Se cree
que todo comenzó hace unos 13.800 millones de años, cuando todo el material del
universo se encontraba concentrado en un solo punto. Las investigaciones
indican que hubo una gran explosión, el llamado Big Bang, y desató el inicio de la formación del universo.
En los
primeros instantes de la explosión el universo se convierte en una inmensa bola
de fuego que aumenta de tamaño a muchísima velocidad y con una temperatura de
miles de millones de grados. Aproximadamente un minuto después de la explosión,
el universo se ha convertido en un enorme reactor termonuclear y se comienzan a
formar los primeros núcleos de helio a partir de los de hidrógeno. Es necesario
que transcurran miles de años para que la temperatura descienda lo suficiente
para que se puedan formar los átomos, es entonces cuando la materia comienza a
agruparse por la fuerza de la gravedad y surgen las primeras estrellas. Se
necesitarán aún miles de millones de años para que, gracias a la formación de
inmensas nubes de gas, compuestas primordialmente de hidrógeno y helio, y por
su propia gravitación, comiencen a aparecer las primeras galaxias.
No se
conoce la forma exacta del mecanismo de la formación de una estrella, pero de
alguna manera el gas se empieza a aglutinar en diferentes puntos bajo el efecto
de su propia gravedad, formando nubes cada vez más densas. Un núcleo denso, que
podría ser unas 60 veces mayor que el sol, la protoestrella, empieza a formase
rodeado por un halo de gas. Debido al aumento de presión, cada vez mayor, y
tras unos 50.000 años, el centro de la protoestrella se vuelve tan caliente que
da principio la combustión nuclear y se inicia la transformación de átomos de
hidrógeno en átomos de helio. Ha nacido una estrella.
La fuerza
de expansión de la energía liberada en esta transformación contrarresta la
fuerza de la gravedad de la estrella, lo que impide que se colapse totalmente y
se estabilice. Al cabo de unos 10 millones de años se acaba el hidrógeno del
núcleo. Al no existir una fuerza que contrarreste a la gravedad, éste se
contrae y calienta aún más. Al mismo tiempo, el hidrógeno restante, en una
corteza exterior, continúa fusionándose y se convierte en helio; la estrella se
expande hasta llegar a ser una gigante roja. El núcleo se calienta al grado de
poder convertir, por fusión, el helio en carbono. En fusiones sucesivas, el
carbono da origen a elementos mas pesados, hasta llegar al hierro. Al llegar a
éste ya no se genera más energía por fusión nuclear, y la parte media de la
estrella se desintegra en forma catastrófica por efecto de su propia gravedad.
El colapso libera energía hacia las partes exteriores y origina la explosión
mas violenta que se conoce en el universo: la supernova.
Después de la explosión, la
supernova despide ondas de choque y nubes de gas. A partir de este gas se forma
una nueva generación de estrellas, enriquecidas con elementos creados en las
fusiones de la vieja estrella y elementos mas pesados creados en la tremenda
explosión, y en el caso el Sol,
de planetas en los que puede evolucionar la vida. Así, cada átomo de nuestro
mundo se fusionó en el núcleo incandescente de una estrella gigante, que al
explotar esparció los elementos necesarios para la formación de estrellas y
planetas. Fue la primera generación de estrellas, estrellas gigantes, las
cuales han desaparecido casi en su totalidad, y vivimos gracias a su legado. No
todas las estrellas de la primera generación fueron así, pero estas son las que
hicieron posible la creación de los planetas y de nosotros mismos. De la
supernova solo sobrevive el núcleo, de una extraordinaria densidad y de pocos
kilómetros de diámetro. La enorme presión generada logra triturar absolutamente
todo hasta convertirlo en neutrones, los que se concentran y compactan. Ha
nacido una estrella de neutrones, la cual gira hasta 30 veces por segundo y
emite señales de radio que se concentran en los polos magnéticos. Al barrer el
espacio como el haz de la luz de un faro, los radio astrónomos captan esas
señales en forma de pulsaciones, por ello, en su descubrimiento se los llamó
púlsares. Si la masa inicial es de 50 veces la del Sol, en vez de convertirse
en una supernova, la inmensa fuerza de la gravedad hará que la estrella
implosione sin remedio hasta convertirla en un agujero negro, donde ni siquiera
la luz es capaz de escapar al intenso campo gravitatorio y donde el espacio y
el tiempo se funden y contraen.
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