Cleopatra Filopator Nea Thea, o Cleopatra VII, fue la última reina del Antiguo Egipto y de la dinastía ptolemaica,
también llamada Lágida, fundada por Ptolomeo I Sóter, un general de Alejandro
Magno. Fue la última del llamado Periodo helenístico de Egipto.
Cleopatra nació hacia el año 69 a. C. y murió
en el 30 a. C. Era hija de Cleopatra V Trifena y de Ptolomeo XII
Auletes, de quien heredó el trono en el año 51 a. C., cuando tenía 18
años, junto con su hermano Ptolomeo XIII, de sólo 12, quien sería además su
esposo, hecho frecuente en los matrimonios regios ptolemaicos.
Ptolomeo XII consiguió el apoyo de Roma luego de haber
pagado a Pompeyo una gran suma de dinero y prometerle que durante años le
pagaría tributos. Consiguió derrotar al ejército de Archelaus, segundo marido
de Berenice IV, y fue devuelto al trono. Uno de sus primeros actos fue mandar
ejecutar a su hija Berenice, era el año 55 a. C.
Ptolomeo XII Auletes reinó desde ese día hasta su muerte
en el año 51 a. C; dejándole el trono a su hija Cleopatra VII Filópator y a su hijo
Ptolomeo XIII Dioniso II 51-47 a. C., que contaba aproximadamente con
doce años, con quien ella tuvo que casarse por testamento de su padre. Ptolomeo
XII dejó como tutor de ambos al regente de Roma, que en ese momento era
Pompeyo, quien debía hacer cumplir el testamento y casar a los hermanos. Claro
que esta unión era puramente legal ya que según se dice Cleopatra,
extremadamente inteligente y ambiciosa, dejaba fuera de todas las decisiones a
su hermano.
Roma también estaba en guerra civil y ese mismo año Pompeyo
huyó a Egipto buscando refugio -donde creyó sería bien recibido por el faraón
Ptolomeo XIII- tras su derrota en Farsalia a manos de Julio César, a quien se
había enfrentado en un intento de quitarle el poder. A su llegada el faraón
ordenó asesinarle, por consejo de Potino, pensando obtener así un consiguiente
apoyo de César que le permitiera vencer al bando de Cleopatra. Sin embargo, al
general romano, que arribó a Alejandría unos días más tarde en persecución de
su rival, no le agradó la decisión, pues su intención era capturarle con vida o
quizás incluso perdonarle. Y lloró ante la cabeza cortada de su amigo y rival,
que se le presentaba. Fue un mal comienzo para las relaciones de César y el
soberano egipcio.
Aun así, César quería solucionar, en calidad de
testamentario de Ptolomeo XII Aulettes, el conflicto que enfrentaba a los dos
hermanos y esposos Cleopatra VII y Ptolomeo XIII y convocó a las dos partes.
Ptolomeo, aconsejado de nuevo por el eunuco Potino, regresó inmediatamente a
Alejandría. Cleopatra envió antes varios emisarios para asegurarse de las
intenciones de César. Al final aceptó ir a Alejandría, pero lo hizo en secreto
y de noche pues desconfiaba de los espías de su hermano. Cleopatra consiguió
acceder, burlando el control de los partidarios de su hermano hasta el palacio
real en el que se aposentaba César para persuadirle de que tomara partido por ella.
Pasaron la noche juntos, pensando quizás Cleopatra que, si enamoraba a César,
ya no tendría que temer una invasión por parte de los romanos, hecho supuesto
pero no demostrado. El general hizo acudir a Ptolomeo a sus aposentos pero éste
comprendiendo la situación, rechazó la propuesta de reconciliación. Decidió
huir y corrió la voz de que había sido traicionado en un intento de levantar a
los alejandrinos contra la pareja. Pero pronto fue capturado por los soldados
romanos. Para evitar el motín que se avecinaba, César leyó ante el pueblo el
testamento de Ptolomeo XII Auletes, del que se presentó como albacea e hizo
promesas más o menos convenientes a cada uno. Finalmente se celebró el acuerdo
entre los tres con un gran banquete quedando el mapa político como sigue: César
da a Ptolomeo XIII la isla de Creta y a Ptolomeo XIV y Arsinoe IV Chipre.
Arsinoe considera que ella debería reinar Egipto y se une a la causa de su hermano.
Entonces, César se instaló en Alejandría, donde llevaba
una vida tranquila y culturalmente activa, además de obtener la alianza de la
reina Cleopatra. Ésta recuperó el trono, protegida por su aliado romano y
Ptolomeo XIII residía cerca de ellos aunque más como rehén que como soberano.
Sin embargo, no se estuvo quieto. Junto a su hermana Arsinoe y su consejero
Potino, llevó a cabo una guerra de intrigas que acabaron por provocar la
animosidad de los alejandrinos hacia los dos amantes. El pueblo ya podía aceptar
un ataque a los soldados romanos aprovechando además su aislamiento y así lo
ordenó Ptolomeo a Aquilas quien, desde Pelusio, marchó sobre Alejandría al
frente de 20.000 soldados y 2.000 jinetes y rodearon la ciudad. Es entonces
cuando la guerra entre Cleopatra y Ptolomeo se transformó en la guerra de
Arsinoe IV y Ptolomeo XIII contra el César. César y Cleopatra VII resistieron
el asedio al palacio real de Alejandría, donde retenían a Ptolomeo XIII, hasta
que la llegada de refuerzos les permitió contratacar y lograr la victoria
final.
Marco Antonio era un general y político romano, amigo de
Julio César, que había sido comandante jefe en su ejército. A raíz del
asesinato de éste, persiguió a los culpables, Marco Bruto y Cayo Casio y además
supo enfrentar al pueblo romano contra ellos y ganarse el apoyo y la
inclinación de las gentes hacia él. Al surgir otros dos rivales, el 23 de
noviembre de 43 a. C., la Lex
Titia oficializaba el pacto entre los tres por un período de cinco años:
acababa de crearse el Segundo Triunvirato, que reunía a Antonio, Octavio, heredero
político designado por Julio César y Lépido, antiguo jefe de la caballería de
César que se pasó al lado de Antonio. Se desencadenó de esta manera una guerra
civil entre los partidarios del triunvirato y los seguidores republicanos. Marco
Antonio llamó en su ayuda a la reina Cleopatra, para que acudiera con sus naves
a Tarso en la actual Turquía, pero la reina no quería que Egipto entrara en una
guerra civil de los romanos y tampoco se fiaba de él. Finalmente cedió a la
reunión con la condición de que ésta se desarrollara en su propio barco,
considerado donde fuere que estuviese anclado como suelo egipcio. Se
encontraron en Tarso en el 41 a. C. Aunque Egipto estaba al borde del
colapso económico, Cleopatra navegó con los remos de plata, las velas púrpuras
y todo el lujo al que estaba habituada, hasta se vistió como Afrodita, la diosa
del amor. El encuentro duró cuatro días. El resultado de este viaje fue que
ambos personajes se enamoraron, que Cleopatra convino en prestarle la ayuda
económica que le pedía a cambio de que Antonio ejecutase a su hermana Arsinoe
IV a quien consideraba una continua amenaza, como así se hizo, y que Marco
Antonio decidió quedarse en Egipto al lado de Cleopatra. La pareja pasó junta
en Egipto el invierno de 41-40 a. C. disfrutando de los máximos lujos
y fiestas continuas. Pero los asuntos de Roma llamaban al general y en el año 40 a. C.
tuvo que regresar a la capital del Imperio. Allí cumplió con la promesa de
casarse con Octavia, hermana de Cayo Julio César Octavio Augusto, el futuro
primer emperador de Roma y sobrino nieto de Julio César. Octavio, que así se le
llamaba entonces, era gran amigo de Marco Antonio, aunque con el tiempo y los
acontecimientos, esta amistad se vio truncada.
Tras la marcha de Marco Antonio a Roma, Cleopatra dio a
luz dos niños gemelos, Cleopatra Selene II y Alejandro Helios. No volvieron a
encontrarse hasta cuatro años después. Él regresó a Egipto en otoño del 37,
durante el curso de una campaña contra los partos, y contrajo matrimonio con
Cleopatra, sin repudiar a Octavia. Marco Antonio cedió a su esposa Chipre,
Fenicia y Creta, y Egipto volvió a tener una extensión similar a la de los
tiempos de los primeros Ptolomeos. Tuvieron otro hijo, Ptolomeo Filadelfo,
llevaron juntos una vida de lujo y derroche, y nombraron a sus vástagos
herederos de varios Estados satélites como Armenia y Cirene 34 a. C.
Los planes de Octavio eran tomar a la reina como
prisionera y exhibirla en Roma durante la tradicional ceremonia conocida como Triunfo, simbolizando con ello la
superioridad y la victoria sobre la humillada enemiga a la que el pueblo de
Roma tanto odiaba. Esto aumentaría más si cabe su respaldo popular e impulsaría
decisivamente sus aspiraciones políticas.
Cleopatra se percató del final que la esperaba tras
entrevistarse con Octavio, un hombre frío y calculador que a diferencia de
César y Antonio no podría seducir o sugestionar de ningún modo. Viendo pues su
futuro como esclava, tal vez en el reino del que había sido soberana convertido
ahora en la provincia romana de Egipto, Cleopatra eligió morir y tomó la
decisión de suicidarse. Según la versión más extendida, pidió a sus criadas
Iras y Charmion que le trajeran una cesta con frutas y que metieran dentro una cobra
egipcia, el famoso áspid, responsable de su muerte, a finales de agosto del año
30 a. C. Otras versiones relatan que se quitó la vida al conocer el
suicidio de su esposo. Antes de fallecer escribió una misiva a Octavio en la
que le comunicaba su deseo de ser enterrada junto a Marco Antonio, y así se
hizo. Se desconoce el lugar de su sepultura. Zahi Hawass la ubica en Taposiris
Magna, a 30 Km de Alejandría, aunque las excavaciones realizadas en junio de
2008 descartaron esta hipótesis
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