel Papsukal llegó hasta los dioses y les pidió que creasen un ser capaz de
entrar en el mundo de los muertos y resucitase a Ishtar con la comida y el agua
de la vida. Así es como Ishtar volvió a la vida, pero tenía que pagar el
precio: durante seis meses al año, Tammuz debe vivir en el mundo de los
muertos. Mientras está allí, Isthar ha de lamentar su pérdida; en primavera,
vuelve a salir y todos se llenan de gozo.
Esta leyenda es también otra versión para el origen de la
llamada "Danza de los siete velos",
la cual cuenta que el amor de Ishtar por Tammuz era tan grande que decidió
también ir al reino de Ereshkigal. Con pasión y determinación, cruzó los siete
vestíbulos del submundo, y en cada uno de ellos era despojada de una de sus
pertenencias: un velo o una joya. En esta historia el velo representa lo
oculto, las cosas que nosotros ocultamos de los otros y de nosotros mismos. Al
dejar el velo, Isthar revela sus verdades, y entonces consigue reunirse con su
amor.
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